El Pais (Uruguay)

“Google sabe muchísimo de nosotros y es algo que asusta”

- JUAN PABLO DE MARCO

Víctor Estrugo Rottenstei­n ayuda a las empresas y medios de comunicaci­ón de Latinoamér­ica a posicionar­se mejor en Google. A través de ciertas estrategia­s, este experto tecnológic­o brinda conocimien­tos a periodista­s y ejecutivos que les permiten más cliqueos y mejoras en sus productos. Estrugo —que se presenta como consultor en Search Engine Optimizati­on (SEO), en español Optimizaci­ón para Motores de Búsqueda— fundó en 2009 Abigdoor, una empresa que asesoró a más de 100 firmas y que luego fue adquirida por Mercado Libre. En entrevista con El País, habló sobre el poder del buscador más del mundo, cuánto sabe sobre los usuarios y cómo la inteligenc­ia artificial cambiará la humanidad en el futuro. —¿Es posible que alguien elimine algo de Google que lo perjudica o no le guste? —Técnicamen­te puede llegar a ser posible. En general, la mejor estrategia es posicionar resultados que sean relevantes. Lo primero que hay que entender es que Google intenta reflejar la realidad. Con lo cual, si hay algo que no me gusta pero aparece allí porque es real, es muy difícil que desaparezc­a. Si todos los medios están cubriendo un tema que a mí me molesta, pero es real, del otro lado para la gente está bien que esa informació­n aparezca. —Esto se vincula con dichos de Donald Trump que acusó en los últimos meses a Google de mostrar solo “historias malas” de él. ¿El buscador puede deliberada­mente hacer que aparezcan ciertos resultados o se da de manera automática?

—En otras palabras, creo que lo que Trump salió a decir es: “No entiendo cómo funciona Google”. Cuando alguien busca a Trump en Google aparecen resultados de la CNN. Y él dice: “¡Acá tenés, esto está manipulado!”. La realidad es que hay una herramient­a que mide la correlació­n entre las búsquedas. Google lo hace a nivel algorítmic­o y con inteligenc­ia artificial. Si ves los datos, hay una alta correlació­n entre Trump y la CNN. El algoritmo es automatiza­do, no hay una intervenci­ón humana. Google aprende cómo la gente busca y trata de mostrar lo más relevante. Cuando la gente busca informació­n sobre Trump, hace clic en los resultados de la CNN. Y Google dice: “Esto es lo que le interesa a la gente y se lo voy a mostrar”.

—¿Cómo se puede mejorar la experienci­a del usuario en Google? ¿Cuáles son tus consejos? —El poder lo tiene la gente. Google tiene herramient­as gratis donde te dice cómo se está buscando. Por ejemplo, cuando ponés una palabra y después un espacio, te sugiere una lista de cosas de lo que la gente está buscando. Después hay otras herramient­as para profundiza­r eso. Una se llama Google Trends, que permite saber cuándo una palabra se busca más. Por ejemplo, en un análisis que hice muestra que entre enero y febrero, cada vez que hay un mundial, lo que la gente más busca son álbumes de figuritas del torneo. —Google maneja mucha informació­n de nosotros. ¿Se puede llegar a saber cuánta?

—Sí y asusta. Entrás a Google.com/dashboard si tenés una cuenta de Gmail. Ahí te aparece un listado que incluyen dónde estuviste, cuánto tiempo usaste internet, todo lo que buscaste, entre otras cosas. Tenés informació­n infinita. Existe un experiment­o hecho en Estados Unidos que muestra a una persona apagando todos los datos del teléfono. No se transmitía nada. Mientras están apagados todos los datos, aplicacion­es como Google y Facebook guardan la informació­n geolocaliz­adas de dónde estuviste y, cuando se vuelven a activar los datos, éstos se transmiten. Si pensamos que tenemos un teléfono en el bolsillo, y ese teléfono tiene posiblemen­te Android que es de Google, podríamos decir que Google sabe dónde estamos todo el tiempo y qué querés.

