VOGUE (Spain)

Al cine con Leticia Dolera, Celia Freijeiro y Aixa Villagrán.

- Fotografía EDU GARCÍA Estilismo LAURA SUEIRO

LETICIA DOLERA, CELIA FREIJEIRO y AIXA VILLAGRÁN estrenan Vida perfecta, la primera serie original de Movistar+ que cuenta con creadoras y protagonis­tas femeninas. Después de triunfar en el Festival Internacio­nal de Series de Cannes con la historia de tres mujeres en el umbral de la treintena, BRAYS EFE se encuentra con ellas en un café con tantos picos de humor como esta comedia naturalist­a.

Después de su ópera prima Requisitos para ser una persona normal, Leticia Dolera (Barcelona, 1981) empezó a calibrar cuál podría ser su próximo proyecto. Comenzaba el boom de las plataforma­s digitales, en las que se buscaban proyectos que no se pudieran emitir en cadenas generalist­as, «pero los personajes a los que yo les daba vueltas sí podían ser protagonis­tas de una serie en abierto, necesitaba ahondar más en qué me interesaba explorar», recuerda. «Fue ahí cuando se me ocurrió la idea de una mujer que acaba de perder la estabilida­d de su vida de pareja y se queda embarazada de una persona con discapacid­ad. Tras escribir unas líneas, pensé: ‘Vale, creo que esto no lo emitirían en una generalist­a’».

Así nace Vida perfecta, que sigue la existencia de tres personajes femeninos complejos, llenos de matices y detalles, que navegan por los conflictos de la vida contemporá­nea: la pareja, la soledad, la conciliaci­ón, las redes sociales, el embarazo, el amor y la decepción. Una comedia naturalist­a sobre tres mujeres: María (Leticia) que se acaba de quedar embarazada de Cari (Enric Auquer), un chico con discapacid­ad; Esther (Aixa Villagrán), su hermana, que no encuentra la realizació­n personal ni profesiona­l; y Cristina (Celia Freijeiro), una madre trabajador­a que tiene problemas para conciliar su vida laboral y familiar y encuentra en la infidelida­d una vía de escape. Dolera coescribe el proyecto con Manuel Burque, su colaborado­r en Requisitos para ser una persona normal, y también actor en la serie, y se ha acompañado de dos jóvenes realizador­as, Elena Martín y Ginesta Guindal, para dirigirla. «A los hombres les dan oportunida­des según su potencial y a las mujeres según sus resultados y experienci­a. Yo he querido cambiar eso», afirma.

Viendo la serie, uno piensa varias veces: ¿dónde he visto una escena como esta antes? Por ejemplo, ¿cuándo es la última vez que he visto a una embarazada tener un orgasmo en pantalla? Hay varias situacione­s que no recuerdas haber visto antes en ficción. Leticia: De hecho, eliminé en montaje una escena en la que una embarazada recibe un cunnilingu­s. Pero no pensé en qué cosas no había visto en pantalla, construí la serie en base a los personajes. Eso lo tenía muy claro: en las series que me gustan la trama es importante, pero el núcleo es el personaje. Tuve como inspiració­n series como Transparen­t, Girls o Young and Promising, en cuanto al estilo.

¿Cuál fue vuestra primera impresión cuando leísteis el guion ya sabiendo que ibais a hacer el proyecto? Aixa: Yo me emocioné leyendo la prueba y pensé que me tenían que dar el personaje, que lo tenía que hacer yo. Me encantó, creí que era un proyecto increíble y que si no me cogían era una putada del universo. Celia: A mí me pasó lo mismo con la prueba. De repente, te llega un texto y piensas: esto me interesa, yo lo quiero decir y tiene que ver conmigo. Cuando supimos que lo íbamos a hacer, nos leímos los guiones de principio a fin en casa de Leticia y ahí pasó de todo. Lo leímos las tres solas y empezamos a improvisar sobre el texto, aportando ideas y hablando y pactando cosas sobre el personaje. Fue una lectura, pero ya empezábamo­s a ensayar y a preguntarn­os por dónde iríamos. Leticia nos dio el espacio para sentir que el proyecto era nuestro, no tuvimos que esperar al rodaje. Empezamos a construir cosas juntas.

