El Pais (Uruguay) - Revista domingo

Magnetizad­o, de Carlos Busqued El asesino y sus vacíos: historia apenas contada

-

HUGO FONTANA

Entre noviembre de 2014 y diciembre de 2015, cada quince días el escritor Carlos Busqued ( Presidenci­a Roque Sáenz Peña, Chaco, Argentina, 1970) visitó en el hospital psiquiátri­co del recinto penal de Ezeiza a Ricardo Melogno, quien en la primavera de 1982, en el barrio bonaerense de Mataderos y en menos de una semana, asesinó a cuatro taxistas de sendos balazos a quemarropa y en la cabeza. Melogno tenía por aquel entonces veinte años, hacía un tiempo que vivía en situación de calle, había estado al frente de un expendio de leche y pan que le había puesto su padre, había pasado por la colimba, había estado nueve meses preso por encubrimie­nto en un batallón y, por ello, se había salvado de ir a las islas Malvinas cuando Leopoldo Galtieri le declaró la guerra al Reino Unido.

Si bien el modus operandi de Melogno era simple y fue reiterativ­o, la policía no pudo encontrar un móvil para las muertes: el homicida se quedaba solo con los documentos de las víctimas, pero no robaba dinero ni otras pertenenci­as. Sin pistas, los casos se resolviero­n de forma expeditiva: días después de los asesinatos, uno de los hermanos de Melogno se presentó en Tribunales, pidió hablar con Miguel Ángel Caminos, el juez de la causa, y le dijo quién era el asesino y dónde podía encontrarl­o.

El muchacho venía de una familia disfuncion­al: padre ausente, madre mística y golpeadora (“Mi madre usaba la religión como arma: me recagaba a palos pero me decía que no me pegaba ella, era que Dios me castigaba a través de ella”), una adolescenc­ia sin expectativ­as, secundaria incompleta, intentos de suicidio, los primeros delirios, los primeros conflictos con lo real. En 2014, más de treinta años después de su detención, el equipo terapéutic­o que lo atendía le sugirió que escribiera la historia de su vida como forma de organizar sus recuerdos. Entonces pidió para hablar con alguien que lo ayudara.

ESA AVENTURA DE LO RARO. En 2008 una novela de Busqued, Bajo este sol tremendo, resultó finalista del Premio Herralde y fue publicada ese mismo año. Es la historia de un hombre que debe viajar a Lapachito, un desolado pueblo chaqueño, a reconocer los cadáveres de su madre y de un hermano, asesinados por el concubino de la mujer. La crítica recibió con halagos el libro, destacando la crudeza de un relato cruzado por una fantasmago­ría funesta, acaso excesiva. El año pasado el director Adrián Caetano la adaptó al cine bajo el título de El otro hermano, con las actuacione­s de Daniel Hendler y Leonardo Sbaraglia (“Cuando la vi, dije: No pueden ser tan hijos de puta”, le contó el escritor a Malena Rey, periodista de Los Inrockupti­bles. “Es como que te hubieras comprado una suprema napolitana con papas fritas y le sacás el queso, la salsa, el orégano, las papas, la suprema. ¿Para qué compraste mi novela si podrías haber escrito la misma mierda con los guionistas de mierda que tenías?”)

Diez años tardó el autor en volver a publicar, y lo hizo con Magnetizad­o, el libro que recoge más de noventa horas de diálogo con un hombre que con seguridad no saldrá con vida de la cárcel. “No es una novela”, sostiene Busqued en la misma entrevista. “Tampoco es una crónica. Es un relato con un origen no novelesco. Tiene un lugar medio incómodo, difuso. Necesitaba encontrar qué era lo

El volumen se abre con una breve entrevista al juez Caminos, continúa con una síntesis de lo conversado con Melogno (algo más de cien páginas de unas iniciales quinientas), y se cierra con una docena de páginas en las que M.R., una psiquiatra que lo atendió durante siete años en la Unidad 20 del Hospital Borda, intenta trazar un diagnóstic­o y, producto de la confusión que este sigue provocando ante toda aproximaci­ón clínica, finalmente arriesga sin demasiada convicción un dictamen de parafrenia, cuadro en el que conviven delirios psicóticos y conductas en apariencia normales. “YO TENGO UNA HISTORIA”. Melogno recorre y reconstruy­e episodios de su juventud y de sus interminab­les años en prisión, él también sin poder explicarse a cabalidad el porqué de sus cuatro homicidios (“Yo tengo una historia. Esa historia tiene muchos vacíos, que fueron llenados por forenses, psiquiatra­s, médicos. Yo acepté ese relleno de los demás”). Los recuerdos, no obstante su falta de sentido, son vívidos y aparecen en su discurso sin conmoción aparente. Las noches de los asesinatos son evocadas en sus mínimos y arbitrario­s detalles ( pasa todo el día en un cine de barrio, en determinad­o momento sale a caminar, se detiene en una esquina, elige al azar el coche que abordará, da una dirección más o menos cercana, mata al llegar a destino, fuma en el interior del taxímetro, va a cenar y por último vuelve al descampado donde duerme hasta el día siguiente).

Los fragmentos más desgarrado­res del libro son los dedicados a dar cuenta del inhumano tratamient­o psiquiátri­co al que fue sometido desde su detención. En el Borda permanece desde 1987 a 2011, para ser trasladado luego a Ezeiza. Semanas enteras de tres inyeccione­s diarias, recluido en una celda de metro y medio por dos y una plancha de cemento por cama; insulinote­rapia, Halopidol, Rohipnol, Rivotril, Artane, partes de un coctel que por años le fue suministra­do por un sistema penitencia­rio infame. asegura, Magnetizad­o, que bien podría ubicarse en el equívoco género de la fue apresurada­mente comparado con A sangre fría, de Truman Capote, e incluso con dos o tres títulos de Emmanuel Carrère, en particular El adversario y De vidas ajenas. Sin embargo, Busqued parece afiliarse a la tesis del mal por el mal, de un mal inherente al ser humano que no tiene otra explicació­n que su propia y aislada génesis. Quizás ello explique la ausencia de una investigac­ión más exhaustiva, con mayores detalles sobre el entorno familiar y social de su entrevista­do, sobre el derrotero de sus hermanos ( su padre falleció a principios de los 90 en una casa de salud, afectado de Alzheimer, y nunca más recibió una visita), sobre testigos y familiares de las víctimas, sobre quienes lo conocieron en aquellos años y sobre quienes han compartido el encierro. Y si bien con seguridad ello forma parte de un libro que Busqued no se propuso escribir, empobrece el trabajo, colocándol­o a considerab­le distancia de los referentes antes citados.

MAGNETIZAD­O, de Carlos Busqued. Anagrama, 2018. Barcelona, 152 págs. Distribuye Gussi.

 ??  ?? que justificab­a la existencia del libro. Y me terminé decidiendo por la extrañeza, esa aventura de lo raro que vive él. Ese creo que es el aporte genuino.”“En todos estos años”,“menos oligofréni­co me han dicho de todo. Borderline, psicópata, psicótico, esquizofré­nico, autista, parafrénic­o. He pasado por todos los estados de psiquiatrí­a conocidos”.non- fiction,
que justificab­a la existencia del libro. Y me terminé decidiendo por la extrañeza, esa aventura de lo raro que vive él. Ese creo que es el aporte genuino.”“En todos estos años”,“menos oligofréni­co me han dicho de todo. Borderline, psicópata, psicótico, esquizofré­nico, autista, parafrénic­o. He pasado por todos los estados de psiquiatrí­a conocidos”.non- fiction,

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay