La NOCHE es de LOS QUE SE QUEDAN
Con el inminente lanzamiento de su segundo disco y una cita mayúscula en otoño en el WiZink, 2023 se presenta para las GINEBRAS como el año que lo cambió todo (menos a ellas mismas).
Se encuentran en ese momento definitorio en el que las cosas comienzan a salirse de madre. Ese punto de no retorno, vertiginoso a la par que muy divertido, en el que las bandas emergentes bendecidas por los dioses del
rock ‘n’ roll dan el salto del nicho independiente al público de masas. Las cuatro integrantes de Ginebras –Magüi Berto (A Coruña, 1996), Sandra Sabater ( Alicante, 1996), Raquel López (Madrid, 1991), Juls Acosta (Cádiz, 1994)– son plenamente conscientes de ello. Por eso hay tantas ganas de reír, de bailar y de mantener esta primera entrevista sobre el que será su segundo álbum de estudio,
¿Quién es Billie Max? ( Vanana Records), a la venta el 24 de marzo.
Lo bueno de que el título contenga una frase entre interrogaciones es que la pregunta se hace sola. “El disco se cimenta en torno a tres pilares que son: mucha rabia, estamos bastante más cabreadas que en el anterior [ Ya dormiré cuando me muera (2020)]; la salud mental, que también está muy presente en temas como Ansiedad o Desastre de persona; y mucha fiesta. Nos gusta disfrutar, pasarlo bien. A veces, creemos que la gente se va a pensar que somos unas borrachas que se tiran todo el día saliendo por ahí, pero, aparte de eso, hacemos más cosas. Billie Max es un ente inventado, un sueño en el que confluyen todos estos elementos. Y, a la vez, es la personificación de nosotras cuatro”, explican las componentes del grupo, a excepción de la batería, Juls Acosta, que no ha podido asistir a la cita en la oficina madrileña de su pequeño sello discográfico.
El citado Desastre de persona, uno de los temas que ya se han podido escuchar como adelanto del disco, contiene una colaboración estrella junto a Dani Martín. De hecho, el exvocalista de El Canto del Loco, que se confiesa admirador total de Ginebras, se ha convertido en una especie de padrino oficioso del grupo. “Nos ha cuidado mogollón y nos ha tratado todo el rato como a sus iguales. Es muy raro, porque la sensación es de ¿cómo vas a ser tú fan nuestro? Si con 13 años te escuchábamos nosotras en el casete o en el discman. ¡Bajábamos tus canciones del eMule! [Risas] En serio, es una persona maravillosa. Y no es peloteo ni nada. Todo el mundo que le conoce lo sabe”, dice la guitarra rítmica y voz principal, Magüi Berto, que no duda en desmarcarse de aquellos que cuestionan sus supuestos nuevos coqueteos con los registros más populares. “Hay gente que nos dice, en tono despectivo, que ahora somos mainstream. Pues mira, si ser mainstream te permite llegar al mayor número de gente posible, pues entiendo que todo el mundo querrá serlo, ¿no? ¿Qué tontería estás diciendo? A mí es que me repatea. Lo veo mucho por parte de gente que viene del indie, que piensa que lo que hacen ellos es superguay y lo que hace otro es una mierda. Y no. A mí puede no gustarme tu música, pero te respeto. No tengo esa actitud altiva de creerme mejor que tú”.
La reflexión anterior, unida a un debate más amplio sobre el esnobismo en los gustos musicales, trae una anécdota a la mente de la guitarra solista y segunda voz de la banda, Sandra Sabater. “Hay un niño de siete años que vino a uno de nuestros conciertos y nos dijo: ‘Mis artistas favoritos del mundo sois vosotras y Iron Maiden’. [Ríe] Y, en esa línea, hace un par de días me escribió un chico diciéndome que era de los ‘punkarras’ de mi pueblo y que, curiosamente, le gustábamos. Lo decía de buen rollo y me hizo gracia, pero está claro que aún hay prejuicios sobre qué tipo de música te puede gustar en función de la imagen que quieras proyectar a los demás de ti mismo”. La bajista, Raquel López, ahonda: “La música no se puede comparar. Al final, ¿cómo vas a posicionarnos? Son gustos. Ya está, punto. No puedes opinar sobre lo que le gusta a otra gente”. Y Magüi remata: “Yo creo que somos el placer culpable de muchos indies”.
Lo cierto es que, en lo que a estilo musical se refiere, tampoco son fácilmente clasificables. Las notas de prensa las presentan como “uno de los grupos más punkis del momento” y, si bien en sus inicios abrazaban el término ‘tontirock’ –una variante más irreverente y cañera de ese tontipop que triunfó en los noventa y los dos mil con Los Fresones Rebeldes y La Casa Azul–, en la actualidad ya no lo tienen tan claro. “Los conceptos están desdibujadísimos en este punto. Está todo mezclado ya, pero esa es la riqueza de la música que se está haciendo en la actualidad. Parece que hay que meterlo todo en su cajita, clasificarlo todo… y ahora es imposible”, manifiestan en conjunto. Lo que sí destilan sus letras son múltiples giros feministas y guiños al colectivo LGTBI+. No lo hacen, dicen, con una intención política concreta, sino porque les sale de manera orgánica. “Vienen chicas a decirnos que han salido del armario gracias a nosotras. Ahí te das cuenta de que simplemente contando tu verdad estás ayudando a otra gente. Nuestros conciertos son un espacio superseguro para todo el mundo. Somos más de acoger que de rechazar”, matizan.
De hecho, en lo que a conciertos se refiere, las Ginebras están a punto de protagonizar todo un ritual de paso. Tras un ambicioso tour de primavera y verano llamado La típica gira con paradas en festivales como el BBK Live (Bilbao, 7 de julio) o el Sonorama Ribera (Aranda del Duero, del 10 al 14 de agosto), el 12 de octubre debutarán en el WiZink Center de Madrid. La fecha coincide con el Día de la Hispanidad, lo que ya ha dado lugar a ciertos juegos de palabras. “Nosotras vamos a celebrar el Día de la Ginebridad, nuestra fiesta republicana alternativa”, dicen entre risas mientras se confiesan nerviosas ante este nuevo hito. Uno más en lo que ya empieza a ser una larga lista: la canción con la que rematan su segundo disco, Muchas gracias por venir, fue grabada en el mítico estudio londinense de Abbey Road. Una experiencia memorable que ha quedado registrada en un documental de título homónimo. “Todo el rato pasan cosas con las que casi no te habías atrevido ni a soñar y cada una es más fuerte que la anterior”, comentan. Lo bonito de ese sueño es que va acompañado de un trabajo individual y grupal (con el apoyo de una coach) que las mantiene bien enraizadas al suelo. “Hemos aprendido a decir lo que pensamos de manera asertiva, sin dañar a las otras. Hay bandas en las que llega un momento en que se faltan al respeto. Ahí es cuando se rompe algo, ¿sabes? Al final, es una pena, porque estás viviendo algo precioso”, concluyen. La era de la ‘ginebridad’ no ha hecho más que empezar.
“La música no se puede comparar. Son gustos. YA ESTÁ. No puedes opinar”.