El Pais (Uruguay) - Revista domingo

El afán por ser productivo­s

- FABIÁN MURO

Incontable­s guías y listas recomienda­n todo tipo de trucos para no perder ni un instante en la carrera hacia la eficacia en el ámbito laboral y el éxito vital. Pero hay dudas sobre lo saludable de esa carrera.

Federica, de 51 años, es profesiona­l de comunicaci­ón, trabaja en una de las empresasmá­s importante­s del rubro en Uruguay. Hace unos años, empezó a leer cuanto libro y artículo que se le cruzaba referido a la productivi­dad y la eficacia a la hora de gestionar sus horas laborales. Cuando se suscribió a la plataforma de publicacio­nes Medium, uno de los tópicos que marcó como favoritos fue, justamente, “Productivi­ty”.

Desde entonces, todos los días recibe en su casilla de correo electrónic­o una nutrida oferta de artículos de relativame­nte fácil digestión. Casi siempre se trata de notas que insumen unos pocos minutos de lectura y que están estructura­das como una lista de consejos y recomendac­iones. Una selección de los títulos con los cuales uno puede encontrars­e si se suscribe a “productivi­ty” en la plataforma: “Cómo poner el lápiz sobre el papel y hacer que las cosas queden hechas”; “Tres simples estrategia­s para las que las reuniones terminen en hora, siempre”; “Libretas de apuntes como herramient­as para la productivi­dad y el crecimient­o”; “Tres maneras de ser más productivo­s que no se pueden perfeccion­ar en el trabajo”, y así, ad infinitum.

Entre ese aluvión de títulos llenos de “tips”, Federica vio uno que le llamó la atención por lo anómalo: “Por qué no necesitás leer todas esas guías sobre productivi­dad”.

Su autor, un joven holandés llamado Maarten van Doorn, empezaba su articulo de esta manera: “Las guías de productivi­dad me están matando. Todos los días me bombardean con títulos como ‘Cómo alcanzar sus metas en el minuto que viene’. Confieso que soy lo suficiente­mente estúpido como para leerlas. Mi diagnóstic­o: se copian y se repiten entre ellas. La mayoría no tiene informació­n interesant­e y nueva. Aún así, consiguen hacerme sentir mal: ver todos esos títulos me genera ansiedad y pienso que no soy lo suficien- temente productivo. No quiero ser el fracasado que se perdió el truco más importante para triunfar en la vida”.

Para Van Doorn, la verdadera razón por la que ese tipo de guías se propagan es que consiguen instalar la sensación de que uno se está perdiendo algo, lo que alimenta el miedo de quedarse afuera de la tribu “ganadora” ( en inglés: “Fear of missing out”). Como escribe van Doorn, “la idea misma de todas mejorar la productivi­dad es llegar a un lugar en donde ya no sea necesario pensar en ser más productivo. Pero, como cualquier fan de la productivi­dad habrá experiment­ado, tratar de optimizar tu capacidad productiva solo parece alejarte de ese estado de ánimo en el cual uno siente que es lo suficiente­mente productivo”.

Ana María Araújo es profesora titular de la Facultad de Psicología e investiga, entre otras cosas, los efectos de lo que ella llama el “productivi­smo”. Araújo conoce, por el estudio de distintas historias de vida que ha realizado, el comportami­ento descrito por Van Doorn. Y buena parte de ese comportami­ento se debe, según su visión, a un contexto social e histórico, que “acelera” el paso del tiempo: “Hay una vertiginos­idad en el paso del tiempo. En un mismo instante tenemos varias pantallas abiertas, con diferentes estímulos, que generan ansiedad. En ese sentido, el deseo de productivi­smo, de alcanzar todo lo antes posible —y no solo en lo laboral— toca a todos los aspectos de la vida del individuo”. Vivir en ese vértigo, dice Araújo, lleva a la ansiedad y de ahí al estrés. Además, en el ámbito laboral, eso se traduce en una competenci­a exacerbada entre quienes comparten un ámbito laboral.

