INMUNIDAD microbiótica, el OBJETIVO PRIORITARIO
De lo concreto (hidratación, arrugas, etc.) a un beneficio global situado en la base de todos los otros: la inmunidad dérmica a través de la regulación de la microbiota cutánea se consolida como foco de investigación. El protagonismo no es para menos, teniendo en cuenta que, como explica Virginie Couturaud, directora científica de NAOS (laboratorio responsable de firmas como Bioderma e Institut Esthederm), cada centímetro de piel está habitado por diez millones de bacterias. Una población que, explica, juega un rol principal en la función barrera, con dos misiones clave: «Evitar infecciones y educar al sistema inmunitario». Sí, la microbiota ‘dialoga’ continuamente con el sistema inmune para aprender qué organismos son buenos para mantener la piel sana. Ahí es nada. Para favorecer ese equilibrio esta científica prescribe fórmulas con prebióticos (ingredientes, generalmente a base de azúcares más o menos complejos, que nutren y favorecen el desarrollo de las bacterias existentes), probióticos (bacterias vivas que pueden ser extraídas del microbioma) y posbióticos (moléculas producidas por las bacterias del microbioma que emulan su presencia, generando respuestas y avances en la flora cutánea). Asimismo, recomienda «cosméticos basados en la metagenómica (análisis del genoma bacteriano vía ADN) y la ecobiología: una aproximación al cuidado cutáneo que considera la piel como un ecosistema y trabaja regulando sus mecanismos naturales y actuando tanto sobre las causas como sobre las consecuencias de los agentes que perturban su integridad».