Wekaforé Jibril, apología de la negritud.
Diseñador, músico y agitador cultural, WEKAFORÉ JIBRIL declina su herencia en todas las manifestaciones artísticas a su alcance para volverla masiva.
Es imposible no leer los acontecimientos que han jalonado la vida del diseñador Wekaforé Jibril (Lagos, Nigeria, 1995) en términos de señales del destino. La alquimia familiar –padre arquitecto, madre productora textil y abuelo sastre– surtió pronto su efecto e hizo que Weka, como le llaman sus amigos, desarrollara una personalidad altamente creativa desde niño. Su infancia transcurrió entre maquetas de edificios, retales de aso oke –tejido típico de África occidental– y trajes impecablemente cortados hasta que, en 2007, un incendio arrasó su casa provocando que la familia se trasladara a Dubái, justo en el año en el que estalló la crisis económica. Fue allí, en ese entorno nuevo y descontextualizado, donde Jibril comenzó a ser consciente de las implicaciones de su propia negritud y a experimentar con el diseño. Entonces tomó la decisión que lo cambiaría todo: estudiar moda en Europa. De manera casi accidental –Google mediante– recaló en una escuela de diseño de Bilbao, desde donde dio el salto más tarde a Barcelona, ciudad en la que vive actualmente y donde completó su formación.
Su marca de moda homónima, de la que ya ha presentado ocho colecciones, está bajo la influencia de la inspiración afrofuturista y la estética de los 70, con guiños a la cultura disco y funk. La firma se complementa con varios proyectos colaterales: The Voodoo Agency, una agencia comprometida con dar visibilidad al talento negro; Egosex, un grupo que integra junto a Hugo Bonet y Lluís Campos, que mezcla electrónica con música primitiva
africana; y Voodoo Children’s Club, una fiesta, ahora en suspenso, que pretende ser una plataforma de expresión y un punto de encuentro entre creadores de distintas disciplinas. Jibril aplica la misma receta en todos esos ámbitos. «Una es la parte estética, la otra es el ritmo. Pero forman parte de la misma conciencia», reconoce. Todas esas manifestaciones no son más que vasos comunicantes que lo conectan con el mundo y le ayudan a transmitir un mensaje claro. «Creo que haber vivido en varios sitios y haberme encontrado en situaciones extrañas me ha dado una mayor perspectiva sobre mí mismo. La visión contemporánea de África es un poco abstracta porque tiene muchas capas: hay moda, filosofía, música, espiritualidad. Y yo me siento conectado a esa visión»