VOGUE (Spain)

Cuando el AMOR NO ES perfecto

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La serie ‘Normal People’ aterriza en España precedida de un éxito que ha hecho de sus dos protagonis­tas, interpreta­dos por DAISY EDGAR-JONES y PAUL MESCAL, un faro de esperanza en tiempo de crisis. Adaptando la novela homónima de SALLY ROONEY, la ficción televisiva sigue el romance de un par de adolescent­es irlandeses hasta su madurez. Lo mejor, coinciden ambos actores, es que está lejos de ser otro cuento de hadas y ahonda en problemas como la salud mental, las relaciones tóxicas o las insegurida­des de su generación.

Chico conoce a chica, sí, pero con muchos matices. Pocas series tan esperadas en estos largos meses de confinamie­nto como Normal People, un esfuerzo conjunto británicoa­mericano de las plataforma­s BBC y Hulu. La cantinela sobre la adaptación de la novela homónima de Sally Rooney era, precisamen­te, que el viejo y manido cuento de princesas con festín de perdices brillaba por su ausencia en esta ficción de 12 capítulos, adaptada a la pequeña pantalla por Lenny Abrahamson (La habitación, Frank...) y Hettie Macdonald (Beautiful Thing, Regreso a Howards End). «Normal People es como Call Me by Your Name, pero en versión heterosexu­al», clamaba el pasado mayo el periodista Derek Blasberg, y no andaba alejado de la fórmula de éxito cosechada en apenas dos meses por esta serie a lo largo del globo: un escenario de ensueño –cambiando Lombardía por el norte de Irlanda–, dos protagonis­tas tremendame­nte atractivos con las hormonas alteradas y una historia sobre el primer amor que, para qué engañarse, suele acabar con la misma intensidad con la que germina. Pero, más allá de eso, donde la cinta de Luca Guadagnino (basada en la novela de André Aciman) evidenciab­a la grieta generacion­al entre sus dos enamorados, Normal People consigue trazar un camino paralelo entre dos jóvenes, magistralm­ente interpreta­dos por Daisy Edgar-Jones y Paul Mescal (en su debut televisivo), que aprenden lecciones similares para acabar en recorridos muy dispares. La ficción da en el clavo precisamen­te por eso: el público es testigo de una representa­ción bastante cruda (sin aderezar) de una relación; del sexo, pero también de lo importante que es la salud mental y de los riesgos que el amor supone para ella.

«Creo que eso es precisamen­te lo que la hace novedosa: el respeto con el que trata esos problemas», razona Paul Mescal (Maynooth, 1996). El actor de 24 años, criado en una pequeña ciudad al oeste de Dublín, pasó la mayor parte de su adolescenc­ia jugando al fútbol gaélico hasta que se matriculó en el Trinity College de la capital irlandesa. Los pasos son casi idénticos a los de su personaje, Connell, cuya popularida­d en el instituto contrasta con la de una hermética y sarcástica Marianne (Edgar-Jones). Lo que sus compañeros ignoran es que la madre de él acude dos veces por semana a limpiar la mansión donde ella vive con su madre, una procurador­a viuda a años luz de su hija en cuanto a respuesta emocional. «Desde que comienzas a ver la relación entre ambas, entiendes por qué En la página de apertura y en la Marianne está tan llena de capas página siguiente, Daisy EdgarJones y Paul Mescal, los dos y es tan compleja», cuenta Daisy. protagonis­tas de Normal People, la «Me gusta que se respete eso de la adaptación televisiva de la novela novela original de Sally Rooney, homónima de Sally Rooney, que se estrena en España el 16 de julio, porque la personalid­ad de Marianne en la plataforma Starzplay. no puede encajar dentro de un estereotip­o adolescent­e y es una gozada encarnar un personaje tan bien escrito».

La actriz británica (Londres, 1998) está más curtida que su compañero en materia televisiva: hija de una editora y de un productor de televisión –encargado de la edición inglesa de Gran Hermano–, creció en el barrio de Muswell Hill, comenzó actuando en el National Youth Theatre de Londres y debutó en la serie tragicómic­a Cold Feet, emitida entre 1998 y 2003 por ITV. «Pero todo lo que hubiera vivido hasta esto no puede compararse», bromea con el éxito aplastante de esta serie que aunque, a España no llega hasta este 16 de julio (lo hace a través de la plataforma Starzplay), ya se ha ganado minuciosos análisis sobre el triunfo del cuento de hadas truncado. Al menos, lo suficiente para que ambos actores hayan notado el impacto mediático, pese a haber estado encerrados en sus casas desde su primera emisión.

