El Pais (Uruguay) - El empresario
«ESTO ES ALGO DIFERENTE Y DE TRIPLE IMPACTO»
En 2018 nace la empresa, pero la idea se remonta a su juventud. ¿Qué lo llevó al reciclaje de residuos? Mi inquietud por este tema viene de antes. De chico pasé veranos enteros en el campo y ahí prendió mi amor y respeto por la naturaleza. A medida que fui creciendo comencé a ver cómo los humanos rompemos el equilibrio de la naturaleza cotidianamente, cómo producimos, consumimos y desechamos. Eso me marcó y durante la licenciatura en ORT terminé por inclinarme por esto. De chico pensaba ser ingeniero agrónomo y cursando la licenciatura, cuando llegó la etapa de especialización en agronegocios toqué unas materias de economía circular que fueron las que me dieron a conocer el mundo de las empresas de triple impacto. Empecé a estudiar, a hacer cursos y decidí que quería dedicar mi tiempo a agregar valor desde ese lugar.
¿Cómo se gestó Abito?
Fue en 2017. En el último año de mi carrera, hago un intercambio estudiantil en el País Vasco, previo a la tesis, y me llamó mucho la atención como gestionan sus residuos. Al volver y estudiar el tema acá, me di cuenta lo complicada que era la articulación entre los generadores de residuos y las plantas de reciclaje y compostaje. Entonces decido hacer la tesis sobre este tema. Diseño un sistema de gestión de residuos para 30 hogares que comenzaba con darles los tachos preparados para clasificar, capacitación y la logística de recolección de cada residuo por separado para luego llevarlo al destino correspondiente. Y ahí sumamos información a cada hogar sobre cómo y cuánto reciclaba, el impacto en el medioambiente, una parte importante del sistema.
¿Por qué es importante? Porque si no tenés la certeza de
que realmente esté pasando, perdés confianza en el sistema y cuestionás si vale la pena. Pero una vez que esto se vuelve un hábito, que ven que los residuos vuelven a ser algo útil, es difícil que den marcha atrás. Eso se extrapola hoy a nuestros clientes.
¿Cuándo pasó de ser una tesis a una empresa?
Yo trabajaba para una empresa de marketing digital de EE.UU. y como le fue muy bien a la tesis a fines de 2017 le cuento sobre esto a mi prima (N.d.R: Soledad
Chiarino, cofundadora de Abito) porque mis compañeros de tesis no podían seguirlo. En agosto de 2018 abrimos Abito —que significa Acciones por el BIen de TOdos— y pasamos el sistema de hogares a comercios, porque por normativa estos están obligados a contratar una empresa para gestionar sus residuos. Comenzamos con restaurantes y en diciembre ya teníamos ocho clientes. Con eso validamos el mercado. A inicios de 2019 conseguimos el Fondo Semilla de ANII (Agencia Nacional de Investigación e Innovación) que nos ayudó a desarrollar el software para generar informes para los clientes. En 2022, recibimos otro de US$ 60.000 y concretamos la primera ronda de inversión privada. También recibimos de ANDE (Agencia Nacional de Desarrollo) para asesoramiento y consultorías. La empresa creció exponencialmente. A febrero de 2020 llegamos al punto de equilibrio, alquilamos un lugar más grande, contratamos más personas hasta que llegó la pandemia. Nuestros clientes eran empresas, restaurantes, colegios y todo cerró. La facturación se redujo a un cuarto. Casi nos fundimos.
que brindamos información sobre todo lo que reciclan»
¿Cómo salieron adelante? Tuvimos que despedir personas, negociar el alquiler, pero se transformó en un momento de grandes aprendizajes. Por ejemplo, cómo manejar las finanzas y hacer más eficiente la operación. También nos obligó a ser creativos
den venir a la planta a ver qué pasa con sus residuos.
Incursionaron en un negocio donde ya existían jugadores importantes, ¿qué estrategia utilizan para competir? Ofrecer algo diferente, revolucionario. Es con triple impacto, con reportes y dando transparencia en los resultados. Pero, además, estamos en varios eslabones de la cadena y con ello atacamos el problema que existía, y es que antes una empresa debía contratar varios proveedores para sus residuos. Nosotros damos la solución llave en mano. A su vez, cooperamos con el ecosistema y algunos que podían ser nuestra competencia son proveedores porque tercerizamos algún servicio. Esto lo aprendí de mi viaje de EE.UU. donde pude ver que hay mucha colaboración. Hoy tercerizamos el 60% de nuestra logística de recolección, por ejemplo.
Lograron la certificación de Sistema B, ¿qué impacto tiene eso en la empresa?
A inicios de 2023 recibimos la certificación como Empresa B que mide el impacto ambiental, económico y social por el efecto catalizador de difundir y concientizar sobre el valor de reciclar. En este último punto también tenemos impacto con la generación de empleo, ya que empleamos en la planta a exclasificadores informales que trabajaban en la calle. Ahora trabajan de manera formal, muchos de ellos tienen 40 o 50 años y nunca habían estado en el BPS (Banco de Previsión Social) ni tenían cuenta de banco. Acá no sólo tienen eso sino un espacio de trabajo más digno.
¿Qué mecanismo utilizan para contratar?
De todo. Ahora estamos en contacto con el centro educativo Los Tréboles, en Cochabamba, cerca del relleno sanitario Felipe Cardoso. Pero además, cuando recién arranqué con Abito, me uní a un grupo de voluntarios del Colegio Stella Maris para ayudar en Los Tréboles. Ahí entraba a las casas de las personas, ayudábamos, hablábamos sobre sus realidades. En esa época generé vínculos muy fuertes con varias familias. Ellos me enseñaron mucho sobre el mundo del reciclaje, de la clasificación. Y cuando tuve la oportunidad les brindé trabajo. Somos 30 personas, 18 en la parte de recolección y clasificación.
¿Cuántas toneladas de residuos gestionan?
Desde el 2018 a 2023, son casi 1.300 toneladas de compostables y unas 2.000 de reciclables. Cartón es lo principal. Por día procesamos siete toneladas de residuos. De estas, una tonelada no se puede reciclar y se envía a Felipe Cardoso. Dos toneladas son orgánicos compostables que enviamos a la planta de Bioterra y otras cuatro son reciclables que se clasifican en 14 categorías como papel, cartón, plásticos, metales, nylon, entre otros. Algunos se venden, otros pagamos para que se recicle. En lo compostable, a fin de mes nos envían el compost que mandamos a los clientes que reciclaron residuos orgánicos. Es parte del servicio y hace tangible el cierre del ciclo.
¿Planean utilizar estos datos como créditos verdes para empresas?
Es algo nuevo en el mundo. Hay multinacionales que deben comprar esos créditos para compensar si vuelcan productos contaminantes al mercado. Estamos viendo cómo hacerlo.
«Hoy gestionamos siete toneladas de residuos por día, seis se reciclan»
¿Cuáles son los próximos pasos de la empresa?
Para este año la idea es incorporar maquinaria y dar un paso más al agregar valor y transformar el residuo en un producto. Comenzaríamos con el nylon para hacer un subproducto que se llama aglomerado con el que luego se hacen las bolsas y venderlo a quien la produzca. Otro paso es comenzar la expansión a más puntos del país. Y para
2025, internacionalizar la empresa. Ya tenemos conversaciones para llegar a Panamá y México, y una empresa de Chile nos contactó para que llevemos nuestro servicio a ese país. Ahora estamos armando el plan y buscando inversión.