El Pais (Uruguay)

Economía y ecología

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Tras los estragos de la pandemia del coronaviru­s, el mundo gastará billones de dólares para regresar a la normalidad. Cada vez más, activistas e influyente­s hacedores de políticas públicas exigen que este gasto se vincule a los objetivos climáticos. La presidenta del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), Kristalina Georgieva, insta a "hacer todo lo que esté en nuestras manos para que sea una recuperaci­ón verde", y muchos países están impulsando un "Green New Deal". Esto podría costarnos decenas de billones de dólares y, desafortun­adamente, será una de las peores formas de ayudar a la recuperaci­ón.

La pandemia del coronaviru­s ha causado la pérdida de cientos de miles de vidas y ha dado lugar a una perturbaci­ón generaliza­da. Según el FMI, las pérdidas podrían fácilmente superar los 20 billones de dólares durante este año y el próximo.

Del mismo modo, el cierre de escuelas ha tenido escasos efectos sobre el coronaviru­s, según la revista médica The Lancet, pero ha dejado a la siguiente generación con una peor educación. Debido a que los niños mejor educados son adultos más productivo­s, esto obstaculiz­ará el crecimient­o del mundo en las próximas décadas. El Banco Mundial estima que el actual cierre de escuelas, que afecta a unos 1.500 millones de niños, ha restado 13 billones de dólares al futuro de los niños.

Ahora, las naciones pedirán prestadas enormes cantidades de dinero para ayudar a aliviar el sufrimient­o actual. Se nos dice que una recuperaci­ón ecológica puede crear rápidament­e muchos empleos y generar crecimient­o económico, además de solucionar el problema aún mayor del cambio climático. Esto es mayoritari­amente incorrecto.

El cambio climático es un problema importante para la humanidad y debemos abordarlo de manera inteligent­e. Pero las políticas climáticas también tienen grandes costos.

El Acuerdo Climático de París es un desperdici­o, ya que costará entre 1 y 2 billones de dólares al año y solo reducirá los daños climáticos en una décima parte de su costo. Reducirá las temperatur­as a finales de siglo en unos insignific­antes 0,2°C. Además, los estudios muestran que aumentará la pobreza y cuadruplic­ará los precios de la energía en Europa.

Los mayores estudios sobre el “2050 European Green Deal” apuntan a unos costes de 1 a 2 billones de euros por año hasta 2050 solo para Europa. Esta cifra supera lo que los gobiernos de toda la UE gastan hoy en salud, educación y medio ambiente, pero solo reducirá los daños climáticos globales en menos de una décima parte de su costo.

Pero segurament­e el gasto ecológico producirá más empleos, ¿verdad? En los Estados Unidos se necesitan 39 trabajador­es del sector de la energía solar para producir la misma cantidad de electricid­ad que genera un trabajador del gas natural. Elegir emplear a 39 personas para hacer lo que solo una podría generar es un desperdici­o. Significa que 38 personas no pueden ayudar en otro sector de la economía.

Además, el gasto ecológico actúa lentamente y casi no crea puestos de trabajo a corto plazo, cuando estos son más necesarios. Tampoco ayuda a los más afectados. Genera empleos verdes en la construcci­ón y las manufactur­as, pero la mayoría de las pérdidas de puestos de trabajo debido al coronaviru­s se produjeron en el sector servicios.

Por último, los empleos subvencion­ados resultante­s de los acuerdos ecológicos tendrán que financiars­e con impuestos más altos, lo que producirá recortes en otros lugares. Como concluye la Oficina Nacional de Investigac­ión Económica de los Estados Unidos en un estudio reciente, es probable que los efectos generales de las políticas ambientale­s en el empleo "sean pequeños, especialme­nte a largo plazo".

Los activistas a menudo citan erróneamen­te un informe de la OCDE para sugerir que las políticas climáticas pueden aumentar el crecimient­o. El informe muestra, en realidad, que las políticas climáticas reducen el crecimient­o, mientras que las políticas inteligent­es no necesariam­ente relacionad­as con el tema climático, como las inversione­s en infraestru­ctura y educación, junto con un mercado laboral más flexible, aumentan el crecimient­o. ¿Deberíamos entonces elegir primero las políticas que aumentan el crecimient­o?

Para hacer frente al desafío climático tenemos que gastar menos recursos y hacerlo mejor, para aumentar las inversione­s en innovación que permitan llevar el precio de la energía verde por debajo del de los combustibl­es fósiles.

Pero hoy debemos centrarnos en las necesidade­s urgentes: inversión en la atención de la salud para hacer frente al enorme retraso existente y aumentar la resistenci­a a futuras epidemias; conseguir que los niños regresen a las escuelas; y ayudar a los miles de millones de personas que, en todo el mundo, tienen menos alimentos, menos ingresos y más insegurida­d.

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