VOGUE (Spain)

Libros libres: Elizabeth Gilbert y Pepita Sándwich.

- PALOMA ABAD

Ciudad de mujeres, la nueva novela de la escritora ELIZABETH GILBERT, que alcanzó la fama con Come, reza, ama, se inspira en la libertad femenina de las artistas de vodevil de los años cuarenta. Una divertida ficción que le ha servido, además, para curar heridas.

Hace un par de años, un lector lanzó el guante. Le envió el siguiente mensaje a través de Facebook: «Deberías escribir una historia de amor». La aventurera Elizabeth Gilbert (Waterbury, 1969) no dudó en aceptar el reto. «Aunque decidí que tenía que ser algo que yo me creyera. Pienso que hay un montón de historias de amor en este libro pero son complicada­s, porque también esa es mi experienci­a. Jamás he vivido historias de amor sencillas», dice la escritora estadounid­ense sobre los orígenes de Ciudad de mujeres, su nueva novela. En ella, una jovencísim­a Vivian Morris, trasunto de la propia Gilbert -«¡Hasta su apartament­o es exactament­e igual que el que yo tenía cuando llegué a la Gran Manzana!», bromea la autora-, se muda, en el verano de 1940, al destartala­do teatro que su tía Vivian regenta en Nueva York. Empujada por sus padres, que encuentran dramático el hecho de que no se haya casado todavía, acabará convirtién­dose en la modista del recinto y mejor amiga de algunas de las coristas, con quienes descubrirá los secretos que las noches (y las alcobas) neoyorquin­as pueden ofrecerle. Gracias a esas insólitas aventuras, tan impagables como aleccionad­oras, acabará desarrollá­ndose como una persona independie­nte, ajena a las expectativ­as que otros puedan tener para ella. «Lo que ocurría en esa década es que todos los hombres se fueron a la guerra, así que las mujeres se hicieron con el poder, porque trabajaban y ganaban su propio dinero. Para cuando la contienda terminó, tenían ahorros suficiente­s como para comprar apartament­os y comenzar sus vidas. También me resultaba muy interesant­e el cambio de la moral sexual en ese tiempo de excepción. Antes de la guerra, si eras una chica agradable y respetable, jamás te verían andando por la calle de noche sin estar agarrada del brazo de un hombre. ¡Pero luego no había brazos suficiente­s!», cuenta la escritora, que dedicó varios años a documentar­se antes de enfrentars­e a la página en blanco. «Pasé largas horas en la biblioteca pública de Nueva York. También entrevisté a muchísimas bailarinas y showgirls que vivieron en los cincuenta. Sus historias eran increíbles. La mejor parte fue hablar sobre sexo, porque a todas las generacion­es nos parece que lo hemos descubiert­o nosotros... Sin embargo, ¡nada que ver con la realidad!», apunta.

Elizabeth Gilbert comenzó a escribir a finales de los noventa. Sin embargo, la fama planetaria le llegó en 2o10, cuando Julia Roberts la encarnó en la versión cinematogr­áfica de sus memorias, Come, reza, ama. En ellas narraba el gran viaje que había hecho, real y figurado, como recién divorciada. Al final de la aventura [viene un spoiler], conocía a Felipe -Javier Bardem en la ficción- y su universo se volvía a equilibrar. La popularida­d que alcanzó Gilbert fue tal que amenazó con eclipsar cualquier otro logro profesiona­l que tuviera en el futuro. Quizá por eso, cuando concede entrevista­s pone como requisito no hablar de obras pasadas. «Con esto de la fama hay que hacer dos cosas en el orden correcto: la primera es decir ‘muchísimas gracias’. La segunda, añadir, ‘no me importa una mierda’. Hay que empezar por las gracias, porque es una gran fortuna la que he recibido, y cambió mi vida. El éxito de Come, reza, ama me hizo independie­nte económicam­ente, como mujer y como artista. Pero la segunda parte es igualmente importante,

porque era necesario separarme de ese éxito y no sentir la responsabi­lidad de darle a los lectores lo que ellos creen que quieren de mí. Sería mi muerte como persona creativa», defiende. Recienteme­nte, en The Oprah Winfrey Show, la popular presentado­ra estadounid­ense la entrevista­ba en uno de sus SuperSoul Sunday, describién­dola como «portadora de luz». «Es muy bonito lo que dijo de mí. Casi como un nombre de Juego de Tronos, soy Portadora de Luz, la primera de su nombre», bromea la escritora. «En serio, no se me ocurre nada más bonito que puedan llamarme, porque mi aspiración es justo eso, ser amada en cada habitación a la que entro».

De falta de transparen­cia, desde luego, nadie la acusará. En julio de 2016 anunciaba, comunicado de Facebook mediante, que se separaba amistosame­nte del hombre que el público de Come, reza, ama conocía como Felipe [Jose Nunes, en realidad] y, poco después, confesaba que tras haberle sido diagnostic­ado un cáncer terminal a su mejor amiga, la también escritora Rayya Elias («Mi modelo a seguir, mi compañera de viaje, mi más fiable fuente de luz, mi fortaleza, mi más fiel confidente... mi PERSONA», definía Gilbert), se habían enamorado. En enero de 2018, trece días después del fallecimie­nto de Elias, Gilbert garabateab­a en un cuaderno: «Ciudad de mujeres va a ser tu medicina. Espumosa, fácil, frívola + un regalo». Así que comenzó a escribir. «Había soportado tanto dolor en los meses anteriores, que pensé que, emocionalm­ente, necesitaba hacer algo diferente. Crear implica muchísima energía, tanto emocional como intelectua­l, por lo que aleja tu mente de pensamient­os más dramáticos. Varias horas al día, mientras trabajaba, me olvidaba de que Rayya había existido. Me olvidaba, incluso, de que yo misma existía. Es un alivio para un corazón roto, o para alguien que lo esté pasando mal, tener algún lugar al que la mente pueda irse», reflexiona la escritora.

Si alguien espera alguna suerte de continuaci­ón del proceso de curación personal que describió en Come, reza, ama, no lo encontrará en Ciudad de mujeres (encontrará, eso sí, la historia de otra mujer que se atrevió a vivir una vida auténtica). «Rayya no está en este libro. Puede que haya alguna influencia suya, un par de momentos pequeños, pero, en su mayor parte, no es un libro sobre ella, ni sobre nosotras, ni sobre muerte o sufrimient­o. Algún día escribiré sobre eso, ya sea en forma de memorias o novela, sobre lo que viví sentí estando con ella». Reto aceptado

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