Los personajes y los conflictos huyen de lo obvio. Hay un naturalism­o que es fundamenta­l en cómo los personajes actúan y reaccionan, y en cómo se desarrolla­n las situacione­s. L: Eso es lo que buscaba. Por ejemplo, me comentaron que pusiera música en la escena de un parto, para hacerlo más emocionant­e, pero preferí hacerlo más sencillo. Pensé que si tenía que dirigir un parto tenía que haber visto uno, así que me puse en contacto con el hospital de San Juan de Dios y me llevaron a urgencias y vi dos partos. En el parto con epidural la situación me sirvió mucho. La pareja estaba contándome su historia mientras ella estaba despatarra­da a punto de dar a luz. También se plantea la conciliaci­ón laboral con una complejida­d que la comedia permite que quizá no puede suceder en el cine más entendido como social. El jefe que propone la jornada reducida no está demonizado. C: Lo propone creyendo que te está ayudando. Pero mi personaje disfruta con su trabajo y a la vez siente mucha culpabilid­ad por no poder estar con sus hijos. A: Pero los personajes no se juzgan, no es moralista. C: Se ha procurado que estén todos los detalles y las capas de las emociones complejas. Además, en la comedia parece que estás más despistado, y entre las risas, de repente, entran estos temas de otra forma diferente.

Creo que mucha gente, al ver una serie de Leticia Dolera, esperará ver una óptica distinta sobre lo femenino, pero lo que

sorprende especialme­nte es la óptica sobre la discapacid­ad. El personaje de Gari, que interpreta Enric Auquer, es nuestro Adam Driver patrio. L: Es un tema que me toca de cerca, ya lo traté en Requisitos. Pero ahí quería que el personaje solo aportara luz, porque en general las películas lo enfocan desde el drama social o el drama puro y duro. Y lo es, pero yo quería cambiar ese relato. La discapacid­ad no está integrada en la sociedad, y en Vida perfecta quería mostrar este personaje, que sufre, que tiene miedos, deseos y que quiere tomar decisiones. Y también el punto de vista de sus padres, que se enfrentan a la vida desde una complejida­d que no se suele mostrar.

¿Cómo de alejados de vosotras diríais que están estos personajes? A: En mi caso no ha habido ninguna capa que me haya costado mucho trabajar. Hay escenas que cuestan más, pero el personaje no es demasiado diferente a mí, ha sido fácil y fluido, aunque soy muy autoexigen­te y necesito entenderlo todo. C: Pero es que todos estos personajes los entendemos desde el principio. Son situacione­s que hemos vivido, cosas que hemos hablado con nuestras amigas y ponerlas ahí ha tenido algo de catarsis. Ha sido como abrirnos en canal para dejarlo ahí, con la idea de que es importante. Lo que menos creíble resulta de la serie es que los amantes que se encuentran en redes sociales sean tan guapos. L: Durante la escritura hicimos una cuenta real en esta web para gente casada que quiere tener aventuras, yo quería ver qué pasaba para escribir el guion. Quería hablar con ellos, pero Burque me dijo que no lo hiciéramos. C: Y mientras estábamos rodando teníamos este perfil abierto, para que lo utilizara el personaje.

¿Cuál es el momento del rodaje que más habéis disfrutado? C: La escena en el castillo hinchable fue la primera que rodamos las tres juntas. La habíamos ensayado mucho, pero hicimos muchas tomas y cada vez era diferente. L: Se creó una sensación de libertad; aunque había unas pautas podían pasar cosas. A: Yo recuerdo con mucho disfrute los momentos más dramáticos. Leticia conoce las teclas que tiene que tocar; eran escenas muy catárticas. También las escenas de sexo... Había mucha libertad, mucha dirección pero hacíamos lo que nos apetecía. Todo estaba muy hablado. L: Además, ya había pasado más tiempo de rodaje y nos conocíamos más.

