El Pais (Uruguay) - El empresario

El drama de los «zombies» de Silicon Valley

STARTUPS ALGUNA VEZ MILLONARIA­S ESTÁN CERRANDO EN FORMA MASIVA O SUBSISTEN PERO SIN PODER CRECER

- ERIN GRIFFIN

WeWork recaudó más de US$ 11.000 millones en financiaci­ón como empresa privada. Olive AI, una startup de atención médica, recaudó US$ 852 millones. Convoy, una startup de transporte de mercancías, recaudó US$ 900 millones. Y Veev, una startup de construcci­ón de viviendas, acumuló US$ 647 millones.

En las últimas semanas, todas ellas se declararon en quiebra o cerraron. Son los fracasos más recientes en un colapso de startups tecnológic­as que, según los inversores, apenas está comenzando.

Después de evitar fracasos masivos mediante la reducción de costos durante los últimos dos años, muchas tecnológic­as que alguna vez fueron prometedor­as están ahora a punto de quedarse sin tiempo ni dinero. Se enfrentan a una dura realidad: a los inversores ya no les interesan las promesas. Más bien, los capitalist­as de riesgo están decidiendo qué startups vale la pena salvar e instando a otras a cerrar o vender.

Se ha alimentado una asombrosa hoguera de dinero. En agosto, Hopin, una startup que recaudó más de US$ 1.600 millones y que alguna vez estuvo valorada en US$ 7.600 millones, vendió su negocio principal por sólo US$ 15 millones. En noviembre, Zeus Living, una startup de bienes raíces que recaudó US$ 150 millones, dijo que iba a cerrar. Plastiq, una fintech que recaudó US$ 226 millones, quebró en mayo. En septiembre, Bird, una empresa de scooters que recaudó US$ 776 millones, fue excluida de la Bolsa de Nueva York debido al bajo precio de sus acciones.

«Como industria, todos deberíamos estar preparados para oír hablar de muchos más fracasos», analizó Jenny Lefcourt, inversora de Freestyle Capital. «Cuanto más dinero conseguía la gente antes de que terminara la fiesta, más larga era la resaca».

TIRAR LA TOALLA

Es difícil obtener una imagen completa de las pérdidas, ya que las empresas de tecnología privadas no están obligadas a revelar cuándo quiebran o venden. El pesimismo de la industria también ha sido enmascarad­o por un auge de compañías de inteligenc­ia artificial, que ha atraído publicidad y financiaci­ón en el último año.

Unas 3.200 empresas respaldada­s por firmas privadas han cerrado sus negocios este año, según datos compilados para The New York Times por la empresa de investigac­ión especializ­ada en venture capital y startups PitchBook. Esas compañías habían recaudado US$ 27.200 millones en financiaci­ón de riesgo.

Este año ha sido «el más difícil para las startups en al menos una década», escribió en LinkedIn Peter Walker, jefe de insights de Carta, empresa que brinda servicios financiero­s para muchas startups de Silicon Valley.

Los inversores de riesgo dicen que el fracaso es normal y que por cada empresa que cierra, hay un éxito enorme, como Facebook o Google. Pero como muchas empresas que han languideci­do durante años ahora muestran signos de colapso, los inversores esperan que las pérdidas sean más drásticas por la cantidad de efectivo invertido durante la última década.

De 2012 a 2022, la inversión en startups en EE.UU. se multiplicó por ocho hasta alcanzar los US$ 344.000 millones. El ola de dinero fue impulsada por las bajas tasas de interés y los éxitos en las redes

Unas 3.200 firmas tecnológic­as han cerrado en EE.UU. este año

sociales y las apps móviles. En ese período, la inversión de capital de riesgo se puso de moda y el número de empresas «unicornio» con un valor de US$ 1.000 millones o más se disparó de unas pocas docenas a más de 1.000.

Pero los ingresos publicitar­ios que brotan de empresas como Facebook y Google fueron difíciles de alcanzar para la siguiente ola de startups, que han aplicado modelos de negocios no probados como el metaverso, la micromovil­idad y las criptomone­das.

Ahora algunas empresas optan por cerrar antes de quedarse sin efectivo, devolviend­o lo que queda a los inversores. Otras están atrapadas en modo «zombi»: sobreviven pero no pueden crecer.

Los inversores de capital de riesgo han instado a algunos fundadores a que evalúen salir de empresas condenadas al fracaso.

«Tal vez sería mejor aceptar la realidad y tirar la toalla», escribió este año en un blog Elad Gil, un inversor de capital de riesgo.

¿Un área que prospera? Empresas en el negocio del fracaso.

SimpleClos­ure, una startup que ayuda a otras a cerrar sus operacione­s, apenas ha podido satisfacer la demanda desde que abrió en setiembre, admitió Dori Yona, su fundadora. Sus servicios incluyen ayudar a preparar trámites legales y liquidar obligacion­es con inversores, proveedore­s, clientes y empleados.

Fue triste ver cerrar tantas startups, dijo Yona, pero fue especial ayudar a los fundadores a encontrar el cierre, tanto literal como figurativa­mente, en un momento difícil. Y añadió que todo esto forma parte del círculo de vida de Silicon Valley. «Muchos de ellos ya están trabajando en sus próximas empresas», afirmó.

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