‘Look’ de PORTADA
El diseñador británico MAX ALLEN desgrana los entresijos del particular vestido que EMMA CORRIN luce en este número de ‘Vogue’, al tiempo que hace un repaso de su particular relación con la moda. Por ALEXANDRA LORES.
Max Allen (Derbyshire, 1989) se crió a pocos kilómetros de distancia de donde nació Vivienne Westwood. Unos orígenes compartidos que se intuyen en la construcción de una estética muy inglesa basada en elementos que podrían resultar antagónicos: “Me encantan las series de época como Downton Abbey, con esos vestidos de los años veinte, y las mangas de los trajes victorianos. Suelo usar referencias históricas para los patrones, que después ejecuto con colores y estampados más modernos”, cuenta el diseñador formado en Central Saint Martins gracias al dinero que ganaba como camarero. Sus referencias las encuentra en libros antiguos y en los museos, pero la idiosincrasia británica más pop también está presente en sus diseños. “En la televisión siempre he visto a hombres vestidos de mujeres; algo muy drag. Por otro lado, la inmigración ha permitido que nos encontremos con piezas increíbles como los saris de las mujeres asiáticas, que aparecen en tiendas de segunda mano del este de Londres. Y abrigos de Burberry o prendas de los ochenta con muchas lentejuelas”, añade.
Allen con esa que se encuentra desconectado de lo que ocurre sobre la alfombra roja, pues se dedica a crear trajes para el teatro. Por eso cuando el estilista Harry Lambert le pidió que diseñase un vestido para Emma Corrin se sintió desconcertado, pero aceptó. Decidió pedirle un sel e a le actriz, el cual plasmó en un vestido que completó con un autógrafo de la misma, idea que surgió después de toparse con un libro de autógrafos de celebridades. El peculiar diseño sigue un patrón típico de los años veinte con un pequeño bustier y un tontillo y con ere al que lo lleva un sentido uido del género y de la moda. “Hay algo en cómo cae que se opone a la idea de cómo una mujer debe llevar un vestido, porque el cuerpo no tendría que seguir ninguna norma”, resuelve el diseñador, que también se inspira en Cristóbal Balenciaga. “No creo en hacer sentir incómoda a la gente, especialmente viniendo de mí como hombre. En la moda hay mucha misoginia y algunas mujeres se exponen a operaciones estéticas o a dietas para encajar”. Allen tampoco sigue las enseñanzas de la industria. “En el colegio, me hacía la ropa, pero después me di cuenta de que la moda no siempre iba a ser tan creativa. Muchos amigos se han arruinado al seguir las normas de la industria y sus tiempos. Otros trabajan diseñando colecciones in nitas. Yo tengo la suerte de hacer disfraces. A veces pienso que podría ganar más dinero, pero luego me doy cuenta de que tengo que diseñar un traje de payaso y se me pasa”.