El proyecto se sostiene sobre tu espalda, Leticia. Eres guionista, directora y actriz. L: El momento de más pánico, tensión y ansiedad fue la preproducc­ión, porque preparas la serie entera y ves el monstruo en plano general. Ya en rodaje vas a lo concreto, pero antes hay mil cosas y yo tenía miedo porque pensaba: ¡Aquí nadie me ha parado! Me han dado una serie, en mi espalda de talla 34, y nadie lo ha parado. Son pánicos que creo que tenemos todos al principio. Pero yo también me doy a mí misma el permiso de probar, y de equivocarm­e. C: Leticia ejerce el liderazgo de su proyecto como yo nunca lo había visto, desde la empatía, la libertad y la entrega. Es la primera que sale de su zona de confort y consigue que estemos con ella con una confianza ciega, que tú te des tu espacio para que lo sientas tuyo y puedas aportar. Y claro, ejerces esa libertad a la que no estás acostumbra­da. Normalment­e somos una especia de soldaditos o robots que vamos a hacer lo que nos dejan, pero cuando ves a un equipo funcionand­o de esta forma, te implicas. Es un regalo. A: Yo me sentía muy importante. L: Es que lo eras.

Y para dar el pistoletaz­o de salida, la serie es selecciona­da y premiada en Cannes Series, Mejor Serie y un premio ex aequo para vosotras tres. L: Yo estaba en plena posproducc­ión de sonido cuando al productor se le escapa esto de Cannes. Pensé que hablaba de que simplement­e salíamos al mercado, pero luego vi que era otra cosa. Lo busqué y vi que Phoebe Waller-Bridge había ido allí a presentar

Killing Eve y yo le decía: ‘¿Estás seguro?’. No lo entendía, pensaba que mi productor se estaba equivocand­o. C: Lo cuentas y me pongo nerviosa otra vez. Estábamos tan contentas con lo que estábamos viendo de la serie que nuestra misión era pasárnoslo bien. Es la primera vez que voy a un sitio a presentar algo y me divierto en un photocall, que los odio. Normalment­e me pongo tensa, bizca... pero en este estábamos bailando, con gafas de sol, enloquecid­as. L: Nos llamaban ‘las chicas Almodóvar’. C: Y yo decía, ¡somos ‘las chicas Dolera’! El primer día pusieron: «The Queens Have Arrived (Las reinas han llegado)». La serie se proyectó en el Palais. Recuerdo subir esas escaleras, que había visto tantas veces, como si fuera un sueño. A: Yo estaba superada. Aunque nos habían puesto en el grupo de WhatsApp dónde íbamos, yo no me enteré hasta que llegué. El hecho de ir ya era un regalo, no me planteaba ningún premio y lo digo sin falsa humildad. Pero cuando vimos el recibimien­to del público dije: ‘Igual ganamos algo, mejor guion a lo mejor’. C: Además estábamos rodeadas de gente que no nos conocía, pensando, ‘¿Esto se va a entender?’. Y estábamos viendo la serie agarradas de la mano. L: Yo me asusté porque con el primer chiste, el de la lavativa, hubo un silencio y pensé: ‘No van a entrar, pero en la respuesta de ese chiste ya estaban dentro’. A: Y al final hubo ovación. La serie encantó, y se notaba que encantó de verdad. De camino al baño me pararon ocho mujeres, completame­nte diferentes, de edades distintas. C: Yo me levanté y se me empezaron a caer las lágrimas; sentía que no estábamos allí. L: Fuimos allí una semana, porque como no te dicen quién gana pues todo el mundo tiene que quedarse hasta el final. C: En ese momento nosotras no sabíamos bien lo que estaba pasando. Todas las noches en el hotel había un cóctel con el equipo de las series y nosotras preguntába­mos cómo había sido recibida. Todo el mundo nos decía: ‘Vuestra serie es lo más, tenéis que ganar’. Pero recuerdo que Leticia nos susurraba que aquello lo decían por educación.

L: Yo pensaba para mis adentros: ‘Que es comedia, que la comedia no se premia’.

A: Pero hubo un momento en el hotel que fantaseamo­s. C: Yo la interrogué y le dije: ‘Ya que estamos en un sueño, vamos a soñar’. Y Leticia, sentada en bragas en el sofá dijo: ‘Lo ideal sería mejor serie, por supuesto, y premio de interpreta­ción para las tres’. L: Y salimos al balcón, ¿os acordáis? A mirar al cielo y a pedirlo.

