El Pais (Uruguay) - El empresario

«CONSTRUIMO­S UN LUGAR DE REUNIÓN»

- MATÍAS CASTRO

Fundó una editorial y una librería referente en Montevideo, pero no siempre estuvo ligado a los libros, ¿cómo fueron sus inicios? En 2002, después de la crisis, no sabía si iba a mantener el laburo en la empresa multinacio­nal en la que estaba. Cuando tenía dudas, en general iba a recorrer Tristán Narvaja. Ahí prestaba mucha atención a las casas de restauraci­ón de muebles y a los libreros de la vieja escuela. Recuerdo que tenía US$ 70 y fui a un remate para comprar libros, específica­mente de política nacional. Compré 49 textos. Agarré una mesa de cármica y los puse a la venta en la feria. Al año de arrancar con eso me vinculé a distribuid­ores, y mi puesto era como una librería pero al aire libre, en Paysandú y Tristán Narvaja. En la mejor época cada domingo llegábamos a armar y desarmar unos 4.000 libros. Ese proyecto lo seguí hasta el Covid, después de haber abierto un montón de emprendimi­entos.

¿Cómo pasó a tener su primera librería?

Un amigo que trabajaba conmigo me avisó que la librería La Lupa estaba a la venta. Yo tenía algo de plata ahorrada y siempre pensaba si poner una librería o comprarme un auto. Desde sus dueños anteriores, La Lupa tenía la impronta de ser una librería de amigos, de autores y músicos, era un lugar donde pasaban cosas. Por mi lado, tenía, y tengo, una idea romántica de lo que es una librería en la ciudad, porque siempre me gustó pensarla como un lugar de encuentro, un espacio donde parar y redefinir el mundo. Mientras tanto, seguí trabajando en la multinacio­nal hasta 2015, cuando se inició la obra de Escaramuza.

Entre una y otra fundó la editorial...

En una época iba casi todos los

fines de semana a Argentina, conocía las librerías y editoriale­s de allá. Inspirado por lo que veía ahí, en 2011 fundamos la editorial. Quería que fuera con cierta calidad y para bancarla, necesitaba hacer mayores tirajes, más de lo que puede recibir el mercado uruguayo. Entonces vendía en Argentina. Pasábamos los libros nosotros y con amigos por barco, en tandas de 100 o 200.

¿Les servía mover cantidades tan chicas?

Como hacíamos muchos viajes, colocábamo­s muchos. Y en el momento de cobrar, no sacamos plata de Argentina, sino que resolvimos imprimir allá. Fue divertido. Sobre todo porque me gusta mucho la gestión y pensar los equipos con los que trabajo.

¿Qué le dejó el trabajo en la multinacio­nal?

Tuve que viajar mucho como controler y atender mucho a la administra­ción y a las finanzas. Eso me hizo aprender sobre auditorías. Los números son una zona de confort para mí. Pero sabía que no iba a vivir toda la vida en eso, que me iba a mezclar en estos negocios raros, donde creo que está la magia. Una librería es, en una ciudad, un lugar de cultura en el sentido más amplio. Lo entiendo no solo por actividade­s culturales como un taller o una charla, sino como el lugar de encuentro de dos personas con un café de por medio.

¿En qué forma lo fue cambiando esa ruta, desde la multinacio­nal hasta este presente con emprendimi­entos culturales y comerciale­s?

A mí me interesa el libro. Eso me lleva a la gastronomí­a. Y eso me lleva a la cultura. Y creo que voy construyen­do con ese camino. La editorial es una parte necesaria y fundamenta­l de la producción de libros, y por eso lo pensaba desde la librería. Antes, cuando solo tenía el puesto de la feria, pensaba en una librería. Siempre estuvimos abiertos a

«Aprendí mucho de auditorías, los números son una zona de confort»

«Me interesa la ciudad con libros en un marco de cultura nacional»

es exitosa, pero parece que no mostrara los libros más obviamente comerciale­s. Escaramuza tiene todos los libros. El punto es que visibiliza y apuesta por algunos. Mi teoría es que si exhibís y defendés ciertos libros, el público uruguayo está muy preparado para aceptar el desafío de leer algo nuevo. No estoy en contra de lo masivo, estoy a favor de construir otro vínculo, porque lo que construimo­s es un lugar de reunión.

¿Entiende que esto se refleja en las decisiones que tomás para tus empresas?

En Escaramuza tenemos una estrategia de menú, desde el primer día, que te permite comer por $ 300. Y te servimos el agua saborizada, el pan y te damos los cubiertos, sin cobrarte nada por eso. Es obvio que las clases más bajas tienen otras necesidade­s y capaz que no son las que vienen. Es verdad que la clase media y media alta es la que más viene, pero entiendo que también podría ir a otros lugares. Escaramuza transversa­liza mis intereses personales. Cuando tenía 18 o 19 años, juntaba hasta el último peso para tomar una cerveza y estaba muy limitado. Acá trato de habilitar cosas como para que ese pibe que viene, que podría haber sido yo, tenga menos barreras. Eso es un ejemplo puntual, pero atraviesa todo lo que hago. Me importa la plata, por supuesto. Pero si hacés lugares que son solamente para clase media alta o para los ricos, van a venir los mismos de siempre y el público se aburre. En cuanto a los libros, en Escaramuza manejamos 2.000 sellos editoriale­s y contamos con unos 40.000 títulos.

¿Y en la editorial?

Es distinto, porque trabajás con márgenes muy chicos. Tenés que afinar los números y entender que vas a ganar menos. Pero vas a construir algo mejor para la ciudad y eso tiene que ver con el valor de marca. Nuestra búsqueda en Criatura es desde la calidad, que todo vaya acorde con las calidades internacio­nales de los libros. Ahí aparecen algunos fracasos, porque la pensé para afuera. De todas maneras en Argentina, Chile y España empieza a sonar de a poquito. Criatura aporta a la literatura uruguaya de ficción, en ese nicho. Entre ambas empresas empleamos 70 personas.

Escaramuza distribuye y también es un punto muy fuerte de ventas. Y además tiene la editorial. ¿Eso le permite tomar decisiones editoriale­s con otra confianza?

Tenemos mucha informació­n al tener esos negocios que son separados. Te da más confianza para las decisiones de la editorial y le da más confianza a las librerías cuando te toman los libros. La editora es Julia Ortíz y ella decide. Pero contamos con más informació­n que te debería permitir tomar mejores decisiones. El tema es que Criatura es algo atípica, es una editorial de nicho y eso es fruto de una decisión. Como llevamos doce años, se empieza a ver para donde vamos. Hoy por hoy sabemos qué librería defiende mejor nuestros libros, cuáles son nuestras carencias también. Y, además, sabemos que, en términos de aceptación, estamos mejor en Argentina porque allá hay muchas editoriale­s independie­ntes que allanan el camino.

¿Se imagina que el mundo del libro seguirá teniendo el mismo peso?

Invito a todo el mundo que se dedique al libro, desde la lectura, desde las inversione­s, de hacerse librero o librera. Creo que el mundo del libro se cuida solo. Yo estoy de acuerdo con que este mundo cae, ya no es más como era hace veinte años. Creo que hay elementos nuevos y habrá otros en el futuro. Pero para crear creo que es necesario salirse de la tecnología, para pensar, para saber quién sos, cómo construís y cómo trabajás en equipo. Para esos momentos agarro un libro. Hoy, para quien crea cosas, le será más productivo juntarse con dos o tres libros. Eso te da un espacio de creación que es superior al resto, porque te permite ir construyen­do pensamient­o.

«Para crear es necesario salirse de la tecnología. Yo agarro un libro»

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