PILSEN ROCK El especial regreso de un festival
¿Cómo se hizo y qué se verá el sábado a las 22.00 en este “concierto cinematográfico”?
El nuevo Pilsen Rock cabe, en este preciso momento, en seis discos extraíbles de ocho terabytes más varios de dos teras que rotan de acá para allá entre cuatro islas de edición y otra de animación. Aquella marca que se consolidó en un parque gigante justo en la mitad del Uruguay, ahora volvió para desarrollarse entre un puñado de lugares de Montevideo. Aquella excusa para hacer kilómetros y kilómetros, para dormir en carpas apiladas entre miles de extraños, ahora es una forma de sentir la música en vivo en la comodidad del hogar o, cuanto mucho, del bar que se sume a la transmisión, con amigos o en familia. Aquello que fue sinónimo de barro y pertenencia hoy se convierte en un concierto cinematográfico, porque la vida cambia y la “normalidad” también, y la de hoy impide ser multitud presencial.
Sin embargo, lo que conecta al festival original con el que se desarrollará vía streaming el sábado próximo es, además de la marca y del rock, el contexto. En 2003, Hereford, Buitres y La Renga y tantos más cantaron para una multitud golpeada por la crisis de 2002, que había dejado secuelas hondas. En 2020, La Vela Puerca, El Cuarteto de Nos, No Te Va Gustar (que repite de aquella primera edición), Niña Lobo y Eli Almic cantarán para un país que, como tantos, padece las consecuencias de la pandemia del coronavirus.
Porque crisis significa oportunidad, dicen los optimistas, y para el Pilsen Rock esta crisis es, a 10 años de su última edición (montevideana y de grilla extranjera, ya era otra cosa) la oportunidad del regreso.
“Este Pilsen Rock es un proyecto absolutamente de cuarentena”, dice a El País Marcos Hecht, director de Pardelion Music que está a cargo de producir el festival. Pardelion y Pilsen comenzaron la charla en marzo con la intención de hacer algo desde el confinamiento, que fuera por y para la música. De ahí hasta junio, cuando comenzaron los rodajes, se barajaron mil ideas. Ir a casa de los músicos y hacer algo chiquito, de contacto cercano. Armar algo del estilo de los eventos por streaming que organizaron de Elton John a Lady Gaga, más casero. Plantear una grilla internacional, con figuras de México a Argentina. Seguir una referencia estadounidense y filmar desde un auto hacia una vereda, y todo así.
“Manejamos infinitos caminos y posibilidades”, dice Hecht, hasta que la flexibilización de la cuarentena y la experiencia de Pardelion filmando música en vivo (además de los ciclos de su canal de Youtube, hizo el especial Otras canciones de NTVG) convergieron en esto: una película musical, un concierto cinematográfico. “Un especial de la música de hoy, en la mejor versión que pudimos hacer”, resume Hecht sobre lo que se verá este sábado desde las 22.00 por Canal 10, Pardelion Music en Youtube o en Aerolife, y se podrá seguir también por Del Sol FM.
Durante la emisión, el público podrá hacer donaciones para colaborar con el sector de la música, a través de Mercado Pago; y se donará parte de lo recaudado por entradas en Aerolife o por las ventas de una edición especial de cerveza y el resto del merchandising. Pilsen hará otro aporte monetario.
El resultado es algo inédito para Uruguay, un registro con un movimiento y un encare que logran llevar al espectador a estar ahí, viviendo el show, sintiéndolo. Es de altísimo nivel; una experiencia
Tres bandas consagradas y dos propuestas en desarrollo componen la propuesta de este Pilsen Rock 2020. nueva y muy disfrutable desde la calidad.
EL PROCESO. En esos discos duros conviven las partes de un festival que superará las tres horas de transmisión y que articulará shows; entrevistas, backstage, contexto y demás. Mucho de lo que se verá ya se filmó, siguiendo el protocolo sanitario aprobado para los rodajes audiovisuales; más material se está filmando y hay sorpresas (invitados, por ejemplo) que serán reveladas esa noche. El relato está planteado como un viaje que de alguna manera remite al viaje que exigía el Pilsen Rock original, solo que el recorrido será inverso: de Durazno a la sala de No Te Va Gustar, y de ahí a otros rincones con un dron como conductor de este tour “voyeurista”.
“No se cómo lo preparamos porque no sabíamos qué esperar, cómo se va a vivir del otro lado; es una experiencia nueva para todo el mundo”, dice en Elefante Blanco Emiliano Brancciari. En la casa de los NTVG se respira aire a disco nuevo, están en plena preproducción —con Héctor Castillo a distancia— de un álbum por venir, y en los ensayos se discute sobre el lugar de la guitarra en el segundo verso del tema “Luz” o sobre la prioridad que tiene “Culpa” en la lista grupal.
Entre ese proceso, después de un tiempo largo sin verse las caras, hubo un momento en el que se reencontraron para repensar su show eléctrico a la medida de este Pilsen Rock.
“No le prestamos demasiada atención a hacer un show de grandes éxitos. Obviamente hay dos o tres que no faltan nunca, pero decidimos no hacer solo lo lógico y tocar algunos lados B, aprovechando que la gente está en su casa y va a ver otros detalles, canciones que no tienen tanto que ver con la adrenalina sino con lo que estamos tocando”, cuenta Brancciari. “La idea era que tuviera espíritu rockero, que la selección de temas tuviera cierta gracia distinta, y meterle mucha energía, a pesar de que hay algunos guiños al acústico”, aporta Fran Nasser.
Es, por las características del show y por la locación en sí, algo muy especial para un grupo que atraviesa un momento especial: el de las ganas de hacer cosas, ganas de estar donde más les gusta que es en ese mundo que se comprende entre la previa del camarín y la magia del escenario. Están refugiados en la ilusión de las nuevas canciones, que quieren despegar de Suenan las alarmas y del viaje acústico, pero esta alternativa del Pilsen Rock fue una forma de saciar su mayor urgencia, la del rock enchufado.
Además de Elefante Blanco, el Club Neptuno, la sala de La Vela Puerca y El Cuarto Tavella son los escenarios de estos cinco recitales filmados con steadycam, con el director de fotografía Diego Rosenblatt en la otra cámara, y todo con dirección de Alfonso Guerrero.
“No me imagino estar trabajando en un proyecto mejor, de corazón. Para nosotros, como productora que invierte mucho tiempo en la música no como negocio sino como interés propio, ¿qué más puedo pedir?”, dice Hecht, visiblemente agotado pero sin perder el entusiasmo. “¿Y en qué se convirtió este proyecto? Se convirtió en el primer concierto que dan estas bandas desde que empezó la pandemia, también con la carga que cada uno tiene y con la incertidumbre. Entonces creo que hay un valor cultural interesante de esto, que tiene que ver con la actualidad de la música uruguaya en este año tan especial de la pandemia. Más allá de las canciones y de lo que veas, creo que el peso que tiene el proyecto es el de estas bandas volviendo a tocar en vivo de la mejor forma posible en estas circunstancias”.
Es eso, asegura, lo que este Pilsen Rock pretende poner sobre la mesa: el sentimiento de orgullo y de respaldo por y hacia la música uruguaya.