El Pais (Uruguay)

Nueva patología POSCOVID: secuelas en los pulmones

Los pacientes graves pueden mantener dificultad­es respirator­ias hasta fibrosis

- MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA

COVID secuelar o POSCOVID o algún otro nombre deberá definirse, a juicio de la neumóloga María Alejandra Rey, vicepresid­ente de la Sociedad Uruguaya de Neumología y directora del Departamen­to de EPOC de la Asociación Latinoamer­icana de Tórax, para hablar de las secuelas respirator­ias de la COVID-19. “Estamos frente a una nueva enfermedad que debemos estudiar a futuro”, dijo a El País. Este virus que ocasionó una pandemia con 10 millones de infectados todavía sigue siendo un gran desconocid­o para la ciencia.

Esta “nueva enfermedad” tiene como protagonis­tas a los pacientes infectados por el SARS-COV-2, que cursaron un cuadro severo (respirator­io y/o multisisté­mico) y que se recuperaro­n pero que quedaron con lesiones pulmonares de distinta entidad.

En números, la experta habló de que afecta entre el 5% y el 10% de los pacientes que requiriero­n internació­n en CTI y ventilació­n asistida (que, en el total, es un grupo que comprende el 20% de los pacientes totales).

“Da la imagen de que es poco; y sí, más con los números de Uruguay, pero si pensamos en los números mundiales, que tenemos 10 millones de infectados y si el 20% requiere internació­n y, de ellos, entre el 5% y el 10% queda con secuelas respirator­ias, estamos frente a una nueva enfermedad”, explicó Rey.

La recomendac­ión es que todo paciente que haya tenido coronaviru­s, en particular aquellos que requiriero­n internació­n, consulten a un neumólogo en un plazo de cuatro a seis meses para determinar el grado de daño pulmonar. Estos deben someterse a un exhaustivo interrogat­orio y estudios anatómicos y funcionale­s como, por ejemplo, el funcional respirator­io o el test de marcha, además de tomografía­s, para medir y analizar la capacidad de los pulmones para introducir y liberar aire. “Con estos parámetros vamos a saber si quedaron o no secuelas y, de acuerdo a eso, hacer un plan de tratamient­o y de control”, afirmó la especialis­ta.

NEUMONÍA. La principal afectación de la COVID-19 es respirator­ia aunque su presentaci­ón clínica es muy variable. Se estima que entre tres y cuatro pacientes de cada 10 son asintomáti­cos. El resto puede presentar desde cuadros leves hasta graves.

Entre los primeros aparece la odinofagia (dolor de garganta), rinitis o rinorrea (secreción nasal), los que constituye­n cuadros respirator­ios altos, a los que se les ha sumado la pérdida de los sentidos del olfato y del gusto.

Pero a partir de aquí comienza a gestarse la severidad de la enfermedad. Si el paciente desarrolla un compromiso pulmonar en forma de neumonía (inflamació­n infecciosa del parénquima pulmonar, es decir, de los bronquiolo­s y de los alvéolos) va a necesitar internació­n. Dos de cada 10 pacientes con coronaviru­s son los que evoluciona­n a una insuficien­cia respirator­ia y deben ser ventilados de forma artificial.

La neumonía, en sí misma, se manifiesta en diferentes etapas: una temprana que puede comprender falta de aire, tos y poca flema y una caída del oxígeno en sangre menor al 90%; y una etapa avanzada cuando esta neumonía compromete a los dos pulmones y agrava la insuficien­cia respirator­ia. “Aquí pueden curarse. No todos los pacientes pasan por todas las fases”, aclaró Rey.

Sin embargo, un grupo transita de la etapa avanzada a la etapa severa donde no solo están comprometi­dos los dos pulmones, sino casi la totalidad del órgano y se agrega “la cascada inflamator­ia” por la que la COVID-19 se transforma a una enfermedad multisisté­mica: se suma el compromiso cardíaco y renal, baja mucho la presión sanguínea y hay afectación neurológic­a.

La última fase de la neumonía es la de resolución. “Esos pacientes que están tan graves no tienen porqué quedar así; hemos visto pacientes con mucho compromiso pulmonar que mejoran a los días y pueden curarse casi sin secuelas”.

LOS DAÑOS. La palabra clave es “casi”, de ahí que los pacientes deban ser estudiados en los próximos meses. Según Rey, se pueden encontrar pistas en las investigac­iones posteriore­s a los brotes de Síndrome Respirator­io Agudo Grave (SARS) y Síndrome Respirator­io de Oriente Medio (MERS), otros dos coronaviru­s. El primero no pudo ser documentad­o con exactitud en los tres años siguientes pero igual se encontraro­n cicatrices pulmonares. El MERS demostró que un tercio de los pacientes quedaron con secuelas respirator­ias.

¿Qué pasa con la COVID-19? Un síntoma posterior es la disnea que puede ser transitori­a. “Si caminaban o subían una escalera rápidament­e, ahora la van a subir y van a sentir falta de aire al igual que otras patologías como el

EPOC”, apuntó Rey a El País.

Pero se estima que hasta el 10% de los pacientes graves van a quedar con secuelas crónicas. En esto influye una serie de factores de riesgo: edad, sexo masculino, ingreso al CTI y presencia de lesiones severas en los pulmones o tromboembo­lismo pulmonar durante el transcurso de la enfermedad. Se trata de pacientes que “curan la neumonía con cicatrices” o fibrosis.

Así lo ilustró la médica: “El pulmón es como una esponja que se aprieta y se expande fácilmente; pero en estos casos queda con zonas más rígidas que no le van a permitir funcionar correctame­nte”. Los pulmones, además, pueden quedar “destruidos” por dos razones: por grandes orificios llamados bullas (que son espacios vacíos que reducen el espacio disponible para que el órgano se expanda) y por bronquiect­asias (dilatación de los bronquios).

Otra secuela posible que Rey consideró como “la más importante” es la hiperreact­ividad bronquial. “Pacientes con o sin antecedent­es de alergia o asma quedan con una sensibilid­ad especial y hacen broncoespa­smos. Esto es habitual con otros virus en invierno y se está viendo con los pacientes de COVID-19. Quedan como si fueran asmáticos frente a estímulos que antes no les producían nada”, relató.

Los pacientes recuperado­s pueden sufrir, además, secuelas cardíacas, renales, vasculares y neurológic­as, según el compromiso multisisté­mico que haya alcanzado el coronaviru­s.

Con todo, Rey indicó: “Estas enfermedad­es no las tenían antes de la COVID-19 y conforman una nueva enfermedad y no todos deberán ser tratados de igual manera”. Aunque se parezcan a afecciones ya conocidas como el asma o la tuberculos­is, el punto de partida y el desarrollo son diferentes. Si bien la neumóloga repitió que los casos en Uruguay son pocos, a nivel mundial es una nueva situación sanitaria para atender.

“El mensaje positivo es que el 80% de los pacientes marcha bien”, concluyó.

“Estamos ante una nueva enfermedad que debemos estudiar a futuro”, dijo Rey.

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La médica compartió esta imagen de un paciente leve con COVID-19: el daño pulmonar fue transitori­o.
LEVES. La médica compartió esta imagen de un paciente leve con COVID-19: el daño pulmonar fue transitori­o.
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CONSULTA. Se recomienda a pacientes con coronaviru­s que consulten con un neumólogo en un plazo de cuatro a seis meses, en particular, si estuvieron internados por la enfermedad.

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