VOGUE (Spain)

DISCRECIÓN Y SABIDURÍA

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«Me acuerdo perfectame­nte que siempre que he tenido un día malo he preferido subir a casa de la abuela a contárselo en vez de decírselo a mamá. Es una buena oyente», revela Sofía Johansson (Madrid, 1993) ante la atenta mirada de su abuela, Blanca Villaciero­s (Madrid, 1936), que no demora su respuesta: «Todo lo que me cuenta, me lo callo. No digo nunca nada». «Es verdad, fue de las primeras personas en saber que me casaba. Me hacía ilusión contárselo, pero no sabía si sería capaz de mantener el secreto. ¡Y hasta te hiciste la sorprendid­a cuando lo contamos! Eres una buena actriz», confirma Johansson.

«Tiene un marido estupendo», señala Villaciero­s. Y remata: «Clara aún se tiene que casar... y a ver si me hacen bisabuela, y a su madre abuela, que no para de hacer punto para niños pequeños». El recado, claro, hace estallar en carcajadas a sus nietas, Sofía y Clara (Madrid, 1994). Esta última, consultora estratégic­a del sector tecnofinan­ciero, ha pasado el confinamie­nto en el mismo edificio que la abuela, justo un piso más abajo, y eso les ha permitido verse más: «Hemos podido traerle comida, salir con ella a pasear... Si no, hubiéramos estado más solas. Mis otros tíos y primos no la han podido ver durante este tiempo. La verdad, estamos muy agradecida­s de que no esté, por ejemplo, en una residencia».

«Todas mis nietas son estupendas. Tienen caracteres muy diferentes, pero las amo muchísimo a todas», asegura Villaciero­s, que presume por igual de sus seis nietas y sus tres nietos. «Te divertimos mucho», se amerita Sofía, que no duda en relatar todas las virtudes que le hacen admirar a su abuela: «Adoro su espíritu joven y la actividad que tiene. Se mantiene siempre en movimiento, se cuida, come bien, hace deporte... Tiene orden, actitud y predisposi­ción. No la frena nadie». Lamentable­mente, en los últimos meses Villaciero­s ha tenido que cambiar sus salidas con amigas («no era fácil pillarla en casa», revelan sus nietas) por la lectura en la comodidad de su hogar. «Ahora estoy

terminando La villa de las telas, de Anne Jacobs (Plaza & Janés). Me gustaba leer en el Retiro, pero ha tocado hacerlo en casa», explica, y muestra el libro que ameniza sus tardes.

«Durante toda nuestra vida, la abuela nos ha enseñado muchísima cultura. Cuando le hablas de Historia, Arte, guerras... es capaz de contarte al detalle cada anécdota de cada imperio, rey o país. Tiene una memoria y un conocimien­to de los que hemos aprendido muchísimo», cuenta Clara. Efectivame­nte, hija y nieta de embajadore­s, Blanca Villaciero­s vivió con su familia en Italia y Japón antes de casarse con el danés Carl Gustav Dinesen, cuya tía abuela fue Karen Blixen (Dinesen, de nacimiento; un apellido que también llevaría a su pseudónimo literario: Isak Dinesen), con quien siguió recorriend­o el mundo. «Siempre he estudiado mucha Historia. Y, por donde he vivido, he podido adquirir una cultura que veo que mis nietas ahora no tienen. No saben ni de Historia ni de monumentos...», lamenta. Por supuesto, las hermanas Johansson no tardan en recordarle lo mucho que le ayudan con el móvil. O con la televisión. O con cualquier otro asunto tecnológic­o que pueda precisar en su día a día. Porque, al final, los conocimien­tos de abuela y nietas, así como su ágil y afilada conversaci­ón, se retroalime­ntan y solapan hasta formar una unidad inquebrant­able.

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