MI PAZ INTERIOR
Si
no recuerdo mal, Claudia Schiffer inauguró con sus veintipocos años vuestra revista, o revistota, porque era enorme, la más grande que había visto nunca en un quiosco. Yo también tenía casi la edad de Claudia, el cutis sin arrugas –como ella–, y un espíritu romántico que alimentaba visualmente con vuestros reportajes. Estuve comprándola durante muchos años hasta que dejé de hacerlo, igual que dejé de hacer otras cosas, y pasar muchas ilusiones. Esos años estudié, me casé y nació mi hijo. Los años siguientes trabajé precariamente, me descasé y dejé de pensar en un futuro más allá del momento. La vida no había resultado como la había imaginado quince años atrás. Ahora voy ya conociéndome, aceptándome, a días parece que alcanzo esa paz interior de la que hablan muchas de las personas (de mi edad) que entrevistáis. Somos una generación maravillosa, nos parecemos entre nosotros más de lo que pensamos, pese a tener vidas aparentemente distintas. Me hizo ilusión mimarme otra vez, y por ello desterré mis planchas pasadas de moda en cuanto vi que regalabais una mucho más bonita y lujosa con la suscripción. Fue como un reencuentro con una época pasada y bonita. Y aquí estamos de nuevo, casi veinte años después.