VOGUE (Spain)

Libros contra el racismo.

- MOHA GEREHOU

Entre el reciente asesinato de GEORGE FLOYD en Minneapoli­s y el de LUCRECIA PÉREZ MATOS, a las afueras de Aravaca en 1992 hay un hilo invisible. Muchos son los libros que, de manera directa o indirecta, tratan de explicar el caldo de cultivo en el que se gesta el racismo a uno y otro lado del océano Atlántico, lo que suponer ser migrante en un nuevo país (continente, quizá) y el descubrimi­ento de la propia negritud.

Mamadou Dia salió en 2006 de Gandiol, en plena costa senegalesa, para montar en un cayuco con dirección a Europa. Esquivó a la muerte tras sobrevivir ocho días embutido junto a otras 83 personas hasta que finalmente llegó a Murcia. 3.052 kilómetros desde el lugar de salida al de destino en un periplo que representa la dureza del paso de África a Europa. Mamadou contó su experienci­a en 3052, un libro cuyo contenido detallado contrasta con la sobriedad de su portada.

Esos viajes desde las costas africanas ocurren desde hace siglos. En 1767 Kunta Kinte fue arrancado de Gambia y vendido a un esclavista estadounid­ense que le asignó un nombre que Kunta no quiso aceptar: Toby. Su simbólico acto de plantarse ante una injusticia dio esperanza a los que creían en un mundo mejor. La historia sobrevivió varias generacion­es hasta llegar a oídos de Alex

Haley, que la plasmó en Raíces, un libro clásico convertido en serie de éxito que retrata con dureza la esclavitud que construyó los cimientos de los Estados Unidos mientras África era saqueada.

Desde entonces, la realidad de los negros en Estados Unidos ha evoluciona­do sin que sea sinónimo de mejoría. Lo hemos visto con el reciente asesinato de George Floyd, la punta del iceberg de un problema estructura­l de racismo. No hay documento que explique mejor el trasfondo histórico que la biblia del Black Lives Matter: El color de la justicia, escrito por la abogada Michelle Alexander. En sus páginas arroja luz sobre los hilos que unen la esclavitud con la situación actual de los negros y explica la evolución de un sistema que se mantiene hasta nuestros días.

El caso de George Floyd despertó al mundo, y muchos países secundaron las protestas de EE.UU. por solidarida­d, pero también para señalar que el racismo no es exclusivo del país de Trump. En España, se ha recordado el caso de Lucrecia Pérez Matos, una mujer dominicana que en 1992 malvivía en las ruinas de una discoteca cuando un grupo que quería «dar un escarmient­o a los negros» la asesinó. Aquello abrió los ojos al racismo al pueblo español,

y ahora su rostro aparece en el fotolibro Y tú, ¿por qué eres negro?, del fotógrafo Rubén H. Bermúdez, una obra indispensa­ble para observar el imaginario del racismo en España en los últimos 30 años. El autor siempre cuenta que cuando supo que la asesinaron por ser negra se dio cuenta de la fragilidad de su propia vida.

Rubén forma parte de una generación de negros nacidos en España que en los últimos años ha contribuid­o a la visibiliza­ción del racismo en la península. Ese grupo incluye a la periodista y escritora Lucía Mbomío, autora de Hija del camino, una novela que desmenuza la historia de Sandra Nnom, una mujer negra nacida en Alcorcón cuya vida transcurre a caballo entre el sur de Madrid, Reino Unido y Guinea Ecuatorial, el país de su padre. Sus párrafos entrelazan historias cruzadas por el racismo y una reflexión de fondo de la que muchos en España nos sentimos parte: «Soy hija del camino y en él sigo, porque allí me dicen que soy de aquí y acá me dicen que soy de allá».

Esa mal llamada segunda generación de migrantes en España (como si la condición de inmigrante fuera hereditari­a) viene poniendo la voz y la cara sobre una realidad ante la que Estados Unidos va siglos por delante. La historia del país y su vida son las que transmite el también periodista y escritor Ta-Nehisi Coates en una carta a su hijo plasmada en el libro Entre el mundo y yo. Y aunque a Ta-Nehisi y a mi nos separa un océano sentía que cada palabra se dirigía a mí, puesto que cuenta desde el corazón y la experienci­a lo que es ser negro ya no solo en Estados Unidos, sino en el mundo.

Ifemelu, protagonis­ta de la novela Americanah de la escritora Chimamanda Ngozi Adichie, ni siquiera fue consciente de

su negritud hasta que salió de Nigeria. Ella reparó en que, incluso el cuidado de su pelo, un detalle casi sin relevancia en su país de origen, en Estados Unidos marcaba toda su vida. Su cabello natural, duro y rizado, era visto socialment­e como poco profesiona­l, mientras el cabello suave y liso de las mujeres blancas era el ideal al que aspirar.

Si hay alguien en nuestro país que en los últimos años ha tocado ese tema es la comunicado­ra y escritora Desirée Bela-Lobedde. Ella señala infatigabl­e cómo el componente racial dirige la forma en la que nos miramos, nos construimo­s y, sobre todo, la manera en la que vemos la belleza propia y ajena. Lo cuenta en su historia, Ser mujer negra en España, un libro que no necesita más presentaci­ón que la que su título deja entrever.

Las obras aquí enumeradas conectan realidades que, como los asesinatos de George Floyd y Lucrecia Pérez, se repiten a ambos lados del océano, unidas en su génesis por el racismo. Y con el fin de entenderlo y erradicarl­o, las páginas de estos libros nos ayudan a hacer de la memoria y el conocimien­to la mejor manera para construir el futuro

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Hija del camino, de Lucía Mbomío.
En esta pág., Raíces, Y tú, ¿por qué eres negro?, 3052, Ser mujer negra en España, El color de la justicia y Entre el mundo y yo.
En la pág. anterior, Americahan, de Chimamanda Ngozi Adichie e Hija del camino, de Lucía Mbomío. En esta pág., Raíces, Y tú, ¿por qué eres negro?, 3052, Ser mujer negra en España, El color de la justicia y Entre el mundo y yo.
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