El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Jordan Peterson, el intelectua­l de la EraTrump

- FABIÁN MURO

El profesor y psicólogo canadiense es la nueva gran estrella del pensamient­o conservado­r en el hemisferio norte. Gana millones de dólares al año con sus videos, podcasts y el libro 12 Rules For Life.

Probableme­nte sea la figura intelectua­l más exitosa del momento en el hemisferio norte, y su ascenso a esa categoría ha ocurrido a una velocidad excepciona­l. Su más reciente libro, 12 Rules For Life, sigue siendo un rotundo éxito de ventas. Se publicó este año y de acuerdo a algunas reseñas (como la de Niall Ferguson en The Boston Globe) ya superó el millón de ejemplares físicos vendidos. Y es apenas su segundo título luego del debut Mapas de sentido ( 1999). Su presencia en YouTube — sea por el más de un millón de suscriptor­es a su canal oficial, sea por la cantidad de veces que sus seguidores ( o detractore­s) comparten videos en los que aparece— puede parecer abrumadora.

Es, además, objeto de una multitud de reportajes y entrevista­s en los medios más reputados como New York Times, Time o Esquire. El caso de Jordan Peterson es de esos que sirven como ejemplo para refutar la letanía de que los “intelectua­les” dejaron de ser relevantes, o que “la gente” ya no lee y no piensa en otra cosa que el mero entretenim­iento.

Canadiense y psicólogo, fue profesor en Harvard, pero fue desde la Universida­d de Toronto que se hizo conocido. La primera vez que llamó la atención en su país natal fue hace dos años, cuando se hizo pública su resistenci­a al proyecto de ley C-16, que enmienda la legislació­n respecto a los Derechos Humanos en Canadá.

Según Peterson, esa enmienda —que agregaba “identidad o expresión de género” como categoría a la que se debía proteger de todo tipo de discrimina­ción— era una medida autoritari­a que lo obligaría a usar pronombres desprovist­os de género para hablar con una persona trans. “No reconozco el derecho de otra persona a determinar el pronombre que vaya a usar para dirigirme a esa persona. No lo haré”. Esa frase fue la piedra fundaciona­l del renombre que tiene Peterson actualment­e.

Los vericuetos del lenguaje pueden resultar un tópico árido e improbable como materia prima para erigir una reputación capaz de llenar teatros para sus charlas y ventas de libros. Pero todo lo que vino tras esa declaració­n de principios fue bastante más digerible para el consumo masivo. Con cada vez más demostraci­ones de apoyo por sus firmes posturas, Peterson empezó a argumentar —sus críticos dirían despotrica­r— contra todo lo que oliera a “políticame­nte correcto”. En particular, Peterson puso su mirada y su elocuencia en una tribu que aún no resulta muy conocida por estos lares, pero que a él le ha resultado sumamente lucrativa: los “social justice warriors” (SJW, guerreros por la justicia social).“Encontré una manera de monetizarl­os”, dijo en un podcast.

Y vaya si los monetizó. Más allá de su renombre como escritor y polemista, Peterson le ha sacado buen partido a su discurso. Gracias a su presencia en Patreon —una plataforma para, justamente, monetizar a los creadores de contenidos— una nota publicada en Guardian en mayo de este año estima que el canadiense obtiene aproximada­mente un millón de dólares anuales por sus videos, artículos, redes sociales y —porque sigue siendo un psicólogo— consultas a distancia, a través de servicios como Skype.

El fervor que el elegante profesor suscita entre sus seguidores es casi místico. Alcanza con recorrer los comentario­s en algunos de sus videos en YouTube para percatarse del entusiasmo con el cual sus defensores expresan su admiración. El efecto que el discurso de Peterson ha tenido sobre muchos de sus ahora fanáticos se asemeja al de “la píldora roja” que el personaje de Morfeo le da a Neo en la películaMa­trix (1999): la verdad revelada.

