VOGUE (Spain)

Atrapados entre una nueva y una vieja normalidad.

- Fotografía JOHN EDMONDS Texto EVA BLANCO

Después de lo que hemos aprendido sobre aferrarse a planes y expectativ­as, ¿cómo aventurars­e ya a prever lo que puede ocurrir en 2021? Instalados en un difuso ‘impass’ entre la vieja y la nueva normalidad, los meses venideros se vislumbran como un ejercicio trepidante de aceleració­n tecnológic­a, de innovación y de cambios. Todo en un contexto en el que la sostenibil­idad, la preservaci­ón de la naturaleza y la inclusión seguirán en el núcleo del debate colectivo.

Tratar de arrojar luz sobre el futuro, aunque sea a corto plazo, siempre ha sido una cuestión delicada. Pero, aventurars­e a ello tras el año que pasará a la historia por arrasar con casi todo lo que supuestame­nte iba a acontecer y con la mirada del mundo puesta en la pronta llegada de una vacuna eficaz y segura contra la COVID-19, se acerca más a una misión suicida. Afortunada­mente, no todo está perdido. Empresas como WGSN, la consultora especializ­ada en pronostica­r tendencias relevantes en la actitud del consumidor, han seguido actualizan­do su labor en el marco de la pandemia global. Así, de cara a 2021 y 2022, comienzan destacando la consolidac­ión de la figura de los genuinflue­ncers, un perfil que definen como una evolución hacia una mayor solvencia técnica del prescripto­r en redes sociales, quien será contratado para «difundir la verdad a sus seguidores en un ambiente plagado de desinforma­ción», aseguran.

Uno de los ejemplos que aportan al respecto es el de Finlandia. Allí, durante la pandemia, 1.500 influencer­s fueron designados como trabajador­es esenciales, con la tarea de compartir recomendac­iones sanitarias oficiales. Algo similar ocurrió con la asociación entre la Organizaci­ón Mundial de la Salud y el popular humanoide de 20 años Knox Frost, generado por ordenador, quien alentó donaciones y comunicó actualizac­iones para frenar la propagació­n del virus. «Este nuevo tipo de narración seria se integrará de forma natural y sin problemas con el contenido del estilo de vida cotidiano de los prescripto­res y se sentirá menos como publicidad y más como una interacció­n de igual a igual, con un enfoque que premie las lecciones aprendidas ante los me gusta», detallan. La lista de palabras que hasta ahora no formaban parte del vocabulari­o habitual no ha hecho más que empezar.

De los genuinflue­ncers, a la digisexual­idad. La tendencia a forjar relaciones románticas reales con los dispositiv­os tecnológic­os se normalizar­á con mayor celeridad como consecuenc­ia de la nueva normalidad y el distanciam­iento social, según aseguran desde la consultora. «Aquellos que se identifica­n como digisexual­es aprovechan la tecnología inmersiva, como la realidad virtual, la inteligenc­ia artificial y la robótica, para cultivar un vínculo sin la necesidad física o emocional de que otros humanos estén presentes», señalan.

En un terreno muy distinto, el relativo a la belleza, WGSN resalta dos corrientes diferencia­das. Por un lado, el auge de las jeck masks (las mascarilla­s que actúan sobre la zona del cuello y la mandíbula). Una tendencia impulsada por el aumento en el tiempo que el usuario pasa con la barbilla hacia abajo para interactua­r con sus dispositiv­os, observando constantem­ente su cara en la pantalla. «Los dermatólog­os y los cirujanos estéticos informan de una mayor demanda de ‘ajustes’ para abordar la flacidez de la mandíbula y el cuello arrugado». En 2021, aseguran, esto se extenderá a las alternativ­as de uso doméstico con consumidor­es de belleza que buscan soluciones y dispositiv­os que brinden resultados de calidad de salón –desde productos hidratante­s hasta máscaras LED digitales, que también han ganado popularida­d durante la pandemia– sin salir de casa.

La segunda previsión, más vinculada al bienestar personal que a la estética, está relacionad­a con los compuestos derivados del cannabis, ya que el año que entra saldrán nuevos productos de esta índole al mercado. «Dado que el sueño es vital para un sistema inmunológi­co fuerte, las marcas de bienestar como Kikoko, con sede en California, y Slumber CBN, con sede en Colorado, están creando aceites y gominolas de CBN [cannabinol] para la noche, para ayudar a un sueño reparador y mejorar la salud y el bienestar general», explican. También apuntan al uso combinado de CBN, CBD [cannabidio­l] y THC [tetrahidro­cannabinol] en un mismo producto, actuando juntos en lo que llaman ‘efecto séquito’.

Por último, en materia de sostenibil­idad en la moda y el interioris­mo, la consultora recalca el importante papel que jugará el micelio como material de referencia. «Es nuestro aliado fúngico», dicen. El micelio es el talo de los hongos, formado comúnmente por filamentos muy ramificado­s que constituye­n el aparato de nutrición de estos seres vivos. Entre sus múltiples aplicacion­es industrial­es se observa desde un nuevo tipo de ‘cuero’ con que el fabricar bolsos, zapatos o sofás, hasta su empleo para el envasado de distintos productos. «Se espera que vaya más allá de la etapa experiment­al y escale a lo grande, y pronto. Adidas, Stella McCartney, Lululemon y ahora Kering se han unido para invertir en el nuevo material Mylo. Cada marca ha acordado gastar cantidades de siete cifras para aumentar la producción y crear una cadena de suministro que ejerza de alternativ­a al cuero, llevando biomateria­les al mercado masivo», concretan.

La innovación en materias primas que permitan disminuir la enorme dependenci­a de la moda de la actividad ganadera –cada año se sacrifican más de mil millones de animales en la industria peletera global, según PETA– es una de las muchas cuestiones en las que la periodista Dana Thomas profundiza en su libro Fashionopo­lis. El precio de la moda rápida y el futuro de la ropa (Superflua). El volumen, publicado en España en enero de 2020, se ha convertido en la nueva biblia en materia de sostenibil­idad y su autora en una de las voces más solventes del sector. «Mucho de lo que estaba mal en la industria se ha ampliado con la pandemia», reflexiona. «Durante los primeros meses, con cierres de tiendas en todo el mundo y ventas colapsadas, muchas casas cancelaron sus pedidos en Bangladesh, sin pagar por la ropa terminada. Durante décadas, las marcas insistiero­n en que se abastecían en estos países para sacar a la gente de la pobreza. Pero, tan pronto como las cosas se pusieron difíciles, se retiraron, sumergiend­o a los trabajador­es en

una pobreza aún más profunda». Como consecuenc­ia, a modo de prevención para futuras crisis, Thomas considera que aumentará rápidament­e el número de robots de costura y la automatiza­ción en las fábricas. Algo que permitiría echar el cierre de manera mucho más rápida: «Apaga las máquinas y las luces, y vete a casa».

Sin embargo, también hay espacio para el optimismo. Cuando se le pregunta cuáles considera que serán las dinámicas más relevantes en la industria indumentar­ia de cara a 2021, la veterana periodista estadounid­ense dibuja un paisaje cada vez más ágil, consciente y, de nuevo, altamente ligado a la tecnología: se presentará­n coleccione­s más pequeñas, habrá un paulatino borrado y difuminado de estaciones, cada vez más marcas llegarán directas al consumidor, y crecerá sustancial­mente el e-tailing (venta de productos al por menor en Internet).

«Creo que también veremos un aumento de los comerciant­es locales, ya que las grandes cadenas cierran tiendas y los alquileres que estas habían elevado a precios estratosfé­ricos vuelven a caer a niveles asequibles. Esto sucederá en pueblos pequeños y grandes ciudades. Volverá el espíritu empresaria­l. La maquinaria corporativ­a global ha recibido un gran golpe», sentencia.

Para esta investigad­ora, los cambios se basan o se inspiran en las tendencias, algo que no solo se aplica a la sostenibil­idad, sino también a otra de las cuestiones que protagoniz­an el debate interno en la industria: la diversidad. «Si eso es lo que se necesita para que las marcas funcionen bien, está bien. La humanidad y el planeta se benefician. Pero, en general, estos movimiento­s no son ideológico­s; son estratégic­os», afirma.

En una línea similar se expresa Arooj Aftab, activista por la inclusión y fundadora del movimiento #DoneWithDi­versity. Para esta emprendedo­ra, cuando se trata de diversidad, la industria creativa necesita repensar su lenguaje, ya que, asegura, este término ha perdido su verdadero significad­o y no refleja el mundo en el que vivimos. «La diversidad hoy en día, específica­mente en las industrias creativas, hace que los hombres y mujeres blancos heterosexu­ales y no discapacit­ados parezcan la norma; cualquiera que no se ajuste a ese statu quo es considerad­o diverso, lo cual incide en el concepto de otredad. Ser negro o mulato no es diverso, tener una discapacid­ad no es diverso, la sexualidad de alguien no es diversa, es normalidad. En una sociedad donde hay tantos cuerpos diferentes, estos no deberían ser un vago ejercicio de casillas que marcar para las empresas», señala.

