El Pais (Uruguay)

A reacción, reaccionar­io

- ENFOQUES JAVIER GARCÍA

No acciona. El gobierno no es activo, es reactivo. Las declaracio­nes de Layera le sacaron la tapa al silencio oficial. Las mayorías parlamenta­rias le hicieron creer que bloqueando a la oposición los reclamos desaparece­rían. Los problemas son como la humedad, no se solucionan ignorándol­os. Crecen y después la solución es más costosa. Lo que dijo Layera no es ni más ni menos que lo que en la interpelac­ión de hace diez días dijo la oposición y meses y años antes se denuncia.

Todos los partidos planteamos tomar medidas con respecto a las libertades anticipada­s y con respecto a terminar con la benevolenc­ia penal. Por eso presentamo­s iniciativa­s y la respuesta fue que era “populismo punitivo”. No hay populismo, hay que establecer normas claras de conducta para que todos sepan que la violencia no pasa, y no es barata. El populismo “de los pobrecitos” nos llevó a esto de pérdida de límites y anomia legal, donde todo puede pasar sin que el Estado se haga valer.

Y presentamo­s iniciativa­s como la de Lacalle Pou para defender al policía presumiend­o su legítima defensa en casos de tener que actuar en situacione­s de riesgo. Y nos dijeron ahí están los… fachos, oligarcas, derechista­s (elijan adjetivo) con el gatillo fácil. Resultado: Layera les dijo que la Policía está atada de manos y “confundida”, y pide a gritos leyes que le permitan actuar. No pueden esperar a que un delincuent­e les dispare, para luego, si están vivos, responder.

Días atrás un agente fue ejecutado en Progreso frente a su mujer: no le robaron nada ni celular, ni arma ni bolso. Fue un objetivo criminal. Días después otro policía rapiñado y herido. Las bandas dieron un paso más y además de territorio van por poder. Luego pueden ir por los jueces y los fiscales, así funciona el crimen organizado. No ver esto es de enorme irresponsa­bilidad.

La política de seguridad del Frente Amplio implosionó desde adentro mismo. Quedó al descubiert­o su fracaso. Se complement­ó con una política nefasta en materia de drogas donde un discurso permisivo y frívolo le bajó los brazos a la sociedad. Lo de Mujica fue destructiv­o, es el gran responsabl­e del todo vale.

Ahora el gobierno sale a las corridas reconocien­do lo que debería haber aceptado antes en tiempo y forma y no en medio de la crisis, pagando la sociedad los costos de las teorías que intelectua­les que viven con alarma y rejas en sus casas vendieron para el consumo de algunos políticos. El garantismo está muy bien, pero hay que empezar por las garantías para la gente de bien. Acá se invirtió la carga de la prueba y lo correcto fue defender el derecho de los delincuent­es primero y postergar las garantías y el derecho a poder vivir en paz de la gente.

El solo hecho de discutir si podemos ser Guatemala u Honduras habla del desastre en que caímos. Nos tenemos que comparar con nosotros mismos, en cómo vivíamos antes y cómo ahora. Es derrotista decir que esto es inexorable. Hubo un discurso destructiv­o que bajó nuestra propia autopercep­ción como sociedad, que emparejó para abajo en todo, en las relaciones humanas, en la educación, en el espíritu de sacrificio y trabajo. En nuestro lenguaje. Nos “ordinarizó”. La corrupción también es expresión de esto.

El mujiquismo cultural es el responsabl­e, junto a todos aquellos que lo aplaudiero­n. Entre ser la Suiza de América o la Guatemala de América del Sur, gobernó el FA.

El mujiquismo cultural fue un discurso destructiv­o que emparejó todo, pero hacia abajo.

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