Ese fervor no está reservado a las opiniones y sentimient­os de sus fans. También le llueven elogios desde diferentes columnas de opinión. No tanto por lo que dice o deja de decir 12 Rules For Life, sino ante todo por la popularida­d y la aceptación que ha tenido el libro. La periodista Caitlin Flanagan ( The

escribió esto sobre Peterson: “Los críticos sabían que el libro era un bestseller pero no podían realmente comprender su predicamen­to, porque sus pares no lo estaban leyendo y porque no aparecía en la lista del NewYork Times, ya que había sido publicado en Canadá. Sin embargo, es a menudo el libro de no ficción más vendido en Amazon y —tal vez más importante— su versión audio ha sido un éxito arrollador. Como ocurre con su podcast y sus videos, la audiencia de Peterson está constituid­a por gente ocupada en llevar adelante sus vidas: doblar la ropa, conducir camiones, esperar en un semáforo, ejercitars­e. Este libro ponía en palabras sentimient­os profundos que muchos de ellos no habían sido capaces de articular antes”.

Para otros, Peterson es uno más en la larga lista de charlatane­s. El editor de la publicació­n política Current Affairs, Nathan J. Robinson escribió esto sobre el canadiense, en un artículo titulado El in

telectual que nos merecemos: “La gente puede llegar a tener encendidas discusione­s sobre él, considerán­dolo tanto un apologista del fascismo como un defensor de la Iluminació­n, porque sus vacuas palabras son como una prueba de Rorschach sobre las cuales se pueden hacer infinitas interpreta­ciones (...) El estilo de Peterson agrega cada vez más pliegues a su escritura, para camuflar su simplicida­d. Cuanto más haya que trabajar para descifrar lo dicho, más experto se siente quien lo logra y más sofisticad­o parece quien lo escribe. Todos ganan. Unos pocos petersonis­mos más: ‘No hay ser sin imperfecci­ones’; ‘No se pueden establecer reglas para las excepcione­s’; ‘El futuro es el lugar de todos los potenciale­s monstruos’; ‘A la gente no le importa si tiene éxito o no. Le importa si fracasa o no’. (...) La multitud de posibles interpreta­ciones es muy importante. Hace que sea casi imposible derrotarlo en una discusión, porque cada vez que uno intenta obligarlo a defender una proposició­n, él puede insistir en que quiere decir otra cosa”.

POLÍTICA. Pero si su prosa puede resultar ambigua, sus conviccion­es políticas no lo son en absoluto. En una entrevista televisiva que ya es famosa con la periodista inglesa Kathy Newman, Peterson sostiene que “los ideólogos de la izquierda radical son autoritari­os” y compara a los activistas trans con el líder chino Mao Zedong. Newman le dice “No hay comparació­n posible entre Mao y un activista trans, ¿ no?” y Peterson responde “¿ Por qué no? La filosofía que está guiando sus discursos es la misma filosofía”. Vale decir, también, que Peterson se identifica­ba como un hombre de ideas políticas de izquierda en su juventud.

Su cambio de 180 grados es una posible explicació­n para que la cadena Fox News recurra a Peterson (él rechaza para sí mismo el término alt-right, que actualment­e denota las posiciones más radicales de la derecha estadounid­ense), donde ha sido entrevista­do varias veces.

En una de esas aparicione­s, el conductor Tucker Carlson concluyó la entrevista con Peterson de esta manera: “Es difícil expresar con palabras mi gratitud por decir la verdad como lo hace usted”. ¿Qué verdad había dicho Peterson? Esta: “A los padres les digo que si sus hijos llegan a su casa y les dicen que en su clase le están hablando de equidad, diversidad, inclusión, privilegio blanco, racismo estructura­l, cualquiera de esas cosas, los saquen de esa clase. No están siendo educados. Están siendo adoctrinad­os. Y no hay justificac­ión alguna para eso”.

COMPARÓ A ACTIVISTAS TRANS CON EL LÍDER CHINO MAO ZEDONG

“SI A SU HIJO LE HABLAN DE INCLUSIÓN Y EQUIDAD SÁQUELO DE LA ESCUELA”

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Estampa. Peterson es tan elegante y sobrio como polémico en sus dichos.’ Atlantic)

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