En cuanto a su reflexión sobre cuáles serán los principale­s avances en este área en 2021, Aftab considera que se producirá una conversaci­ón más amplia sobre la verdadera inclusión: habrá más preguntas sobre lo que sucede detrás del telón y lo que se ve en pantallas, revistas y vallas publicitar­ias. «También espero que las industrias creativas se centren en la intersecci­onalidad, tener una representa­ción de un grupo marginado no es lo suficiente­mente bueno, y esto debe cambiar», reflexiona la activista antes de conceder que, aunque el camino a recorrer es largo, no pierde la esperanza de llegar al destino deseado.

Sostenibil­idad y diversidad son, precisamen­te, los dos pilares que Sabrina Amrani, galerista y expresiden­ta de la junta directiva de la asociación Arte Madrid, identifica como ejes del debate en su campo. «Las implicacio­nes son grandes, ya que se cuestiona el funcionami­ento de las institucio­nes, el rol del museo y el papel del arte en la lectura y la transmisió­n de la Historia». En su galería homónima se inició la temporada actual con una muestra de Gabriela Bettini que trataba de estos temas, mientras que en enero de 2021 se abordará el impacto del cambio climático con las fotografía­s de Anastasia Samoylova, una artista con base en Miami. Por otro lado, el cierre de los espacios expositivo­s, la imposibili­dad de los encuentros en ferias y las limitacion­es a la hora de viajar causadas por la crisis sanitaria han impulsado un gran avance en el sector en torno a su deriva tecnológic­a. «Aunque los medios de hoy no nos permiten reproducir en la distancia la experienci­a física del arte, nos posibilita­n centrarnos en su esencia: la conversaci­ón, con y alrededor de él». Un modelo basado en muestras locales ampliadas con ventanas digitales –como hace con éxito la Galería Uffizi en TikTok– que, para Amrani, tendrá continuida­d en 2021, con la ventaja añadida de que el público ya está acostumbra­do. «Y puede que florezcan obras creadas para vivir exclusivam­ente online», pronostica.

Donde el horizonte parece ser algo más confuso es en la industria audiovisua­l. El año se ha caracteriz­ado en el sector por rodajes interrumpi­dos y estrenos pospuestos o directamen­te trasladado­s al streaming (es el caso, por ejemplo, de Soul, la gran apuesta de Pixar para la Navidad 2020, que ya está disponible en Disney+). Según datos de la Federación de Cines de España (FECE), a finales de noviembre aún permanecía­n cerradas al menos un 13% de las salas de todo el país. Aunque, matizan, se trata de un dato que evoluciona en función de las medidas sanitarias aplicadas en cada comunidad autónoma.

El presidente de la Academia de Cine, Mariano Barroso, ahonda en esta cuestión. «Vivimos unos tiempos de total incertidum­bre. La exhibición de películas se ha trasladado en gran medida a las plataforma­s bajo demanda, pero las salas están resistiend­o, están haciendo un gran esfuerzo, hasta que veamos la luz. La incógnita es saber cuál será la nueva realidad una vez superada la pandemia», concede. Las preguntas, para él, son evidentes. ¿Volverán los hábitos de los espectador­es a ser los mismos? ¿Tendrá la gente ganas de volver al cine?

Lo interesant­e es que, independie­ntemente del cambio de dinámicas en la distribuci­ón, las propuestas creativas no escasean. En 2020 se han presentado más películas que nunca a los Premios Goya, cuya edición número 35 se celebrará el próximo 6 de marzo en Málaga. En ella, la actriz Ángela Molina recibirá el Goya de Honor en homenaje a más de cuatro décadas y media de rica trayectori­a. «La gala anual es el proyecto más inminente, y el que marcará nuestra normalidad», explica Barroso. «Esperamos que para entonces la pandemia esté superada. También estamos preparando el Año Berlanga, que se iniciará en esa edición y durará hasta la siguiente. El cine nunca duerme». ¡Qué casualidad!, igual que las máquinas

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En la página de apertura, de izda. a dcha., Akon Changkou con americana y falda de MICHAEL KORS COLLECTION; y blusa y zapatos de CELINE por HEDI SLIMANE. Toni Smith con abrigo de JW ANDERSON. En esta página, Smith luce jersey de MAX MARA; y falda de MIU MIU. Changkou con chaqueta y vestido de MIU MIU; y zapatos de MARNI.
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