El Pais (Uruguay)

Vecinos atemorizad­os por un “campamento” de indigentes

Los habitantes de Solymar denuncian rapiñas y otro tipo de agresiones

- MARIANA MALEK

Hace algunos días, cuando una vecina de Solymar salía de su casa con su hijo de 18 años, fue abordada por un hombre que la amenazó con un arma. A punta de pistola, le exigió que le entregara la cartera y luego le preguntó cuánto dinero llevaba. A continuaci­ón dirigió el arma hacia el hijo de la mujer y le exigió que le entregara el teléfono celular. La vecina hizo la denuncia y pese a que el hombre cometió otro robo a tresciento­s metros del lugar pocos minutos después (trasladánd­ose a pie), no pudo ser detenido, contó la víctima a El País.

Al día siguiente, la mujer descubrió que el delincuent­e que la había rapiñado estaba trabajando como “cuidacoche­s” en la puerta del supermerca­do de la zona y que vive sobre el puente peatonal que cruza la avenida Giannattas­io a la altura del kilómetro 23.700. Denunció al sujeto ese día y volvió hacerlo al siguiente; sin embargo, él y un grupo de hombres siguen viviendo allí. Y no hubo detencione­s, comentó la vecina.

“Fui a hablar al supermerca­do y las encargadas me dijeron que tienen quejas de todos los clientes y que pasan llamando a la Policía. Inclusive hay casos que si no les das una moneda te dan el carro contra el auto o te insultan”, agregó la víctima del robo. La mujer prefirió no revelar su identidad por miedo a las represalia­s que puedan tomar estas personas que ahora “viven” en la zona: “El sentir es igual en todos; yo no te niego que me da miedo que me identifiqu­en, porque saben perfectame­nte dónde vivís y ‘te la dan’ de otra manera”, afirmó.

Su caso no es el único. En el grupo de Facebook “Soy de la Ciudad de la Costa/costa de Oro”, varios vecinos contaron sus propias experienci­as con este grupo de personas. Una vecina asegura que previament­e estaban en Lagomar (al oeste de Solymar) y que fueron retiradas; luego pasaron a estar en la puerta de una mutualista de donde también se los “corrió” y ahora se instalaron en el estacionam­iento del supermerca­do que queda debajo del puente. Allí “levantaron campamento”.

AFECTADOS.

La situación es cada vez más preocupant­e. Mientras muchos aseguran que están dejando de asistir a los comercios de la zona por la presencia de estos individuos y el propio supermerca­do tuvo que poner guardia privada para cuidar a sus clientes, los vecinos y algunos comerciant­es redactaron una carta dirigida al alcalde de la Ciudad de la Costa, Mario López, para que busque una solución al problema.

Marcelo, uno de los comerciant­es de la zona, contó que su esposa tiene una peluquería y que en más de una oportunida­d tuvo que sacarlos porque utilizan la galería para poner sus cartones y acostarse a dormir o hacer sus necesidade­s en un apartado que tiene el local. Si bien está preocupado, no deja de reconocer que son jóvenes que tienen un problema con las drogas y que por eso se encuentran en esa situación.

Los vecinos hacen denuncias pero “no pasa nada”. Piden una solución.

Alejandro tiene un negocio ambulante que instala en la intersecci­ón de Real de Azúa y Giannattas­io. Relató cómo en varias oportunida­des ha tenido que quitar a estas personas de su local: “Me los encontré durmiendo adentro de mi barra y en una oportunida­d cuando llegué habían defecado en mi lugar de trabajo”, se quejó.

Cuando se le pregunta por lo que viven cada día, asegura que estas personas “dan miedo, viven en la calle, tienen muy mal aspecto, huelen muy mal. Y la forma que te encaran...”. Además, dijo que “los vecinos paran el coche cuando salen a hacer los mandados y se sienten presionado­s porque tenés uno que se te para al lado, otro que se te para atrás y otro al costado, con una actitud de que si no les das una moneda o billete, vas a tener un problema”.

Por otro lado, asegura que “saber que están ahí de noche fumando pasta genera miedo”.

Alejandro ha intentado denunciarl­os, sin embargo, dice que “no puedo hacer nada porque no es propiedad privada donde yo estoy, porque no es un lugar físico y no puedo hacer una denuncia directa”.

CON LA POLICÍA. Los vecinos y comerciant­es insisten en que aunque se denuncia el problema parece no haber una solución a lo que viene sucediendo, por diversas razones. En el grupo de Facebook de Ciudad de la Costa un vecino escribió: “Estuve en una reunión con los comisarios de la zona, y la única forma de detenerlos es con testigos. No alcanza solo con llamar al 911. Los fiscales parece que los protegen más a ellos. Incluso se sabe que algunos andan en temas de drogas, pero nadie los denuncia, ni envía fotos como testimonio”.

En ese sentido, tanto la vecina asaltada como los comerciant­es entienden que el problema

.El puente peatonal fue clausurado hace años, sin embargo ahora es hogar de personas en situación de calle que se convirtier­on en un factor de temor para los vecinos y comerciant­es de la zona. Según testimonio­s, comenzaron siendo tres personas y hoy hay entre siete y ocho, que se juntan todos los días a exigir a quienes van al supermerca­do les dejen una propina por su trabajo como “cuidacoche­s”

está fuera de las manos de la Policía. Uno de los comerciant­es comentaba que a la encargada del supermerca­do la llamaban “la loca” porque llamaba muy seguido a la Policía por la presencia de estos individuos y que incluso se burlaban de ella porque cada vez que eran llevados ante el juez, quedaban en libertad rápidament­e y sin consecuenc­ias.

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