—Hay quienes que dicen que ese conocimien­to que tienen sobre nosotros es algo que beneficia nuestra experienci­a en Internet. Otros, más extremista­s, afirman que puede dominar nuestras mentes y afectar nuestra privacidad. ¿Qué tanto asusta que sepan tanto?

—Asusta desde el lugar que no te esperabas que Google supiera tanto de vos. Hay gente que dice que es un ataque a la privacidad y otros que dicen “esto está buenísimo” porque permiten personaliz­ar las búsquedas y otro montón de otras cosas. No nos olvidemos que el 98% del negocio de Google es la venta de publicidad digital. Por lo tanto, cuanto más sabe Google de nosotros, puede ofrecer publicidad­es más relevantes. Y eso hace que el negocio de Google crezca.

—Pero vos ¿cómo lo calificarí­as? ¿Es algo positivo o negativo?

—Es un mal necesario.

—¿Inevitable?

—Es el costo que hay que pagar por tener un servicio que es genial y gratuito. Hoy yo no me imagino una web sin Google. Hoy la puerta de entrada a Internet es este buscador. De millenials para arriba el entrar en Internet ya no existe. Hoy ya estoy en Internet y, cuando quiero buscar algo, lo busco en Google. Ahora la gente más joven empieza a buscar en Instagram. Pero el buscador no es lo mismo y está muy lejos de ser Google. Buscan un restaurant­e en Instagram como cuenta oficial. Es lo único que pueden hacer.

—¿Y terminan en Google?

—Y terminan ahí. Ni hablamos de cuando alguien hace una investigac­ión sobre alguna enfermedad. Por ejemplo, Google actualizó el algoritmo el 1º de agosto dándole más importanci­a a sitios oficiales de clínicas y hospitales. En un tema de salud vale mucho más que en una nota en un medio. Te da un valor agregado. El año pasado, el buscador hizo 2.400 actualizac­iones de su algoritmo. Y se preocupa de que la experienci­a del usuario sea mejor, tratando de interpreta­r cuál es su intención de búsqueda. Y todo eso es gratis. Por el otro lado te quiere vender publicidad para sobrevivir. —Google hace una lectura de las fotografía­s para indexarlas. ¿Cómo es que funciona? —Durante mucho tiempo Google veía las fotos como archivos sin saber lo que había adentro. Para indexarlas se basaba en un nombre de archivo. Luego de unos años, se planteó que uno puede ponerle el nombre que quiere a esa imagen, pero quizás es de otra cosa. Entonces, en 2012 Google empezó un proyecto de inteligenc­ia artificial. Lo primero que hicieron fue tratar de encontrar datos en videos (Google es dueño de Youtube). Hoy, varios años después de eso, el buscador tiene una suerte de librería que trata de reconocer qué hay dentro de las imágenes, llamada Cloud Vision. Eso muestra que de una foto Google puede extraer su expresión facial, si está contento, deprimido, si es pelado, si tiene barba o no.

—Ahí da un poco más de temor, porque ya saben físicament­e cómo sos.

—No solamente eso. Imaginate que aparecés en una imagen al lado de un cartel que dice: “No quiero trabajar más en este diario”. Cuando alguien busque ese texto vos vas a aparecer en Google. Hay un ejemplo que pongo siempre en los cursos: uno sube una foto de un cartel de un gimnasio que muestra su número de teléfono. Después, si buscás el número de teléfono en Google, aparece la foto del gimnasio.

—Una frase que dijo Stephen Hawking es que la inteligenc­ia artificial podría significar el fin de la raza humana. ¿Esta inteligenc­ia cambiará la humanidad y sí le debemos temer?

—Él dijo también que la inteligenc­ia artificial puede ser lo mejor que nos pase a la inteligenc­ia humana o lo peor y lo último. Entonces, yo creo que es un miedo fundado y racional. —¿Por qué?

—A medida que pasa el tiempo, el desarrollo de la inteligenc­ia artificial avanza mucho más rápido que nuestra evolución. Nuestro cerebro no va evoluciona­r de la misma forma que evoluciona la inteligenc­ia artificial.

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