La seducción musical y estética de Dua Lipa.
Un golpe de suerte convirtió su sencillo ‘New Rules’ en un improvisado himno feminista para las nuevas generaciones. A sus 24 años, DUA LIPA ha quebrantado todos los récords de ventas, alcanzando una fama mundial que ahora refrenda como embajadora de LIBRE, el nuevo perfume de Yves Saint Laurent. En una sesión de fotos gobernada por la ola de calor londinense, la cantante británica posa para Vogue España mientras ultima los detalles de su segundo álbum de estudio.
Londres se despierta apocalíptico esta mañana de julio. Los termómetros marcan 39 grados en la urbe de la lluvia y los diarios gratuitos que se reparten en las bocas de metro ya sugieren, con su tufo amarillista, una jornada caótica ante el día más caluroso en la historia del Reino Unido. A las puertas de un estudio fotográfico a escasos metros de Caledonian Road, un camión descarga varios aparatos portátiles de aire acondicionado mientras un joven les indica el recorrido hasta el cuarto donde una treintena de vestidos aguardan al borde de la lipotimia. Los custodia Lorenzo Possocco, estilista y confidente de Dua Lipa. La cantante llegará en breve y la horda de profesionales que orquesta su sesión de fotos para la portada de Vogue España temen que sufra un golpe de calor a su llegada al plató. «No la conocen. Dua está hecha a prueba de bombas», murmura Posocco. Tres minutos pasadas las once de la mañana, Dua Lipa (Londres, 1995) entra por la puerta escoltada por un séquito de cinco acompañantes –que resultará ser su equipo más cercano, además de sus mejores amigos– y saluda pletórica a la veintena de personas sin atisbar sofoco alguno. El asunto del calor no vuelve a ser la comidilla de los allí presentes en las ocho horas posteriores.
No es el único motivo por el que uno podría pensar que esta londinense de 24 años es un perfil difícil de amedrentar. Hija de migrantes kosovares y acostumbrada a la fama desde que subiera un vídeo versionando a Joss Stone desde su habitación a los 15 años, su voz ha conseguido quebrantar varios récords musicales desde que su sencillo New Rules viera la luz en 2017. Al margen de sumar 1.800 millones de reproducciones en YouTube y otras tantas en una variada serie de plataformas, este alegato por la sororidad femenina envuelto en pop y tropical house la convirtió en la artista más reproducida de aquel año en Spotify, e inició un prolífico periplo de éxitos que hoy avalan dos premios Grammy, tres premios Brit y un puñado de colaboraciones con Calvin Harris, Martin Garrix, Diplo y Mark Ronson. Su penúltimo asalto es la alianza con Yves Saint Laurent Beauty, que el pasado julio la reveló como embajadora de su nuevo perfume, Libre. Sin quererlo, Dua Lipa ha inventado un nuevo ejemplo de superestrella que rompe los moldes de una industria musical obsoleta que precisa, valga la redundancia, de nuevas reglas. Pero nada de esto parece sobrevolar su mente cuando irrumpe en el estudio disculpándose por adelantado de su cansancio. La noche anterior aterrizó procedente de Los Ángeles, donde ultima su segundo álbum de estudio, que se espera para principios del próximo año. Se abalanza hacia un asiento mientras deja que el peluquero le esculpa una versión del peinado de Johnny Depp en Cry-Baby, y en apenas una hora reaparece reconvertida en dominatrix, envuelta en una chaqueta de vinilo negro. Al final del día, con el sol en ciernes y el termómetro algo menos dramático que horas atrás, Dua Lipa ofrece un generoso repaso al viaje que le ha llevado a arañar la gloria musical mientras una joven repasa su pedicura.
Durante la sesión, he observado más una decena de tatuajes repartidos por todo tu cuerpo. El que más me ha llamado la atención es el que reza Sunny Hill. ¿Qué historia tiene detrás? Si no me equivoco, ya tengo catorce tatuajes. La mayoría son cosas que me gustan, como la palabra paciencia, las iniciales de mis hermanos o un par de figuras de Keith Haring que me tatué en 2015. Sunny Hill es el barrio donde crecieron mis padres en Kosovo, y el nombre de la fundación que he creado para ayudar a combatir la pobreza en las comunidades vulnerables de mi país. Es también el nombre del festival que has organizado en Pristina, la capital kosovar, donde actúan este año Justin Bieber y Miley Cyrus. ¿Cómo surgió la idea de concebir un festival junto a tu padre? Digamos que cuando vivíamos allí la variedad musical brillaba por su ausencia. Mi primer concierto fue el de Method Man & Redman, y recuerdo también ir a los de Snoop Dogg, 50 Cent o Busta Rhymes. Con estos nombres te puedes hacer a la idea de que si no te gustaba el rap o el hip hop, estabas perdido. Cuando hablé con mi padre de qué podríamos hacer para darle un poco más de riqueza al panorama de conciertos en Kosovo, empezamos a pensar en posibles artistas que pudiéramos llevar a actuar allí. Que Miley vaya a ser la primera mujer en encabezar el cartel de un festival en Pristina es bastante alucinante, y puede que sea de lo que más orgullosa me sienta este año.
