La empresa Bacardí fue fundada en Santiago de Cuba en 1862, gracias al genio emprendedor y a las investigaciones de don Facundo Bacardí Massó. Por aquel entonces, el ron era una bebida aguardentosa, heredera directa de los tragos que animaban a los piratas, y Facundo Bacardí soñaba con conse-
guir un ron refinado, ado, más acorde con los selectos gustos de la aristocracia instalada en Cuba, amiga del coñac y de los vinos envejecidos. Don Facundo compró una vieja destilería, una casona que alojaba murciélagos, donde empezó a investigar nuevos sistemas de elaboración del ron. Frente a la destilería plantaron un cocotero, regalo de un amigo de la familia. Allí, en la destilería del cocotero y el murciélago, nació el primer ron refinado del mundo, orgullo de una marca, una empresa única que este año cumple su 150 aniversario. Don Facundo consiguió revolucionar la industria de bebidas alcohólicas con sus técnicas pioneras: fermentación controlada de las melazas, filtración con carbón vegetal, uso de levaduras especiales –uno de los secretos mejor conservados de la marca–, añejado en barriles de roble americano y la mezcla final con la que se obtiene el sabor perfecto. Pero la visión y el talento de Don Facundo continuaron con el trabajo de sus descendientes, quienes afianzaron y extendieron por el mundo una marca que, desde entonces, no ha dejado de crecer, a pesar de la ‘ley seca’ en Estados Unidos, las dos guerras mundiales, numerosos huracanes, una revolución que