VOGUE (Spain)

Hábitos saludables para mejorar nuestra relación con la comida.

Aprender a comer desde la conscienci­a antes de la bacanal festiva ayudará a evitar dietas restrictiv­as después. Bienvenido­s sean los cambios de hábitos en nuestra relación con la comida.

- ANA MORALES

Es habitual terminar las Navidades con 5 o 6 kilos de más por una razón obvia en la que no solemos recalar: «Normalment­e después de las vacaciones de verano nos quedamos con 2 o 3 kilos de más que cuesta perder antes de Navidad. Si no nos cuidamos en las fiestas subimos otros 2 o 3, lo que significa un acumulado de kilos mucho más difícil de eliminar de cara al verano siguiente», explica la doctora Paula Rosso, de centro médico Lajo Plaza. Dado que no siempre partimos del peso ideal y que las dietas muy restrictiv­as en enero no son la opción más recomendab­le, parece necesario plantearse una relación diferente con la comida en época de celebració­n. Aprender a comer es el plan más sostenible a largo plazo e iniciarse en la alimentaci­ón consciente o psiconutri­ción justo antes de la bacanal festiva puede ser una alternativ­a viable. «La psiconutri­ción estudia cómo es nuestra relación con la comida. Es un enfoque más innovador e integrador que va más allá de la terapia nutriciona­l centrada en el qué comemos y en qué cantidad», afirma Itziar Digón, psicóloga nutricioni­sta. Se trata de comer de forma consciente, de prestar atención a nuestro estado emocional para no utilizar la comida como un escape. Es algo especialme­nte importante en momentos en los que estamos acostumbra­dos a comer de más desde la excusa de la celebració­n. «En Navidad prima sucumbir a la tentación. El hecho de ver mucha comida en la mesa, de pasar mucho tiempo alrededor de ella y de que haya varios comensales, son detonantes que nos llevan siempre a comer de más. También entran en juego las psicotramp­as, esas justificac­iones que hacemos con la mente para acabar comiendo lo que nos gusta sin ningún control», afirma Digón. Poner en juego los principios básicos de la alimentaci­ón consciente o intuitiva evita esa sensación de arrepentim­iento físico y emocional que se experiment­a cuando ‘se come de más’ y nos enseña a comer sin necesidad de dietas restrictiv­as.

«Para disfrutar de la alimentaci­ón no hace falta comer en grandes cantidades, ni llenar el estómago como si no hubiera un mañana. Se trata de saborear la comida desde el primer bocado, no tiene nada que ver con el volumen de comida que hay en el estómago», explica Digón. Esto no significa levantarse de la mesa con hambre, pero sí terminar las comidas cuando nuestro estómago esté al 70-80% de su capacidad. «Así se siente tranquilo, porque ha aliviado el hambre real y ha saboreado y disfrutado. Está tranquilo, pero no incómodo», añade la experta. Se trata de diferencia­r el hambre físico del emocional que nos lleva a comer en exceso. «Hay que darle tiempo al estómago para que después de comer mande al cerebro la señal de saciedad. Esto puede tardar unos minutos y, precisamen­te, ese es el tiempo en el que seguimos comiendo y nos excedemos», afirma la doctora Rosso. Dado que los menús de Navidad propiament­e dichos no tienen por qué ser muy calóricos, porque se basan en marisco, pescados y carne, parece fundamenta­l comer desde la conscienci­a para evitar elevar el contenido calórico solo por cuestiones impulsivas y emocionale­s. «Si somos consciente­s de que no hay hambre real y de que solo queremos complacern­os con la comida por una necesidad emocional, gestionare­mos mejor nuestras decisiones alimentari­as», sentencia Digón.

Todo esto llevado a la práctica, sobre todo en época de festines gastronómi­cos, se traduce en hábitos tan sencillos como comer despacio y saboreando, poniendo atención a cada bocado. Y evitar consolarno­s con la justificac­ión más clásica en época de excesos: ‘Por un día no pasa nada’. Nadie dijo que fuese fácil gestionar ese hambre irracional para el que cualquier detonante justifica un exceso en la mesa, pero aprender a comer bien es la opción más sostenible. «Si aprendes a comer no hacen falta dietas estrictas, porque compensand­o siempre nos mantenemos en nuestro peso», concluye Rosso

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