LAS tres PATOLOGÍAS SOCIALES
1 SHOPAHOLIC (adicción a las compras)
Se define como la necesidad de comprar continuamente (casi siempre cosas superfluas), unida a una falta de autocontrol económico y a un ocultamiento del trastorno. «Si compras mucho pero lo que adquieres te satisface y puedes pagarlo, tranquila, no eres una adicta», asegura Javier Garcés, director del Informe Europeo sobre Adicción al consumo. Síntomas: El problema surge cuando te gastas el dinero de la hipoteca en una prenda que no necesitas y te desesperas al llegar a casa. Arrepentirse después de comprar y endeudarse para hacerlo son los dos síntomas que delatan al shopaholic. Los casos más graves van asociados a depresión, trastornos obsesivo-compulsivos e incluso otras adicciones. Mujeres profesionales: Aunque no hay estudios actuales, hace años eran las mujeres de nivel económico alto las más afectadas por esta adicción. Hoy en día, incide en todas las escalas sociales y también en hombres. Prevención mejor que tratamiento: «Aprende a llevar el control apuntando los gastos y toma la decisión de compra antes de salir de casa. Si ves algo que te gusta en la tienda, déjalo y medita si lo necesitas. Si la respuesta es sí, cómpralo al día siguiente», recomienda Garcés. Rechaza a tu principal enemigo: las tarjetas de crédito.
2 WORKAHOLIC (adicción al trabajo)
«Existe desde hace cuarenta años pero se considera un trastorno obsesivo-compulsivo», explica Mario del Líbano, de la Universidad de Castellón y del equipo de salud psicosocial WONT. Síntomas: Prolongar la jornada a diario, trabajar en casa o estando enfermo, manipular para conseguir más trabajo, no delegar, asumir tareas que no tocan… Se sobrepasa la línea cuando… La persona se queda sin vida social y empieza a sufrir problemas físicos. Primero se manifiestan como bajo rendimiento o irritabi- lidad pero pueden acabar en hipertensión, colesterol, estrés y cuadros de ansiedad. Perfil: Las personas perfeccionistas, muy comprometidas con su trabajo y, en general, con baja autoestima (el trabajo refuerza su identidad). Profesiones de riesgo: No hay workaholics entre los trabajos repetitivos. Afecta a las profesiones creativas y que estén en constante evolución. Las más proclives: periodistas, profesores universitarios, arquitectos y autónomos. Mal visto: Se intenta concienciar a las empresas de que no premien este tipo conductas, pero con la crisis, esta tendencia ha perdido fuerza.
3 TECNOHOLIC (obsesión por la tecnología)
No incluida en las listas como trastorno ni adicción. Según el psicólogo Juan Alberto Estallo, pionero en España en el estudio de los efectos de las nuevas tecnologías, el número de casos es todavía pequeño y no tiene rigor científico. «Lo que sí está reconocido es que hay abusos de la tecnología causados por vivir en una sociedad que prima la información, la inmediatez y los bienes de consumo.» Chats, internet… Las actividades más adictivas se dan con los servicios de interactividad al instante, los chats y las webs de contactos. Smartphorexia: los expertos hablan también de un aumento peligroso de la dependencia del móvil (constante alerta, atención a cualquier señal, uso exagerado de los servicios…) que se ve agravado con los teléfonos con servicios de chats y tweets. Perfil extravertido: En contra de la imagen del chico o chica encerrado en sí mismo que ve la vida a través del ordenador, «la gente más tecnoaholic suele ser simpática, extravertida y con cierta red de relaciones», asegura Estallo. Eso no implica que, tras la apariencia, se escondan problemas de inseguridad y necesidad de reconocimiento.