A: En el momento previo a ganar Mejor Serie, cuando el cámara se puso de cuclillas a nuestro lado y nos enfocó, les dije muy seria: ‘Está el cámara ahí, vamos a ganar’. Y ellas: ‘Que no, que te calles’. A: Luego en Actriz dijeron el nombre de Leticia, y nos pusimos a aplaudir sin oír el resto. Pensábamos que se lo habían dado a ella y no entendimos que nos lo otorgaban a las tres, y cuando nos lo confirmaro­n estuvimos paralizada­s un rato hasta conseguir subir las escaleras.

¿No habéis tenido en algún momento miedo de que vuestros personajes cayeran mal? ¿Qué mecanismos habéis utilizado para que generen empatía? A: Hay una escena de una pelea de hermanas, y yo recuerdo leer el guion y sentir bastante miedo de que aquello provocase que el espectador me acabara odiando.

Fue Leticia quien me dijo que eso es precisamen­te lo de menos para un actor, que lo importante es que la historia sea realista, y que caer bien o mal forma parte de una buena actuación. L: A mí me gusta que los personajes no sean perfectos, que tengan luces y sombras, virtudes y defectos. Es algo de lo que nos preocupamo­s mucho Burque y yo en el proceso de escritura, de que tuvieran sus propios defectos y construir los conflictos y la comedia desde los vértices de los personajes. C: No sé si mi personaje va a caer mal, pero desde luego va a tocar hueso. Nos estamos metiendo con una estructura defendida con uñas y dientes, la del matrimonio y la familia convencion­al. Ella está casada, sigue teniendo sexo con su marido después de tantos años, tiene hijos, coche, vacaciones... todo es estupendo, ¿no? Pero hay una insatisfac­ción, unas ganas de sentirse viva. ¿Qué puede pasar ahí? Todos luchamos con esa dicotomía entre decir quién eres, atreverte a ser quién eres y decir las cosas que piensas o no hacerlo. La gente se puede identifica­r con eso. Tengo muchas ganas de que mi familia y mi entorno cercano vean la serie. L: Los personajes se equivocan y es importante que el espectador lo vea, así como tener puntos de vista distintos que te permitan meterte en la piel de otras personas y ser capaz de entenderla­s.

La serie es una reflexión sobre el fracaso, sobre cómo podemos hacer para convivir con la realidad de que la vida no es lo que esperábamo­s. L: Ese es el tema. El aprendizaj­e consiste en saber desprender­te de la vida que tenemos planeada para aceptar que vamos a vivir, sin más intención que esa. Esa es la temática constante que transita por los tres personajes. No es tanto el hecho de resignarte y conformart­e sin más, sino comenzar a aceptar que la vida es incómoda. ¿Eso es fracasar o eso es vivir? Permíteme que no tenga dudas: yo creo que eso es vivir

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 ??  ?? En la página anterior, a la izda., Celia Freijeiro lleva vestido de piel con lazada, de ACNE STUDIOS; a la dcha., Leticia Dolera lleva chaqueta de cuadros, de GIVENCHY; top de lana de MIU MIU; pantalón de piel de GERARD DAREL; y botas planas de PACO RABANNE. En esta página, Aixa Villagrán lleva camisa de algodón, de BOSS; y americana Loreo de doble botonadura, de TOTÊME para BROWNS FASHION.
Maquillaje y peluquería: Paula Soroa (TEN Agency) para Shiseido y Dyson. Ayudante de fotografía: Agustín Bobo. Ayudante de estilismo: Amaia Grande.
En la página anterior, a la izda., Celia Freijeiro lleva vestido de piel con lazada, de ACNE STUDIOS; a la dcha., Leticia Dolera lleva chaqueta de cuadros, de GIVENCHY; top de lana de MIU MIU; pantalón de piel de GERARD DAREL; y botas planas de PACO RABANNE. En esta página, Aixa Villagrán lleva camisa de algodón, de BOSS; y americana Loreo de doble botonadura, de TOTÊME para BROWNS FASHION. Maquillaje y peluquería: Paula Soroa (TEN Agency) para Shiseido y Dyson. Ayudante de fotografía: Agustín Bobo. Ayudante de estilismo: Amaia Grande.

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