VOGUE (Spain)

La Movida en imágenes recala en Barcelona.

Los cuatro principale­s retratista­s del MADRID de los ochenta componen una imagen borrosa, pero fascinante, del sarpullido generacion­al que agarró la capital al estrenar la libertad.

- B. GÓMEZ URZAIZ

Mo-vi-dá. Con uve fricativa a la francesa. Fue la palabra del verano en Arlés, la localidad francesa que celebra cada año sus famosos Encuentros de Fotografía. La exposición La Movida. Crónica de una agitación 1978-1988 juntó a los cuatro grandes fotógrafos de la época –Ouka Leele, Alberto García-Alix, Miguel Trillo y Pablo Pérez-Mínguez– ocupó el cartel del festival y su espacio más emblemátic­o, el palacio arzobispal, y reavivó la curiosidad que siempre existió en Francia por el fenómeno que engendró a Almodóvar. El 17 de octubre, la muestra recalará en la Fundación Foto Colectania de Barcelona, donde estará hasta mediados de febrero.

Los cuatro fotógrafos están en la muestra juntos pero no revueltos, presentado cada uno con un vídeo corto –en el caso de Ouka Leele, su entrevista en La edad de oro de Paloma Chamorro, con un cerdito en la cabeza–. Todos se conocieron, coincidían por los bares o en el piso del paseo Imperial que compartían los pintores Ceesepe y El Hortelano, pero sus fotografía­s cuentan movidas muy diferentes. Del who’s who de Pérez-Mínguez, que falleció en 2012, al pulso callejero de Trillo y García-Alix.

«Hemos intentado contextual­izar la Movida, no explicarla», aclara uno de los tres comisarios de la muestra, Pepe Font de Mora. Es un alivio, porque cuando se entra a definir el fenómeno (que no movimiento, según Font de Mora, puesto que no existió

un decálogo, ni un líder) no se ponen de acuerdo ni sus participan­tes. «Éramos militantes. Cada uno a su estilo era consciente de una militancia, lo que pasa es que no teníamos organizaci­ón, reinaba la indiscipli­na», cree Trillo, que retrató a la fauna de Madrid en su hábitat natural. El fotógrafo confirma, a medias, la leyenda del origen elitista de la Movida: «Eran los garbanzos negros de las familias de clase media».

A Ouka Leele [Bárbara Allende Gil de Biedma], le molesta esa idea de que eran unos pijos frívolos. «Había muchos grupos distintos, pero en mi entorno creíamos en la utopía y en que nadie fuera dueño de nada. Algunos hicieron bandera de la frivolidad, pero no yo. Lo que pasa es que éramos hijos de personas que habían estado en la guerra y nos criamos escuchando batallitas».

Ni siquiera coinciden en la cronología. Trillo da por finiquitad­a la auténtica Movida en el 85, para cuando llegaron todos los reporteros del mundo a Madrid a hacer sus crónicas de «diez años sin Franco», preguntand­o por esa movida de la que habían oído hablar y los lugareños, según Trillo, accedieron a posar para esos reportajes por no defraudar. Ouka Leele coloca el final más tarde, cuando Álvarez del Manzano ganó la alcaldía: «De un día para otro cambió todo, dejamos de interesar»

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En la pág. anterior, Peluquería 16, de Ouka Leele (1979) y Divina May, de Pablo Pérez-Mínguez (1982). En esta pág., Poster Rock-Ola: Alaska, Pedro y Fabio, de Pablo Pérez-Mínguez (1983); una instantáne­a de Miguel Trillo en el Rock-Ola (1982); y Ana Curra esperando mis besos, de Alberto García-Alix (1984).

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