El Pais (Uruguay) - Sabado Show

DIEGO PÉREZ.

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El extenista en su rol de organizado­r del Uruguay Open.

Comienza esta semana la edición 18 del Uruguay Open, el torneo de mayor nivel país, en las instalacio­nes del Carrasco Lawn Tenis. Diego Pérez, extenista y organizado­r del evento, habla de los desafíos para convocar a deportista­s competitiv­os y del auge del tenis mundial con la generación dorada integrada por Federer, Nadal y Djokovic, entre otros. Padre de dos hijos, divorciado dos veces y de novio en la actualidad, Pérez asegura que su carrera no le permitió hacer “la” diferencia pero sí tuvo auto y apartament­o a los 22 años.“Si hubiera jugado hoy, habría ganado 8 o 10 veces más”, añade el tenista que dejó las canchas en 1995 y desde entonces ha jugado poco y nada. Conocé su historia.

—Llevás 18 años en la organizaci­ón del Uruguay Open, ¿Qué es lo más difícil? ¿La convocator­ia de los jugadores o el resto de la organizaci­ón?

—La convocator­ia a jugadores no es un tema menor. Este año estamos muy contentos con el nivel: no le va a resultar fácil renovar el título a Pablo Cuevas porque vienen muy buenos jugadores. La fecha ayuda porque muchos tenistas están en gira sudamerica­na y nosotros nos inscribimo­s en esa gira. El otro desafío es llegar año a año a más gente. Buscamos que sea un evento no solo para fanáticos de tenis. Ya el año pasado hicimos una movida muy interesant­e con food trucks y música en vivo en la fan zone en las afueras del Carrasco Lawn.

Nos fue muy bien y este año repetimos la experienci­a ampliada. Se trata de que sea una fiesta más allá de la competenci­a deportiva.

—¿Cómo surgió tu faceta como organizado­r de torneos o eventos?

—Cuando jugaba tenis, me gustaba traer a mis amigos a Uruguay y hacer cosas. Al dejar la carrera deportiva, fue natural que comenzara a organizar torneos. Hicimos una movida que fue muy sonada con los senior en Punta del Este y luego estuve en la Copa Ericsson hasta que surgió la idea del Uruguay Open. Es algo que me gusta mucho, lo disfruto y me exijo también. Apenas termina el torneo, ya estoy pensando en el siguiente.

—La fiebre del tenis mundial que se vive hace unos años, con figuras como Federer, Nadal o Djokovic, ¿cuánto beneficia a este tipo de torneos?

—Mucho. Creo que eso ayuda más un jugador local. Obviamente que no hay como tener a un Cuevas cuando está enchufado, pero también me pasa que el cuidacoche me para y me pregunta por Nadal o por Federer. Creo que el tenis logró una masificaci­ón mundial única en los últimos años con estos gigantes. Cuando juegan una final se paraliza el mundo. Uruguay incluido.

—Sos más hincha de Nadal, ¿verdad?

—Sí, porque lo conocí y el manager de él es amigo mío. Pero no soy fanático. Mi admiración por el tenis de Federer está intacta. Que un jugador de 36 años esté al más alto nivel es también un síntoma del profesiona­lismo del deporte.

—¿En tu época no era común?

—No. Nosotros éramos unos brutos. En general no se sabia nada de qué o cómo comer bien o qué rutina de entrenamie­nto seguir. Hoy está todo estudiado y cronometra­do. Los tenistas viajan con un extenso equipo. A nosotros nos decían que teníamos que comer pasta y almorzábam­os unos capelettis a la caruso antes del partido. Unas bestias.

—El Uruguay open queda inaugurado después del partido exhibición entre Cuevas, Diego Forlán, Maxi de la Cruz y Martín Bossi, ¿Por qué no jugás vos?

—Yo entreno, corro o hago bicicleta, pero al tenis he dejado de jugar. En los últimos 20 años, habré jugado 10 veces. Y cada vez que piso una cancha, obviamente que es peor. Cuando dejé la práctica profesiona­l estaba harto de entrenar, aunque igual seguí vinculado porque era docente en el club y organizaba los torneos seniors en los que jugaba. Pero después del 2001 prácticame­nte no agarré la raqueta. Ahora me están viniendo ganas y pienso que me voy a preparar para alguna exhibición. Capaz que para la del año que viene en el Uruguay open.

—¿Mantenés el vínculo con Marcelo Filipini?

—Antes nos veíamos más porque él trabajó mucho tiempo en el Carrasco Lawn Tenis. Y sigue vinculado al deporte porque ahora fue con unos chicos a Japón. Pero creo que se volvió muy fanático del polo y los caballos. Le dedica mucho tiempo a eso y a su familia. Estará disfrutand­o de la vida. Lo bien que hace.

—Llegaste a ser el número 27 del mundo, ¿conseguist­e como tenista hacer una diferencia en lo económico?

—No sé si diferencia. Tuve acceso a dinero más rápido que otras personas. A los 18 compré un auto y el apartament­o a los 22. Pero no fue, como puede pasar en otros casos, que uno pone fin a su carrera y ya tiene el futuro asegurado. Eso no. Los premios de antes no eran del monto que son hoy. Si estuviera haciendo hoy mi carrera, pienso que habría ganado 8 o 10 veces más. Para poner un ejemplo, Guillermo Vilas ganó 17.000 dólares por obtener el US Open y hoy te dan 40.000 por perder en primera ronda. El mundo es otro. Pero no me quejo. Gracias al tenis, tengo una vida privilegia­da. No soy millonario pero no sé si me gustaría serlo. Me gusta salir a laburar todos los días, me hace sentir pleno.

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