«Habíamos estado cuatro meses grabando sin descanso, la mayoría de días rodando hasta las doce de la noche, así que interpretá­bamos a Connell y Marianne la mayoría del día y después teníamos unos cinco minutos para ser nosotros mismos. Eso hizo que no fuéramos muy consciente­s de nada más allá del guion y el set, hasta que llegó el día de emisión y entendí, desde la pantalla de mi ordenador, que aquello empezaba a tener éxito», arguye ella. «Recuerdo a muchas personas de mi alrededor diciéndome que mi vida iba a ser diferente de la noche a la mañana, pero tampoco escuchaba demasiado. Saliera bien o mal, prefería mantener cierta distancia». Lo extraño que fue constatar el fenómeno del proyecto resulta similar, coincide Mescal, al de la ronda de promoción que hoy los tiene una jornada completa contestand­o a periodista­s desde los salones de sus respectivo­s pisos en Londres. Un formato, el de las videollama­das, tan extraño como desconocid­o para todos, inclusive los responsabl­es de prensa de la serie, que en un momento dado envían por error a una veintena de periodista­s, agolpados en la sala de espera virtual, al comedor de los actores.

Las ruedas de prensa no son lo único que ha cambiado para los actores. En las postrimerí­as de la era #MeToo, la comodidad de los intérprete­s a la hora de rodar secuencias con contacto físico se ha vuelto un requisito obligatori­o y vigilado. Normal People tiene no una, sino un buen puñado de escenas que reflejan la evolución sexual de los protagonis­tas y cada una de ellas fue planteada, ensayada y coreografi­ada con la especialis­ta Ita O’Brien, responsabl­e de escenas íntimas de la serie. «Parece algo secundario, pero cosas como esa han sido clave en el resultado final», concede Daisy Edgar-Jones. «Puede que parta de un amor intenso pero, desde luego no muestra una relación en su luna de miel, ni es un retrato cursi o empalagoso de la pareja. Son dos jóvenes que se pelean, que muchas veces no saben comunicars­e, y creo que eso le resulta muy refrescant­e al espectador. En ningún momento idealiza el amor ni el proceso de enamoramie­nto, por eso tú o yo podemos empatizar con ello», remata, aludiendo a las insólitas cifras de visionado (más de 17 millones). «También ayuda que la novela esté escrita por Sally Rooney, porque no me imagino cómo habría sido contada por otro», replica Mescal. La autora irlandesa, al igual que sus protagonis­tas, aterrizó en Dublín para cursar estudios culturales estadounid­enses en el Trinity College, pero fue en 2017 cuando conquistó al público europeo con su pri

mera novela Conversaci­ones entre amigos (publicada por Random House) de la que también ha firmado su adaptación televisiva. A sus 29 años, muchos se han aventurado a bautizarla como «la J.D. Salinger de la generación Snapchat» y Gente normal (como se ha traducido el libro en español) toma la estela de su debut, añadiendo matices sobre la diferencia de clases, la ansiedad, los vínculos tóxicos o la autoestima en una fórmula singular, describien­do lo que la crítica literaria Annalisa Quinn ha llamado «Marxismo que rige los corazones». En ese caos hacia la edad adulta, Marianne y Connell estiran su amor como un chicle para crecer individual­mente y reencontra­rse en el extremo opuesto del que conocieron al inicio del romance.

Está por ver si finalmente sus planes de futuro se mantienen con la situación actual pero, de momento, Edgar-Jones espera regresar a la producción teatral Albion, en el teatro Almeida de Londres, y Mescal hará lo propio con El teniente de Inishmore (en el Gaiety) mientras compensa con la fotografía y el piano el vacío que dejó la práctica de fútbol profesiona­l. «La vida ha cambiado un poco, y es muy duro decirlo, dadas las circunstan­cias, pero es cierto que no sabemos cómo va a ser la nueva normalidad. La suerte de esta serie es que ha triunfado como distracció­n de todo lo que nos estaba pasando, y es algo triste en cierto modo», revela Mescal. «Ha sido el año más largo de nuestras vidas y no llevamos ni la mitad, así que me consuela que al menos hayamos servido para eso»

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