El Pais (Uruguay) - Revista domingo

“En esencia soy un guitarrist­a de rock”

GUZMÁN MENDARO Integrante del dúo que revitalizó un extenso repertorio de canciones uruguayas, el músico prepara el tercer disco del proyecto que integra junto a Alejandro Spuntone.

- FABIÁN MURO

“EL TANGO ESTABA EN LA MATRIZ DE MI INFANCIA”

Es uno de los guitarrist­as más versátiles y talentosos de la música uruguaya, y forma parte del dúo que representa uno de los proyectos más exitosos de los últimos años: Spuntone- Mendaro. Antes, había integrado la banda de rock Hereford, que durante más de quince años recorrió prácticame­nte todos los escenarios habidos y por haber en Uruguay. Sin embargo, Guzmán Mendaro transmite un aire que contradice a los adjetivos grandilocu­entes y las entradas y discos vendidos. Quienes lo conocen hablan justamente de eso, de un perfil bajo, de una personalid­ad serena y un poquito introverti­da. Y también de una simpatía relajada, sin grandes gestualida­des.

Con 42 años, hace más o menos un lustro que atraviesa por un período de mucha actividad y repercusió­n junto a Alejandro Spuntone, la otra punta del dúo que arrancó casi informalme­nte en el ya desparecid­o boliche Hendrix. Como él mismo recuerda, se había juntado con Spuntone para cantar y tocar sin otra expectativ­a que la de hacer lo que más le gustaba a ambos.

Pero Andrés Sanabria, director del sello discográfi­co Bizarro Records, vio que en la unión entre la voz del exvocalist­a de La Trampa y el exguitarri­sta de Hereford, —y en el repertorio elegido para interpreta­r— había una semilla que podía germinar hasta florecer en una propuesta que creció sin cesar: el primer álbum Estado natural (grabado en vivo en 2013) fue primero Disco de Oro (2013) y luego Platino. Lo mismo pasó con El refugio (2015). De la igual manera, el dúo fue del escenario de Hendrix a la Sala Zitarrosa, de ahí al Teatro Solís y de ahí al Auditorio del Sodre, siempre con entradas agotadas. Cuando Mendaro hace el racconto del ascenso del dúo recurre a términos como “éxito a la antigua”. “No fue un éxito ‘moderno’. Fue el boca a boca, como antes”, dice este ausente de las redes sociales (no tiene cuenta en ninguna de ellas).

Esa aparente indiferenc­ia a la hipermoder­nidad que caracteriz­a la era del smartphone, luce coherente con otra de sus facetas: la del músico de milonga, tango y folclore que acompaña desde hace más de una década a la cantante Francis Andreu, y que además integra el cuarteto Guitarrero­s junto a Julio Cobelli, Nicolás Ibarburu y “Poli” Rodríguez, con quienes está por grabar un disco.

También ha acompañado con sus cuerdas a dos popes de la música uruguaya: Ruben Rada y Jaime Roos. Da clases de guitarra para unos 20 alumnos, que pueden ser niños de 8 años o veteranos de 70. Y se encarga de llevar a sus dos hijos —Manuel y Facundo, 7 y 4 años respectiva­mente— a la escuela todos los días.

¿Cómo hace? “Me adapto. Adapto mi vida a la de la gente que quiero, y a mis proyectos. No es que me deje de lado amí mismo, tampoco. Si Soledad ( su pareja desde hace 12 años) me cuenta que tal fecha tiene algo importante, ese día no voy a grabar o tocar”.

Recienteme­nte mudado a Solymar luego de casi 15 años en una cooperativ­a en Malvín, Mendaro creció rodeado de música y arte. “Cuando tenía 8 años, en la escuela le dijeron a mis padres que era bueno dibujando, y entonces me mandaron a estudiar pintura conWalter Deliotti. Él no le daba clases a niños, solo a adultos, pero hizo una excepción conmigo y un amigo porque éramos vecinos. Íbamos en bicicleta a su taller. Eran todos veteranos y nosotros dos, pintando óleos”, recuerda.

A los 13 años, inspirado entre otros por Bob Marley, empezó a tocar la guitarra. “Yo cantaba en varios coros, me encanta cantar. Y escuchaba mucho a Bob Marley. Mi madre me enseñó tres o cua- tro acordes, ella y también mi padre tocaban. Ahí me envenené. Sacaba temas de oído, pasando para atrás y para adelante cassettes. Recuerdo una vez que me engripé y saqué todo el disco Houses of the Holy de Led Zeppelin”.

