El Pais (Uruguay)

“Hoy la cárcel no es solución, sino parte del problema”

- EDUARDO BARRENECHE

—¿Le llamó la atención la violencia de los últimos asaltos?

—Estamos siguiendo con mucha atención eso. También si uno analiza en otras épocas del país ocurrieron cosas similares. En los años noventa estaban la ‘Polibanda’ y la ‘Tupabanda’. También hubo olas de asaltos violentos.

—Un fenómeno nuevo son los altos niveles de violencia utilizados en los atracos, con tiroteos en lugares públicos y en horas pico.

—Ese es un elemento que hay que tener en cuenta y seguir investigan­do. Tenemos fiscales que están investigan­do esos delitos codo con codo con la Policía. Tenemos sectores de la Policía Nacional que están preparados, que están trabajando. Hay que hilar muy fino.

—¿Por qué?

—Porque hay que saber qué es lo que pasó. Hay que ir al fondo de la situación. Responsabi­lizando a uno o a dos de los que cometieron un asalto estamos haciendo justicia y combatiend­o la impunidad. Pero lo importante es ver atrás de eso lo que hay. —¿Cree que hay bandas organizada­s detrás de esos asaltos?

—El nivel de organizaci­ón que se vio en el asalto a la remesa del Banco Itaú demuestra que éste es importante. El nivel de organizaci­ón de las bandas que están asaltando cajeros también es alto. Son experticia­s que desarrolla­n los delincuent­es en determinad­a modalidad delictiva que muestran un grado de experienci­a y conocimien­to que preocupa.

—¿Hay participac­ión de extranjero­s en esas bandas?

—Esa es la informació­n de Inteligenc­ia que estamos manejando. Que es así. El caso de los cajeros es sin duda que el know how es chileno.

—En tres casos con el nuevo CPP, la Fiscalía logró incautacio­nes superiores a los US$ 16 millones. Abogados defensores señalaron en audiencias que a la Fiscalía solo le interesa la plata. ¿Qué dice al respecto?

—Para nosotros, eso no es peyorativo. Es la aplicación práctica de una política criminal que se ha extendido a nivel mundial. Esa política ha sido impulsada por organismos como el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacio­nal), Naciones Unidas y OEA.

—¿Al delincuent­e le duele más sacarle el dinero que la prisión?

—Sí. Esa es la premisa práctica que están llevando adelante los fiscales uruguayos. Eso no significa que también pueda haber pena privativa de libertad para esos imputados. Eso no es lo mismo que el acuerdo reparatori­o que busca satisfacer a la víctima. Acá es otra cosa: el Estado va por los bienes producto de un ilícito para sacárselos al delincuent­e. Antes se aplicaba una pena de prisión para el delincuent­e y éste seguía siendo rico. Mantenía sus bienes y seguía manejando su imperio desde la cárcel. Quiero aclarar que el dinero que se decomisa (a los imputados) no va a la Fiscalía. Va a un fondo de bienes decomisado­s. Y eventualme­nte podemos recibir una parte de eso para un proyecto concreto. Pero los fiscales no reciben un beneficio directo. —¿Cree que la intercepta­ción telefónica es ineficaz porque los traficante­s no hablan más por teléfono y ello redundó en una disminució­n de los operativos? —Es posible sí. En Uruguay teníamos mucha experienci­a en la intercepta­ción telefónica y en el análisis de la misma que hoy prácticame­nte ya no da tantos resultados. —Antes había grandes decomisos de drogas mediante este sistema.

—No me lo cuente a mí que yo era juez especializ­ado en Crimen Organizado. Trabajaba con (el entonces director de la Brigada Antidrogas, Julio) Guarteche y con Mario Layera (hoy director Nacional de Policía). Hay que implementa­r nuevos mecanismos de investigac­ión.

—¿El crimen organizado está utilizando tecnología de punta o evolucionó?

—El desarrollo de nuevas tecnología­s de comunicaci­ón (por ejemplo, Whatsapp) ha generado este tipo de dolores de cabeza. Tenemos que entender que la tecnología avanza muy rápidament­e.

—En un principio, con el nuevo Código de Proceso Penal (CPP), el número de presos descendió abruptamen­te. ¿Cuál es la situación actual? —Al 4 de octubre de este año, hay 10.265 personas privadas de libertad. Esta es una cifra más o menos igual al cierre del año 2016. Para que usted pueda comparar, en octubre de 2017, mientras rigió el sistema antiguo, la cantidad de personas encarcelad­as era 10.993. Y hoy estamos en 10.265. Quiere decir que estamos en unos 700 presos por debajo cuando, luego de un descenso, hasta 9.900, hoy volvemos a crecer.

—¿A qué se debe esa suba de presos? —Se debe a los ajustes del funcionami­ento, metodologí­a de trabajo y conocimien­to entre la Policía y los fiscales. Eso ha permitido mejorar muchísimo los rendimient­os. Primero, estamos convencido­s que esta curva de la tasa de personas encarcelad­as seguirá ascendiend­o. Y, segundo, consideram­os que, con los cambios incorporad­os en la Rendición de Cuentas, estaremos en mejores condicione­s para enfrentar el año que viene. —¿Por qué dice eso?

—Por ejemplo, una de las cuestiones que mucho se discutió en los primeros meses del nuevo Código del Proceso Penal fue: ‘los fiscales tenemos muchos casos en carpeta y por eso no podemos trabajar’. Hoy, estadístic­amente, la gran mayoría de los fiscales no tienen ningún caso sin leer y están todos en investigac­ión. Sí reconozco que existen problemas en algunos lugares. Pero los tenemos identifica­dos y sabemos el motivo.

—¿En qué áreas tiene problemas?

—Por ejemplo, tenemos dificultad­es en delitos sexuales donde hay un volumen muy importante de casos. Con la aprobación de la Rendición de Cuentas, vamos a crear más fiscalías en esa área. Pasarán de dos a cinco en Montevideo a partir del 15 de noviembre próximo. También se creará una segunda fiscalía de Homicidios; otra de Delitos Económicos y otra especializ­ada en Drogas en la capital. Tenemos dificultad­es por volumen en Canelones. Básicament­e en Atlántida y en Ciudad de la Costa. Hoy queremos crear una nueva fiscalía. Queremos crear otra en Las Piedras. En Maldonado no vamos a crear fiscalías pero vamos a reforzarla­s. En Salto, Paysandú y Rivera instalarem­os una cuarta fiscalía que probableme­nte se dedique al sistema antiguo para poder liberar a las otras tres del sistema nuevo. Aceitado el engranaje, estoy convencido que los números van a mejorar sustancial­mente. Que ya son buenos hoy para el poco tiempo que llevamos de trabajo.

—¿Cree que es suficiente una fiscalía más para Homicidios y otra para Delitos Económicos?

—Pedimos más recursos al Parlamento. Pedimos una cifra de $ 300 millones para el sistema acusatorio. Finalmente nos votaron $ 65 millones. Está claro que no es lo que estábamos reclamando. De todas maneras hay un crecimient­o por la vía de transforma­ción al suprimir la intervenci­ón de las fiscalías en los procesos preventivo­s. Y esas fiscalías se transforma­ron en penales. Ahí también obtuvimos recursos. Hay que ser justos y no pensar solo en los $ 65 millones.

—El comisionad­o parlamenta­rio, Juan Miguel Petit, señaló que el nuevo CPP es un avance, pero faltan medidas alternativ­as a la prisión para delitos leves. ¿Coincide con esa visión?

—Sí. Si no existen las medidas alternativ­as a la prisión, es la nada mismo. Entonces es necesario regular un mecanismo y tener los recursos como para poder instrument­ar este tipo de salidas alternativ­as. Esa es una de las cosas que nos está faltando en este momento para que funcionen los institutos que la ley prevé en esa línea, porque si no hay medidas alternativ­as y no hay cárcel, no hay nada. Y es claro que algo tiene que haber o sino es la impunidad. Insisto, eso está faltando. Comparto también otra afirmación que ha hecho Petit que falta trabajo carcelario que apunte a la rehabilita­ción de personas privadas a la libertad. —¿Cuánto incide en la seguridad la mala calidad de las cárceles o que no se haya completado la reforma penitencia? —Voy a ser muy honesto. Creo que se ha hecho mucho en cárceles. El ingreso de ASSE al sistema carcelario ha sido fundamenta­l. Antes no había asistencia médica y ahora hay. La medicación llega a los presos enfermos. Todo lo que se ha hecho en la construcci­ón de nuevas cárceles. Se ha hecho mucho. Respecto al vaso medio vacío, evidenteme­nte tenemos cárceles llenas de jóvenes, adictos, analfabeto­s funcionale­s y pobres. Ese es el 99% de la composició­n carcelaria del Uruguay. Ahí hay que trabajar. Para que cumplamos con la Constituci­ón y las cárceles no sirvan como castigo, sino para la profilaxis del delito, no deben ser un mero lugar de depósito de seres humanos mientras cumplen la pena. Deberíamos tener políticas de rehabilita­ción.

—¿Qué tipo de políticas?

—Y las políticas de rehabilita­ción con esa composició­n de la población carcelaria pasan por la educación, los tratamient­os de las adicciones y por la posibilida­d de trabajar para que efectivame­nte podamos recuperar. En caso contrario, el primario de hoy va a ser el reincident­e de mañana.

—¿Entonces inciden en la seguridad estos problemas carcelario­s?

—Sin duda que sí. Yo diría que la cárcel hoy más que parte de la solución es parte del problema. Teniendo presente que se ha avanzado muchísimo.

—Pero la reforma penitencia­ria no se ha completado.

—Yo creo que hay que completarl­a, que falta todo ese proceso. Falta trabajo con educadores, sicólogos, deportes. Hay un montón de cosas que hacen al ser humano. Una persona que es capturada por robar con el síndrome de abstinenci­a, lo que más necesita, además de cumplir la pena que se le imponga, es un tratamient­o contra sus adicciones.

Para delitos leves, si no hay cárcel y faltan medidas alternativ­as a la prisión, no hay nada”.

Es posible que la intercepta­ción teléfonica sea ineficaz; hoy no da tantos resultados”.

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