VIDEOLLAMADAS DESDE LA REBOTICA
«El recibimiento que me han hecho mis nietos ha sido maravilloso. Después de tanto tiempo sin poder verlos, han salido los tres y se me han colgado al cuello. Yo aún llevaba la mascarilla puesta y todo, pero ha sido muy emocionante», relata Bienvenida Sánchez Guerrero (Guijo de Coria, Cáceres. 1945) sobre la primera vez que ha podido reencontrarse con la familia de su hija Ana Carrasco (Madrid, 1976), tras el paso de Madrid a la Fase 1 de desconfinamiento. Con 75 años ya cumplidos, estos meses Bienvenida ha seguido acudiendo a trabajar hasta cuando ha podido a la farmacia que regenta en el madrileño barrio de Pinar de Chamartín. Y, cuando la situación se complicó, decidió llevarse el trabajo a casa. «He pasado los días llamando a proveedores en busca de mascarillas, geles, etc. y también he estado en contacto con algunos clientes de más edad que estaban con su cuidadora, para saber qué tal se encontraban. Con Ana ya hablaba mucho antes de todo esto, pero hemos procurado mantener un contacto diario a través de Facetime», señala la veterana farmacéutica, que ha llevado a la sesión de fotos que acompaña este texto uno de los primeros albarelos que compró para su farmacia, hace muchos años años, y que ha tenido muy a mano durante la crisis sanitaria global provocada por la COVID-19. «Es una profesional absolutamente vocacional, y muy querida en el barrio», alega orgullosa su hija, fundadora de la firma de accesorios Malababa.
Con respecto a sus nietos, Bienvenida lo tiene claro: «Como un hijo no hay nada, pero ¡ay, los nietos! Se disfrutan más, porque no tienes que estar pendiente de todo: educación, comportamiento, si duerme, si come... Al nieto puedes tenerlo tres días en casa, y claro que te haces responsable... pero no de toda su formación vital. Y se los quiere a rabiar. Todo el mundo lo dice, pero no es un tópico: es un cariño muy especial». Además de los tres hijos de Ana (Juana, Teodora y Fernando), Bienvenida es abuela de otro niño más. «Mis padres han rejuvenecido con los nietos», finaliza Ana