YSL rompe los códigos olfativos con Libre.
Con una original composición de notas femeninas y masculinas, LIBRE, el nuevo perfume de YSL, aspira a convertirse en vehículo para que las mujeres puedan actuar según sus propias reglas.
La libertad no es una palabra hueca en el universo creado por Yves Saint Laurent. El rupturismo, tampoco. Por eso, la nueva fragancia de la casa ha querido acercarse, quizás más que nunca, en contenido y forma a los códigos de las, a veces, controvertidas y desafiantes creaciones de moda. Para empezar lo hace con el nombre: Libre. Toda una declaración de intenciones. Luego, con el frasco, que recoge detalles que lo vinculan con la moda: el logo Cassandre, la asimetría del tapón, las cadenas del cuello del envase o el negro lacado. Y por último, pero esencial, el perfume, que pretende interpretar olfativamente lo que en su día hizo Yves Saint Laurent con el esmoquin. En esta ocasión, los perfumistas, Anne Flipo y Carlos Benaïm han trabajado y creado el primer lavanda floral. «La idea original era darle un nuevo giro a la esencia fougère, una estructura tradicionalmente masculina y transformarla en un aroma genuinamente femenino», cuenta Carlos Benaïm, quien explica que el planteamiento original fue de Anne, cuya idea, «absolutamente innovadora, consistió en combinar la lavanda con las notas increíblemente femeninas y exuberantes de la flor de azahar». «Nos gusta jugar con esa dualidad porque, al igual que las mujeres de hoy, se puede ser polifacética y poderosa sin perder un ápice de feminidad», puntualiza el perfumista. De hecho, el nombre clave del proyecto era Boyish. «La nota inicial se remonta a 2011 –desvela Anne Flipo–. Y desde aquel acorde hasta el envasado final ¡hemos hecho 1570 pruebas!». Eso explica todo