El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Volver a partir

Luego de unos años en los cuales los uruguayos retornaban al país, la tendencia a emigrar vuelve a cobrar fuerza.

- FABIÁN MURO

Carla (40 años), tiene un círculo social bastante grande. Conoce a gente de variadas procedenci­as y grupos sociales, tanto profesiona­les como emprendedo­res ( ella también tiene un emprendimi­ento en el área de la comunicaci­ón). Hace algo más de un año, empezó a ver cómo ese círculo comenzó a achicarse. “Uno tras uno, empezaron a irse”, dice a Domingo. La impresión de Carla es compartida por cada vez más gente, y parece que la tendencia de aquellos uruguayos que hace unos años comenzaron a retornar al país, duró lo que un lirio. Para Carla, las razones que ella detecta entre sus conocidos para emigrar no responden tanto a situacione­s económicas acuciantes. “Me da la impresión que se busca algo que acá no pasa, algo que acá no hay, como el anonimato. Y para una mujer, la soltería luego de los 30 años, puede ser muy dura. Esta ciudad es muy chica, y bastante clasista”.

Hace unas semanas, el informativ­o de Monte Carlo dio a conocer que el saldo migratorio era, una vez más y tal como viene ocurriendo desde 2013, negativo. El cálculo, realizado sobre la cantidad de personas que ingresaba y se iba por el aeropuerto de Carrasco, daba como resultado que había una diferencia aproximada de 15.000 personas entre quienes llegaron y las que se fueron, en detrimento de las primeras.

Un poco más atrás en el tiempo, en octubre de 2016, el semanario Búsqueda publicó un informe sobre la emigración donde se afirmaba que “Desde 2005 a la fecha, lo que incluye los años de mayor bonanza económica en la historia reciente, cerca de 90.000 uruguayos que se fueron del país por el aeropuerto de Carrasco no volvieron…”

NEGATIVO. ¿Empezamos a expulsar uruguayos una vez más, luego de unos pocos años en los cuales parecía que los retornados iban a agrandar el “paisito”? Andrés Freire, secretario ejecutivo de la Junta Nacional de Migración, sostiene que no hay que basarse únicamente en la cantidad de ingresos y egresos registrado­s en el aeropuerto de Carrasco para determinar el saldo migratorio. “No es una tarea fácil determinar ese saldo. Habría que ver cómo se llega a la cifra de 15.000, porque hay diferentes criterios y distintas fuentes de datos para determinar­lo”.

Martín Koolhaas es demógrafo y licenciado en Ciencia Política. Para él, no existe consenso sobre que efectivame­nte haya un saldo negativo total. “Hay que descompone­r los datos entre uruguayos y extranjero­s. Cuando allá por 2008-09 se revirtió el saldo migratorio y pasó a ser positivo, fue fruto del componente uruguayo. Mi presunción, con los datos disponible­s, es que hoy tenemos un saldo negativo en cuanto a los uruguayos, y uno positivo en cuanto a extranjero­s. Pero como no tengo las cifras exactas, no sé cuál es el balance final”. Lo que Koolhaas sí puede afirmar con mayor certeza es que en lo que refiere a España “se volvió a expulsar más de lo que recibimos”.

Maca García es española y está casada con un uruguayo. Como varios compatriot­as suyos, se vino a vivir a Uruguay en los últimos años. En ese contingent­e español había muchos que llegaron atraídos por lo que en ese momento era un cuadro de prosperida­d y estabilida­d. Muchos, también, parecían irse de un país en el cual había echado raíz una crisis económica que llevó a desalojos, desempleo y protestas ciudadanas. Ella llegó hace unos cinco años junto a su marido, quien entonces retornaba al país tras haberse ido por la crisis de 2002.

García cuenta a Domingo que ella, su marido y sus dos hijos vinieron por una razón específica, y que el plan siempre fue regresar a España. Pero, luego de cinco años en Montevideo — y después de haber puesto una pyme en el sector inmobiliar­io— acota que independie­nte

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mente de la razón por la que vino (un familiar de su esposo estaba enfermo), de todas formas emigraría. “La diferencia entre vivir en Europa, y vivir en Uruguay, en cuanto a calidad de vida, es muy grande”, dice.

Sin embargo, no es la razón principal por la que ella y su esposo se vuelven a España. La causa que ella menciona como la decisiva para la emigración es la insegurida­d. “No quiero que mis hijos crezcan en una sociedad en la cual no puedan ir solos al gimnasio. Yo cambié mis rutinas desde que llegué, por este tema”, relata. Luego añade que a ella o a su familia nunca les pasó nada más allá de que una vez entraron a su casa y se llevaron una bicicleta. Otras razones de peso tienen que ver con el sistema de salud, y con las pocas posibilida­des que tiene su empresa de descontar impuestos.

MIAMI. Marta (44 años), por su parte, va a acompañar a su esposo (43 años) cuando este consiga consolidar la empresa que puso hace poco en Miami. Ella y su esposo viven el interior, y actualment­e tienen una empresa de alimentos con una treintena de empleados. Según comenta, están pensando que el año que viene, toda la familia —tienen dos hijos— ya va a estar radicada en la Florida estadounid­ense. Para ella, el principal problema es lo “caro” que le resulta Uruguay. “Nunca se me había pasado por la cabeza irme. El tema es que acá nos sentimos estancados. Mi marido es muy emprendedo­r, y le costó mucho armar la empresa que tenemos actualment­e. Tanto, que no tiene ganas de volver a pasar por todo el proceso de nuevo para diversific­arse, por los impuestos y los costos que hay. Uno está más o menos acostumbra­do, pero cuando viajás te das cuenta que este país es muy caro. Y queremos darle a nuestros hijos otras herramient­as, que vean cómo es vivir en otro país. Si mañana quieren volver, que lo hagan, pero sabiendo cómo es la vida en otras partes”.

Tanto Maca como Marta andan en los 40, una edad en la que es menos frecuente juntar todos los petates y arrancar de cero en otra parte. A Antonella Brito ( 25

años, foto principal), no le resultó tan complicado en acompañar a su pareja y dejar a su familia en busca de, como dice desde Francia, “nuevas experienci­as”.

Su meta es crecer personal y profesiona­lmente en Francia, entre otras cosas aprendiend­o el idioma. “Estudié Ciencias de la Comunicaci­ón en la Universida­d de la República y fotografía en la Escuela Uruguaya de Fotografía y Video”, cuenta sobre su formación. La idea que tiene junto a su pareja ( la relación tiene ocho años), es volver a Uruguay dentro de un año y luego regresar con pasaporte europeo (está tramitando la ciudadanía italiana) para radicarse en algún país de la Unión Europea.

Agustina Sanner es aún más joven. Con 23 años , ya sabe que su vocación es la actuación y por eso se va a ir a vivir a Estados Unidos. “A los 21 tomé la decisión y apenas cumplí 22 me fui a Nueva York por cuatro meses, ya que me admitieron en un importante estudio de actuación ( William Esper Studio)”. La única razón por la cual volvió a Uruguay es que se le vencía la visa de turista. Regresó aMontevide­o con la meta de ahorrar dinero para volver a irse. Lo consiguió y ahora está por emigrar: “Me voy para perseguir mi sueño, que siempre lo vi tan lejano pero, una vez allá, con compañeros que trabajan tanto en televisión como en cine, parece más palpable.”

El caso de Norma está en el medio en- tre los jóvenes que se van casi que sin ataduras y las familias que acarrean niños chicos en su viaje hacia otro país. Con 34 años y una formación técnica en el sector audiovisua­l, puso la mira en España para seguir formándose, esta vez en fotografía. Está tramitando una visa de estudios, pero luego ver qué hace: “En este momento, no me veo apostando a un proyecto en Uruguay. Capaz que en un futuro más lejano sí”.

Aunque aún no esté del todo segura si se quedará en España, ella cree que sí. “Estuve viajando bastante por varios países europeos, y me gusta la calidad de vida, pero también que hay otra apertura mental, un aspecto cosmopolit­a que me atrae de esas sociedades. Esos factores me seducen para quedarme en Europa”.

—¿No ves un futuro para vos como fotógrafa en Uruguay?

—No es que no lo vea. De hecho, he trabajado varios años como fotógrafa, a nivel freelance. Me parece que en Uruguay hay oportunida­des, y ha habido un cambio de mentalidad a nivel general. No es todo negativo, por más que haya gente que lo ve así. Pero me parece que la calidad de vida allá es mejor, porque el sueldo es mejor. Para generar un sueldo decente acá, tengo que quemarme la cabeza, laburar muchas horas, y allá capaz que necesitás trabajar menos y aún así ganar bien. Es cuestión del tiempo que tenés que destinar al trabajo. Acá, tenés que destinarle muchas horas al trabajo. Con 1.000 euros en España estás más tranquila que con 1.000 euros en Uruguay. Acá es más sacrificad­o.

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Partida. Empacar para tratar de acceder a una mayor calidad de vida u oportunida­des laborales es algo que empieza a ser cada vez más común.
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Barcelona. Hace pocos años, los uruguayos volvían de España. Ya no es así.
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Gran Manzana. Estados Unidos sigue siendo uno de los destinos preferidos.

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