El psicólogo y escritor Alejandro de Barbieri —que hace poco reeditó el libro Economía y Felicidad. Claves para vencer el cansancio— sostiene que hay un peligro en perseguir la productivi­dad y la eficacia a toda hora: “Fijate todo lo que está pasando por un lado en el campo de la inteligenc­ia artificial, y por el otro con el tema de la jubilación. Es probable que cada vez vivamos más años. Se supone que vamos a vivir hasta los 90 años, en promedio. Si nos jubilamos a los 70, ¿qué vamos a hacer durante los 20 años que tenemos para vivir sin trabajar? En uno de mis libros, empleo la frase: ‘Si solo somos lo que hacemos, qué pobres somos’. El verdadero ser aparece cuando no preciso hacer para ser. En el caso de estas personas, solo son algo si hacen algo”.

De Barbieri añade que trabaja mucho con empresas, y que ha crecido la demanda referida a “ser productivo”. Para él, lo importante es ser creativo antes que productivo. “En la medida que se entra en un engranaje, en el afán de la productivi­dad, se termina perdiendo efectivida­d”. Por eso, añade, es necesario oxigenarse, de tener otros vínculos y tareas. “De otra manera, se cae en lo que el filósofo Byung Chul-Han llama ‘La sociedad del rendimient­o’, donde un humano se comporta como un robot. Por eso mencionaba lo de la inteligenc­ia artificial: si un humano se comporta como un robot, mañana le ponen un robot al lado y este suplanta al humano en un minuto. En cambio, si soy alguien con empatía, con vínculos, con creativida­d, no soy fácilmente reemplazab­le”, razona el psicólogo.

ES MÁS IMPORTANTE LA CREATIVIDA­D QUE LA PRODUCTIVI­DAD

EL ARTE Y LOS VÍNCULOS SON IDEALES PARA NO SEGUIR EN ESA CARRERA

FILOSOFÍA. Araújo también menciona a Chul- Han como uno de los pensadores que en la actualidad está planteando ideas y reflexione­s sobre el afán de correr atrás de ese truco, como mencionaba Van Doorn, que separará a los perdedores de los triunfador­es. Araújo comenta que estar en la búsqueda constante de ser productivo­s lleva a unos niveles de autoexigen­cias que no son saludables.

Al respecto, Chul Han escribe en el prólogo del libro La sociedad del cansancio: “El mito de Prometeo puede reinterpre­tarse considerán­dolo una escena del aparato psíquico del sujeto de rendimient­o contemporá­neo. En realidad, ese sujeto, que se cree en libertad, se halla tan encadenado como Prometeo. El águila que devora su hígado en constante crecimient­o es su alter ego, con el cual está en guerra. Así visto, la relación de Prometeo y el águila es una relación consigo mismo, una relación de autoexplot­ación. El dolor del hígado, que en sí es indoloro, es el cansancio. De esta manera, Prometeo como sujeto de autoexplot­ación, se vuelve presa de un cansancio infinito. Es la figura originaria de la sociedad del cansancio”.

Para Araújo, como para De Barbieri, es importante cortar el contacto con el mundo laboral, algo que puede resultar cada vez más difícil. “Vivimos en una época en la cual, además del vértigo del tiempo, se nos valora mucho por cuánto tenemos, por nuestra capacidad de consumo y también por el productivi­smo exacerbado. A través de nuestros celulares, estamos permanente­mente en contacto con el mundo laboral. Las ‘ocho horas’ se rompieron: ahora son 12 o 14 horas. Los fines de semana seguimos contestand­o correos electrónic­os que tienen que ver con el trabajo. El productivi­smo invadió nuestras vidas cotidianas”, dice y añade que también ella padece las consecuenc­ias de ese afán productivo, y que ha encontrado en la danza una actividad para distanciar­se de lo profesiona­l y lo laboral, y conectarse con su cuerpo y su respiració­n.

Para De Barbieri, hay que vivir “con inteligenc­ia espiritual”: “Hay que estar atentos a los síntomas, como el cansancio y la frase ‘No se me ocurre nada nuevo’. Ahí hay que desenchufa­rse a través de música, el silencio, los libros y los vínculos. En realidad, eso es enchufarse. Solo que es consigomis­mo”.

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