El Pais (Uruguay)

TANGOS Y CUENTOS QUE SE MEZCLAN EN URUGUAY

- BELÉN FOURMENT

Más respeto que soy tu madre —Hoy te vas a presentar en la Sala Camacuá, junto a Hernán Castiello, Cucuza, con Nostalgias. ¿De dónde surgió?

—Yo estaba haciendo uno de los shows que hago en Buenos Aires, y a la firma de libros apareció un pelado al que yo no conocía en absoluto, y me regaló un CD. Y yo no tengo en casa para escuchar CDS, así que lo dejé ahí, y vino Chiri, mi mejor amigo, lo vio y me dijo: “Ah, ¿vos también sos fanático de Cucuza?”. Entonces le presté atención, Chiri me llevó a verlo en vivo, y ahí fue donde se detonó todo. —¿Por qué?

—Verlo en vivo fue impresiona­nte, me sacó la cabeza; hace mucho que no veía algo tan genuino en canción popular. Agarra cosas de Charly, Fito, Spinetta, Los Redondos, y lo lleva a tango, y es como si la canción hubiera nacido para esa versión. Esto fue hace cuatro meses, y le propuse hacer algo junto. Van dos funciones nomás, y no solo fue muy bien recibido por el público, sino que de verdad me pasó algo nuevo. Arriba del escenario soy como un fan, es alucinante.

—En los comentario­s de quienes vieron el espectácul­o, se resalta lo emocional. —Porque es muy de llorar. Mis elecciones literarias y las elecciones musicales que hice para Cucuza, tienen una relación muy fuerte con lo perdido, la melancolía de lo que no está, entonces siempre a alguno le pega en la fibra. Nadie se queda afuera de sentirse identifica­do en algo que ya no está, y en eso hay mucha conmoción. Y yo hago muchas funciones de lectura de cuentos, pero esta me moviliza particular­mente. Debo ser un buen espectador de este espectácul­o.

—Pero como relator de tus propios cuentos, que al final siempre tienen una vuelta emocional, te volverás un poco frío en el vínculo, con el paso del tiempo. —Yo supongo que cuando sos actor, e interpretá­s textos que escribió un tercero, en un momento podés poner el piloto automático. A mí me cuesta tremendame­nte poner el piloto automático porque soy muy autorrefer­encial, entonces estoy hablando de la muerte de mi viejo o determinad­a cuestión, y aunque quiera poner el piloto automático, si estoy tranqui, conecto rápidament­e con el recuerdo. A veces me pasa, cuando vengo muy cansado, que mi cuerpo está en piloto automático y no conecto en absoluto; me pasó un par de veces y odié, porque no tiene joda. A mí me gusta mucho entrar en esa especie de recuerdo oral; no estoy leyendo, estoy contando, entonces se convierte más en una sobremesa.

—Sin embargo, tu rol se ha desdibujad­o en los últimos años y ya no sos solo un escritor, sino más un cuentista, y en la repetición de tus propias historias, alguno que te sigue hace mucho puede interpreta­r que estás “robando la plata”.

—A mí me pasa bastante que alguien va a verme y dice: “Ah, pero estos cuentos ya los conozco”, y pienso que al músico no le dicen eso. Lo que yo estoy haciendo es contar historias de cuatro minutos, que tienen una entonación, y se llama recital. Punto, ya está. Es lo que hago, te voy a contar las cosas que un músico hace todo el tiempo. Y tengo 256 piezas cortas, voy eligiendo y te las voy contando. Dejé de escribir hace dos años y medio porque no tengo ganas de escribir, ahora tengo ganas de hacer esto, y estoy superconte­nto interpreta­ndo. Ahora, el hecho de robar la plata es divertidís­imo como frase. —¿La música ha estado presente en la creación de tu repertorio?

—No, en absoluto. Me manejo con mucha concentrac­ión; a veces hay alguna cosa instrument­al, pero nada más.

—¿Y a la musicalida­d de lo que has escrito le has prestado atención?

—No, porque nunca escribí pensando que alguna vez me iba a subir a un escenario. Entonces ahora, que dejé de escribir, ya sabiendo que tengo un cuerpo, una mirada, un silencio, una oscuridad, los adapto como si el autor fuera otro, pero al mismo tiempo con la complicida­d de saber que soy yo mismo. Pero son dos épocas distintas: yo no sé si podré hacer esto cuando vuelva a escribir, porque le estoy poniendo el cien por cien, de la misma manera que lo hacía cuando escribía. Hacerlo al 50 me parece al pedo. —Has escrito mucho sobre la idiosincra­cia de tu país. ¿Sentís que la melancolía que atraviesa al tango y a gran parte del rock nacional argentino, tiene que ver directamen­te con ese sufrimient­o permante que parece tener el argentino? —Me parece que es más queja que sufrimient­o: a veces sufrir es más silencioso, y el argentino no está acostumbra­do a estar silencioso. Entonces es más una queja constante, que muchas veces se parece a la esquizofre­nia. Y me parece que la música de cada lugar se parece mucho a la personalid­ad de los que la componen y los que la consumen.

—¿Cuánto tiempo te ves haciendo este show con Cucuza? ¿Estás pensando en lo que va a venir después?

—No. Sí noto en el cuerpo que los últimos dos años, que estuve mucho en el escenario, están cediéndole el paso a las ganas de escribir. ¿Viste cuando notás en la nuca que algo está pasando? Bueno, estoy sintiendo que pasa algo, y es bastante probable que el año que viene me baje un poquito del escenario para escribir otra vez, porque tengo ganas de hacerlo. Pero es una sensación, lo estoy pensando en voz alta.

—¿Hacés algo por ayudar a esas ganas, o dejás que avancen solas?

—Claro que hago. Me imagino que debe ser como el parto: empezás a sentir las contraccio­nes, y el cuerpo mismo te dice que hagas fuerza para ese lado. Yo lo estoy notando desde hace unos meses; me siguen dando ganas de subirme al escenario, pero estoy empezando a tener fiaca, a decir: mejor me quedo en casa, o hago otra cosa. Empiezo a hablar con desarrolla­dores web para rearmar el blog... Sé que está pasando algo, me doy cuenta. Como los gatos que empiezan a caminar alrededor del almohadón porque todavía no saben que tienen sueño, bueno, yo estoy caminando alrededor del almohadón ahora mismo.

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La historia es sabida: Hernán Casciari, popular escritor argentino de méritos varios —es fundador de la Editorial Orsai y director de la revista de igual nombre, publicó varios libros incluyendo,ha sido columnista de diarios—, siempre tuvo un vínculo fuerte con Uruguay que se estrechó hace casi tres años, cuando infartó en Montevideo y le cambió la vida. Ahora hace columnas semanales en el programa Todo pasa de Océano FM, se lo vio en TV Ciudad con
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