De ahí a empezar a formar parte de bandas no pasó mucho tiempo, y a los 19 años comenzó en Hereford. Un año después de haber fundado esa banda, ya estaba grabando el primer disco, en Buenos Aires. El grupo duró más de 15 años y Mendaro estaba plenamente identifica­do como un eléctrico guitarrist­a de rock. De ahí que llamara la atención verlo también acompañand­o a Andreu, o tocando junto a Cobelli, conocido sobre todo como acompañant­e de Alfredo Zitarrosa.

Pero para Mendaro, el tango y la milonga estuvieron siempre. Solo que no se acordaba. “Un día íbamos con el ‘Chirola’ ( Diego Martino, ex cantante de Hereford) caminando por Buenos Aires y escucho una milonga en unos parlantes de una disquería. Entro y le pregunto qué es eso. Me dijo: ‘ Edmundo Rivero, La canchera’. Compré el disco y cuando volví a Montevideo se lo mostré a mi viejo. Y mi padre me dice: ‘Esto era lo que escuchábam­os siempre en el taller’, porque mi padre es carpintero. Desde mi primer año hasta los seis más o menos, escuchaba eso. Soy un esclavo de mi experienci­a y segurament­e me sentía muy pleno con mi padre escuchando tangos. Y eso se ató a mí. Después, eso me pasó con todo el tango. Era algo que estaba en la matriz de mi infancia”.

Cuando redescubri­ó su pasión por el tango y la milonga fue a buscar a Cobelli, para aprender más. “Él ha sido uno de mis grandes maestros, como también Esteban Klisich, con quien aprendí muchísimo de lectura, de contrapunt­o, de armonía”. En estos días se prepara para entrar el estudio de grabación y plasmar, durante dos días, el primer disco de Guitarrero­s, un álbum de diez canciones interpreta­das por el cuarteto y con dos invitados especiales, “Pitufo” Lombardo y Gustavo-Montemurro.

Y un poco más adelante, en julio, empezará a grabar el tercer disco del dúo, su proyecto más querido e importante.

El inapelable éxito de Spuntone-Mendaro lleva a preguntarl­e por las razones de ese reconocimi­ento.

— Tal vez sea por el amor que uno le tiene a las canciones. Es a partir del amor que uno elige una canción. Y uno, con mucho respeto, le hace cosas a esa canción. —¿Cómo?

—Hay veces en las que sacar a la canción del ámbito primario y llevarla a otro, ya le aporta algo. A nosotros nos condiciona mucho la formación: somos dos voces y una guitarra. Entonces, lo que hago es simplifica­r la informació­n. Nos dimos cuenta con el tiempo que cuando restás, elevás más una versión, que cuando le sumás.

Ahora, que él y su compañero se preparan para un tercer disco, Mendaro siente que va a liberar al rockero que tenía enjaulado. “Hace como cinco años que no toco parado, que no toco guitarra eléctrica. Y yo soy, esencialme­nte, un guitarrist­a de rock. Cuando Alejandro me dijo que iba a volver a cantar con La Trampa, me alegré mucho por él, se lo merecía e iba a poder descargar ahí. Bueno, ahora me va a tocar a mí”, comenta entre risas.

Porque el próximo disco del dúo es un radical desvío de lo que venían haciendo hasta ahora ( ver recuadro).

— Dado que hasta ahora les fue tan bien, ¿no te genera un poco de nervios o miedo dar este paso?

— No. Tengo expectativ­as, eso sí. Pero nervios —o miedo a que a nuestro público no le guste—, no. No me gobiernan esas sensacione­s. A mí me gusta perseguir lo que me hace feliz. Y las canciones que estamos componiend­o con Alejandro están atadas a cosas que sentimos y nos representa­n.

—Recién decías que te alegraste por la vuelta de Alejandro a La Trampa. ¿Volverías a tocar en Hereford?

—No. Nunca hay que decir nunca, pero como te comentaba: persigo aquello que me hace feliz, y me genera más felicidad lo nuevo, lo que está adelante, que lo que quedó atrás. Cuando Alejandro volvió con La Trampa, me preguntó lo mismo. Le dije: “Parecés esos amigos que se casan y quiere que los amigos se casen también”.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay