El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Más que correr

Las carreras de trail son una tendencia a nivel mundial y local. Se trata de recorridos que siempre son en contacto con la naturaleza: sea en la playa, la montaña o el desierto.

- SOLEDAD GAGO

Para correr trail hay que ser humilde. Es necesario saber hasta dónde se puede dar, ni más ni menos, ni agrandarse ni tener falsa modestia. Para correr trail hay que conocerse a sí mismo, y lo que queda por conocer, se logra corriendo. El trail, que es tendencia a nivel mundial y local, significa correr en la naturaleza, sea una playa, un desierto o una montaña, la consigna es estar en contacto con el ambiente y no trotar en el asfalto de una ciudad.

“Uno es mucho más propenso a sentir la felicidad de la niñez corriendo por un ámbito natural y en contacto con la tierra, el pasto, los olores de la naturaleza que corriendo por el asfalto”, dice Lali Moratorio, corredora, entrenador­a y organizado­ra de la segunda edición Indias Trail Running, una carrera para mujeres que se realiza el 10 de noviembre en Piriápolis.

“El trail es disfrutar de la naturaleza, es dejar que te sorprenda, es aprender a disfrutar de aquello que en la ciudad no te gusta, como el viento, el barro o la lluvia”, cuenta Laura Urruty, que tiene 54 años y empezó a correr a los 52. “Vas corriendo entre los árboles, reconocés el aroma de las plantas, escuchás un curso de agua... Y más adelante tenés la fortuna de cruzarlo, y si entraste mal y te caíste, te reís mucho, alguien se acerca a ofrecerte ayuda, y seguís adelante. Los corredores de trail son muy solidarios, se atienden, se acompañan”, agrega. “Parami el trail significa ponerme metas y tratar de cumplirlas. Es hacer lo que me gusta en lugares que me motiven y no me aburran”, cuenta Alejandra Isabella, que tiene 46 años y corre hace ocho.

Pero, además de lo lúdico que puede llegar a tener este tipo de carrera, dice Lali, tiene una exigencia extra para los corredores: “En el trail vos tenés que tomar decisiones todo el tiempo, tenés que hacerte cargo de muchas cosas”. Es que en estos casos no hay nada previsto. O sí, pero siempre la naturaleza es la que manda. No hay forma, explica la entrenador­a, de que se pueda planificar un recorrido kilómetro a kilómetro como se puede hacer en una carrera de calle. “Acá vos te tenés que hacer cargo de vos y de lo que se presente, porque se presenta una variable de dificul- tades mucho más amplia, de repente en el kilómetro 2 vos tenías ganas de ir a tope pero te tocó un bañado y tenés que ir tranquila, tenés que decidir cuándo alimentart­e y cuándo no, cuándo hidratarte y cuándo no, cuándo acelerar y cuándo no. Hay carreras que son larguísima­s, pueden durar 12 horas igual. Te pueden pasar tantas cosas que no tenías previstas en 12 horas”.

Dicho así, suena casi a un imposible. Que una persona pueda correr 12 horas sin parar en el medio de una montaña, de una playa, de una selva o de un desierto, parece hasta un chiste. Sin embargo, todo es cuestión de prepararse. Sobre todo, de preparase bien. Llegar a correr una distancia tan larga requiere de paciencia y de respetar los procesos de cada uno, de entender que cada persona tiene sus tiempos pero que si se quiere, siempre se puede llegar a la meta.

APRENDER. Lali empezó a correr de grande. Toda su vida había sido sedentaria y fumaba mucho. Un día, uno de sus hijos le dijo que tenía que dejar de fumar, que en la escuela le habían dicho que eso era malo. Y Lali, que tenía a su mamá enferma porque, (su nieto tenía razón), el cigarrillo era malo, decidió que lo tenía que hacer. Iba a dejar de fumar por sus hijos y por su madre. Y buscando hacerle bien a su familia, también se hizo bien a ella misma. Como consecuenc­ia, cuando dejó de fumar empezó a engordar, hasta que un día, también como sugerencia de sus hijos, decidió averiguar qué podía hacer para ponerse en forma. Le sugirieron correr. Y aunque al principio le pareció que eso no era para ella, lo hizo. La primera vez corrió un minuto y medio. La segunda, 15. Y así hasta participar en una carrera de calle.

Al trail llegó cuando su mamá falleció. Se fue a correr una carrera al Cabo Polonio y corriendo sola en el medio del monte, sintió que el olor de los árboles la llevaba a su infancia y que entonces su mamá estaba corriendo con ella. Desde ese día nunca más dejó de correr en ambientes naturales.

“A mi correr me hizo ser una mejor mujer”, asegura Lali. “En trail, no hay forma de que si vos vivencias una carrera realmente no vuelvas sabiendo cosas de vos que no sabías, que no vuelvas, para mí, siendo un poco mejor persona de lo que eras. Correr en la naturaleza tiene como requisito también ser respetuoso del espacio. Correr tantas horas te obliga a conocerte y a entrenar tu humildad real. Vos tenés que saber exactament­e quién sos, ni más ni menos, porque si vas a correr una carrera que te exige de sobre manera, vos tenés que tener una conciencia real y absoluta de quién sos, si vas con falsa modestia a la montaña, la vas a pasar muy mal, en esas carreras la naturaleza es la que manda Uno aprende mucho, yo me he comido cada paliza, volvés de una carrera y decís: ‘Bueno, ¿qué tengo que mejorar?’ Y tenés una lista enorme para seguir mejorando”, cuenta.

El trail no es solo correr. También implica conocer el terreno y los paisajes, poder trepar y bajar cerros, cruzar arroyos y estar preparado para enfrentars­e a las dificultad­es. Si bien todos pueden correr una carrera de este tipo, es necesario seguir un proceso de entrenamie­nto que empieza por animarse a correr y transforma­r la actividad en algo placentero y en un momento de conexión consigo mismo.

Lali dice que cuando sus alumnos llegan por primera vez, lo primero que hace es hacerlos caminar y de a poco ir intercalán­dolo con trotes. “Lo que hay que hacer en primera instancia es generar el hábito y para generarlo tenés que entrenar, hacer dos o tres veces por semana durante tres meses. Para lograrlo es indispensa­ble que la pases bien. Tenés que darle la base al alumno y para un corredor las bases son estar estable, tener equilibrio y respetar el proceso, tiene que ser móvil, sus articulaci­ones tienen que estar móviles. Y lo que más tenés que trabajar es la motivación. En dos o tres meses eso se logra. Y después le agarras el gusto a sentirte bien con vos, que va más allá de lo estético”.

Para Alejandra, el trail le dio “una nueva forma de ser”, menos estructura­da, más valiente y con menos prejuicios. “Antes jamás yo hubiera tomado agua de un arroyo, por ejemplo”, cuenta.

Y de eso también se trata esto. De empoderars­e a uno mismo, de conocer los límites propios y de enfrentar desafíos y animarse a lograrlos, de correr para sentirse bien, para pensar, para aclarar las ideas, para tomar decisiones, de recorrer una montaña corriendo y de sentir que solo con el cuerpo y la cabeza se puede llegar a la cima. “Cuando yo me animé a empezar a correr” —dice Lali— “cambié muchísimo, empecé a sentir que era una persona que valía la pena”.

“PARA ESTO”, DICE LALI MORATORIO, “HAY QUE CONOCERSE A SÍ MISMO”.

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