El Pais (Uruguay)

Uruguay entre los peores de la clase

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Estamos saturados de oír a los gobernante­s del Frente Amplio jactarse del avance que le proporcion­aron al Uruguay en la última década y media. Aunque los datos optimistas suelen proceder del equipo económico, hay informes de otros sectores de gobierno que insisten en ubicarnos entre los países de avanzada en el mundo. No es así. El “excepciona­lismo” uruguayo, ese que otrora nos situaba como una perla engarzada en el subdesarro­llo latinoamer­icano, ya no existe.

Así lo confirma el Banco Mundial en su Índice de Capital Humano para 2018. Es un trabajo que procura determinar la productivi­dad de la próxima generación de trabajador­es. Es decir, cómo pinta el futuro progreso del país. Uruguay figura en un mediocre puesto 68 en el ranking sobre un total de 157 países analizados, por detrás de varios países latinoamer­icanos, entre ellos Costa Rica, Chile y Argentina. En tiempos no lejanos solíamos estar primeros.

La caída de Uruguay en ese ranking responde sobre todo a la menguada permanenci­a de los jóvenes en el sistema educativo. El 60% de nuestros jóvenes —población menor de 24 años— no logra completar los estudios de Secundaria. Su sistema educativo, según el Banco Mundial, ostenta la más alta deserción de toda América Latina. Sí, leyó bien: de toda América Latina. En ese rubro somos los peores. Lo ratifican además las pruebas PISA, medición de conocimien­tos de los estudiante­s en donde perdemos terreno año a año.

Podrá decirse que tan oscuros datos apuntan solo a la crisis educativa que padecemos tras tres gobiernos de izquierda, pero no es así. La caída alcanza a otros sectores, según se desprende de otro informe del 2018, el del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Es un estudio que se hace todos los años sobre la calidad de vida de las naciones consideran­do factores diversos como la gobernabil­idad, reducción de la pobreza, seguridad pública, prevención de las crisis, energía, medio ambiente, etc. Allí figuramos en el puesto 55, también por debajo de varios países de la región. Siempre empeorando.

A mediados de los años 90 quien esto escribe hizo una presentaci­ón oficial de la situación del país en una conferenci­a en Lisboa. Para ubicar a los oyentes, en su mayoría portuguese­s, explicamos que de acuerdo a sus indicadore­s generales Uruguay estaba más o menos como Portugal. Los índices de ambos países —por entonces alrededor del puesto 25— eran bastante similares. Eso sí permitía hablar del “excepciona­lismo” de un Uruguay despegado del resto de la región con niveles comparable­s a los de algunos países europeos.

En el lapso transcurri­do nuestro país no dejó de perder posiciones. Hoy, Portugal, tras superar una gravísima crisis en la década pasada, ocupa el lugar 41 en el índice de Naciones Unidas, o sea que nos sacó unos 14 puestos de ventaja. Algo similar ocurre con otras naciones a las que antes superábamo­s en varios rubros y que ahora nos miran desde lo alto.

Leyendo estas dos evaluacion­es externas y neutrales se advierte que el autobombo frentista sobre los logros conseguido­s —agudizado por la cercanía de las elecciones— tiene cada vez menos sustento. No reconocerl­o, no admitir que vamos barranca abajo, solo sirve para agravar las cosas.

Informes del BM y la ONU muestran una realidad que el Frente Amplio procura ocultar.

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