Naciste en Londres y viviste allí hasta los once años, pero tus padres proceden de Kosovo. ¿Cómo viviste el momento en que decidieron regresar a su país natal? Siempre he tenido una relación de amistad con ellos, sé que es bastante insólito y es algo por lo que estoy muy agradecida. De hecho, a los tres años de llegar cumplí 16 y les dije que sentía que estaba preparada para volver al Reino Unido, y me dejaron volver a Londres sola. ¿Sabes ese momento de adolescencia en el que te peleas con tus padres y les dices a tus amigos lo agobiada que estás con el control y la presión que ejercen sobre ti? Para mí fue al contrario. Volví a vivir sola en Londres, y era a ellos a quien les contaba si alguien me había tratado mal o si estaba en una mala racha. Creo que ese tipo de relación ha consolidado bastante quién soy ahora.
Tu padre, Dukagjin Lipa, creció en un grupo de música en su Kosovo natal, ¿qué influencia ejerció en que tú decidieras dedicarte a cantar? Él fue vocalista muchos años, pero, además de cantar, tocaba el piano y la guitarra. No tengo un estilo musical definido ni en lo que escucho ni en lo que escribo, y creo que precisamente es algo bueno. Me gusta no tener prejuicios sobre qué géneros son buenos y malos, disfruto de todo por rachas. Mis padres eran fanáticos del rock británico de Oasis, David Bowie, Blur, Stereophonics... y me sé sus discografías de memoria. Pero cuando me mudé a Londres, me obsesioné con dos polos opuestos de ese género: P!nk y Nelly Furtado. Por eso, si escuchas mi disco de corrido te encontrarás con una mezcla de ritmos y temas que no vienen de un mismo lugar. Eso se aplica a la música actual: donde antes había géneros ahora hay una fusión constante, y despreciar el pop es ridículo, porque, de algún modo, hoy lo empapa todo. El futuro del pop pasa por cambiar las reglas de juego.
¿Cómo le afecta a una niña de 16 años mudarse sola a una ciudad de ocho millones de habitantes? Fue bastante marciano, sobre todo los primeros meses. Recuerdo la primera casa en la que viví, en el barrio de Kilburn, donde compartía un piso con otra chica de Kosovo hija de un matrimonio que conocía a mis padres. Creerás que es un colchón de seguridad, pero no era así. Le gustaba hacer fotos de mi habitación cuando estaba hecha un desastre y mandárselas a mi madre. Yo pensaba: ¿Quién hace eso con 16 años? Pero en realidad fue un bofetón de realidad bastante efectivo. Estaba acostumbrada a la protección, y aquella fase fue una salida del cascarón que resultó muy precoz, pero positiva.
Subiste por primera vez un vídeo a YouTube con 15 años, versionando el tema Super Duper Love de Joss Stone, ¿no hace falta un poco de audacia para exponerse tan joven a una audiencia global? No creas, fue bastante aterrador. Pero también me di cuenta de que si mi objetivo era dedicarme en serio a la música, que ya en ese momento estaba
convencida de ello, tenía que empezar por algún sitio. Creo que hacerlo así me dio más seguridad y paciencia, porque nunca tuve el fenómeno instantáneo que observaba, por ejemplo, en Justin [Bieber]. Usaba esas grabaciones como un porfolio para mostrar cuando conocía a alguien nuevo y así topé con el que sería mi manager, Ben Mawson. Charlamos, escuchó mi voz, y al día siguiente me metió en un estudio de grabación. Ni siquiera firmamos un contrato formal, me puso a trabajar con otros profesionales para que fuera entendiendo el proceso de composición, y decidimos que era mejor esperar antes de firmar con una discográfica grande. Lanzamos HotterThan Hell de forma independiente y varias discográficas llamaron a la puerta, pero me quedé con Warner Brothers porque no quisieron cambiar mi visión, ni convertirme en otra cosa. Puede sonar tópico, pero no es tan fácil que aparezca una compañía tan grande y no se proponga comprometer quién eres. Tengo gente a mi alrededor que me dice la verdad, me hacen mantener la honestidad y no intentan halagarme en beneficio propio, así que estoy bastante agradecida.
