“NUESTRA RELACIÓN CON LOS PRESOS ES MUY FLUIDA”
—Los privados de libertad suelen ser muy demandantes por distintas razones, ¿cómo es la relación del comisionado con los reclusos?
—En nuestra oficina somos once personas, el titular y siete asesores, y tratamos de que sea una oficina que esté muy presente en el terreno, hacemos unas 80 a 90 visitas por mes, recorremos mucho. Hemos desarrollado un protocolo para levantar información, porque justamente tratamos de que, y eso es lo más importante, tratamos de calificar cada centro según su cumplimiento o no de las reglas mínimas de Naciones Unidas, y para poder hacerlo, para que no sea solamente una opinión del titular de la oficina, elaboramos un protocolo con cantidad de dimensiones de cada lugar, condiciones edilicias, hacinamiento, educación, trabajo, rol educativo-pedagógico de los funcionarios, clima de convivencia, salud, alimentación, salud mental y adicciones. Básicamente tenemos siete dimensiones que luego abrimos y cada una de ellas tiene otros 13 o 14 indicadores, esa planilla la hacemos periódicamente. Esa es una modalidad de intervención, después recorremos mucho y hablamos mucho, vamos a las actividades, hablamos mucho con los funcionarios, hablamos con los responsables, hay una relación muy fluida. En el siglo XXI no puede haber políticas de seguridad pública sin resolver la cuestión penintenciaria, por la posibilidad de trabajar con la gente que está privada de libertad y con sus familias, porque ahí tenemos 12 mil presos, pero tenemos una cifra no cuantificada que no debe bajar de 15 mil personas, niños y adolescentes con sus referentes presos. Para un niño chico ir a visitar al padre o al tío a la cárcel es una adversidad sobre la cual hay que trabajar.