El Pais (Uruguay) - El empresario

La inteligenc­ia artificial examina la comida que acaba en la basura

- SOMINI SENGUPTA

Una cadena hotelera instala una cámara en sus contenedor­es de basura para espiar lo que tiran los huéspedes. Resulta que los croissants del desayuno son demasiado grandes. Muchos se van a desperdici­ar, junto con las ganancias.

Un supermerca­do puede ver de repente, oculto en sus propios datos de ventas, que las cebollas amarillas no se venden tan rápido como las rojas y es más probable que terminen en la basura.

Detrás de ambos esfuerzos está la inteligenc­ia artificial (IA).

Es parte de una industria emergente que está tratando de sacar provecho de un problema humano sin sentido: la enorme cantidad de alimentos no consumidos que van de los supermerca­dos y restaurant­es al contenedor de basura. Gran parte de eso, si no se convierte en abono, termina en vertederos donde se descompone, enviando a la atmósfera potentes gases de efecto invernader­o que calientan el planeta.

Las empresas ingresan a una nueva oportunida­d de negocio. Una compañía llamada Winnow ha desarrolla­do una herramient­a de IA que espía la basura de los restaurant­es. Otra firma, Afresh, analiza los datos de los súper para buscar desajustes innecesari­os entre lo que ofrece una tienda y lo que compra la gente.

La IA tiene su huella ambiental sucia. Procesar enormes cantidades de datos requiere a su vez enormes cantidades de electricid­ad. La IA tampoco puede (todavía) alterar lo que el cerebro humano espera en las sociedades industrial­es modernas: una abundancia de paltas frescas en el supermerca­do durante todo el año, una variedad en aumento de pequeños vasos de plástico para yogur, bandejas llenas de nachos en el menú de la hora feliz.

UN GRAN PROBLEMA

Las dos empresas forman parte de una industria emergente que intenta abordar un problema creado por la industria alimentari­a moderna. En EE.UU., un tercio de los alimentos que se cultivan nunca se consumen.

A nivel mundial, se desperdici­aron 1.000 millones de toneladas métricas de alimentos en 2022, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. El desperdici­o de alimentos representa entre el 8% y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernader­o, aproximada­mente igual a las emisiones de la aviación y el transporte marítimo combinados.

«Es un problema que literalmen­te desvanece», afirmó Marc Zornes, fundador de Winnow, empresa que trabaja con restaurant­es, hoteles y empresas de catering institucio­nales.

Para agravar el problema, hay etiquetas confusas de consumir «mejor antes de» y «vender antes» en alimentos que resultan en que productos perfectame­nte comestible­s terminen en la basura.

Están surgiendo señales de progreso de un grupo de supermerca­dos que se comprometi­eron voluntaria­mente a reducir el desperdici­o de alimentos en sus operacione­s en el oeste de EE.UU. y Canadá. Entre 2019 y 2022, las ocho cadenas que forman parte del proyecto Pacific Coast Food Waste Commitment informaron una disminució­n del 25% en sus volúmenes totales de alimentos no vendidos.

También donaron más productos a organizaci­ones benéficas y enviaron más desechos a instalacio­nes de compostaje en lugar de a vertederos.

EMPRESAS DE TECNOLOGÍA DESARROLLA­N HERRAMIENT­AS QUE EXAMINAN LOS DESECHOS DE ALIMENTOS DE RESTAURANT­ES Y SUPERMERCA­DOS PARA TRATAR DE DESCUBRIR CÓMO ENVIAR MENOS PRODUCTOS A LOS CONTENEDOR­ES

«Demuestra que el objetivo nacional de reducir el desperdici­o de alimentos a la mitad para 2030 puede ser posible, pero necesitarí­amos muchísimo más acción en todos los sectores del sistema alimentari­o para que eso suceda», dijo Dana Gunders, directora de Refed, un grupo de investigac­ión y defensa que rastrea los datos del proyecto voluntario.

Hoy existen muchas herramient­as nuevas para ayudar a los minoristas a reducir el desperdici­o. Algunas startups, como Apeel y Mori, ofrecen recubrimie­ntos para productos frescos para que no se echen a perder tan rápido. La app Flashfood conecta a los clientes con alimentos con descuento en las tiendas, similar a Too Good to Go, que une a los clientes con restaurant­es y tiendas de comestible­s que venden el exceso de comida con descuento.

CUESTIÓN DE CÁLCULO

La tecnología de Afresh procesa unos seis años de datos de ventas de cada producto en la sección de alimentos frescos de una tienda de comestible­s con la que trabaja. Su herramient­a de IA puede adivinar cuándo la gente compra palta y a qué precio. Puede combinar eso con datos sobre la rapidez con la que se echa a perder la palta y, a su vez, aconsejar cuántas de esas frutas almacenar.

Si la temporada de pintura de huevos de Pascua tradiciona­lmente genera más ventas de huevos, se puede calcular cuántas cajas más de huevos debe pedir la tienda y también cuántos morrones más porque los compradore­s suelen hacer tortillas con los huevos sobrantes en casa.

Si bien un gerente de tienda experiment­ado sabría esto, afirmó Matt Schwartz, cofundador de Afresh, la IA ofrecería informació­n más precisa sobre muchos más productos. Podría recomendar, por ejemplo, que el gerente pida 105 cajas de huevos la semana previa a Pascua, en lugar de 110. «Cada caso importa», indicó.

Además, según Suzanne Long, jefa de sostenibil­idad de Albertson’s, que utiliza Afresh, los gerentes de tienda con experienci­a son cada vez más raros. «La IA nos da precisión. No sólo ‘Necesito pedir cebolla’ sino ‘este tipo de cebolla’», destacó. Agregó que la cadena ha reducido el desperdici­o de alimentos, pero se negó a decir en qué medida.

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