Con la primera edición de Dua Lipa en 2017, pasaste de tener unos pocos miles de seguidores hasta alcanzar los 44 millones que actualmente acumulas en redes sociales, ¿cómo se mantiene una distancia saludable con eso? Creo que es una cuestión de qué esperas tú de una simple red social, y de qué quieres contar. Yo he crecido con Instagram y disfruto compartiendo mi rutina con mis seguidores como quien actualiza un blog para contar sus viajes. Por supuesto que esto es ahora, y me ha costado llegar a este punto, no creas. Cuando empecé a ser más conocida, si había nueve comentarios positivos en una foto que subía y uno solo negativo, me obsesionaba con este último. Es bastante injusto porque refleja tus propias inseguridades, y silencia el apoyo positivo. Pero he aprendido a construir una relación más sana con ello, y si subo una foto o un vídeo no vuelvo al rato para ver los comentarios o el número de ‘Me gustas’ que ha tenido. Hoy todo el mundo tiene algo que opinar de cualquier cosa, y no puedo permitirme estar pendiente de todo porque mi salud mental se iría al traste.
New Rules ni siquiera fue el sexto sencillo del álbum, pero hoy acumula mil ochocientos millones de visitas en YouTube. ¿Presentías que podía convertirse en un himno femenino global? No lo previmos en absoluto. Salió meses después de que el álbum ya estuviera a la venta, y la gente reaccionó bien, así que pensamos que un buen videoclip podía ser el despegue que le faltaba. La idea era simple: un grupo de amigas animándose tras varios desamores sin caer en la depresión o en la compasión mutua. Sin comerlo ni beberlo, ese vídeo fue realmente el responsable de que la canción se propagara como la pólvora, y que a mí se me conociera en tantos países.
¿Qué se puede esperar de tu próximo trabajo? Estará listo a principios de 2020, pero este año habrá nuevo material. Está cobrando una forma algo más conceptual, y algo más homogénea en cuanto a sonido que el anterior. Ambos tiene en común el punto de partida: las cosas por las que he pasado. Nunca escribo con la intención de convertirme en un altavoz de empoderamiento femenino, es más una cuestión de «me han roto el corazón; voy a escribir de ello». Una terapia. Desde el disco anterior, he creado un círculo tan íntimo con la gente con la que trabajo que en este momento me siento mucho más libre a la hora
de expresarme en mis canciones.
El concepto de ‘libre’ es precisamente el que pone nombre al perfume en el que te reafirmas como embajadora de Yves Saint Laurent. ¿Cuál fue tu reacción al ser contactada por la firma? Llevo varios años trabajando con YSL, pero cuando nos reunimos para hablar de Libre, me gustó que no fuera una simple propuesta para poner rostro a un perfume. Me hablaron siempre de ayudar a construir su imagen desde cero. Ayudé a elaborar el aroma final, decidimos juntos la estética del vídeo y hasta pude versionar el clásico I’m Free de los Rolling Stones. No es muy habitual que te den tanta libertad a la hora de asociarte con una firma, así que no tuve muchas dudas a la hora de aceptar. Me gusta mucho el nombre del perfume, porque la libertad es una de las obsesiones que ocupan mi cabeza.
Otras preocupaciones que muestras a diario en tus redes son los derechos LGTB o la crisis de refugiados. ¿Crees que un artista ha de ser portavoz de aquellas causas que secunda? En mi caso, lo siento como un deber casi imperativo. Vengo de una familia que emigró por la situación política en su país, así que la crisis migratoria me toca de cerca y me duele. Muchos de mis fans son personas LGTB, sería irresponsable no involucrarme en eso. No quiero abarcar más de lo que me corresponde, pero hay muchas cosas que merece la pena denunciar porque nuestro sistema está en una crisis profunda. Soy franca y me echan la bronca muy a menudo por ello. Si hablo del Brexit, la respuesta suele ser: «Canta, que es lo tuyo». Si hablo de Estados Unidos: «¿Qué hace una inglesa hablando de esto?». Como si lo que ocurre allí no nos afectara aquí. Hay personas muy retrógradas y cerradas que se escudan en el anonimato de una pantalla, pero no voy a dejar de expresar mis creencias solo por darles el gusto