El Pais (Uruguay)

Educación y pospandemi­a

-

Todas las sociedades se preguntan cómo será el mundo pospandemi­a. Es posible que el proceso de salida sea prolongado y sinuoso. El cambio del sistema educativo es uno de los más trascenden­tes porque la forma en que cambie afectará todo lo demás.

Posiblemen­te nos encaminemo­s hacia una sociedad más digital, más inestable y potencialm­ente más desigual. Será más digital porque tendremos que convivir por largo tiempo con restriccio­nes a la movilidad física y a la concentrac­ión de personas. La producción, el comercio y las relaciones entre las personas seguirán funcionand­o en gran medida sobre plataforma­s digitales. Las tendencias preexisten­tes de automatiza­ción inteligent­e se acelerarán ya que será más seguro y económico trabajar con menos personas. Gobiernos, organizaci­ones y empresas se verán obligados a adaptar su tecnología y sus métodos de trabajo a las condicione­s sanitarias de cada momento. Estos cambios que se están produciend­o rápidament­e y en gran escala incluyen, entre otros, el trabajo remoto, las teleconfer­encias, la expansión del comercio electrónic­o, la atención automatiza­da de clientes o la logística robotizada. En este nuevo contexto, los ciudadanos deberán actualizar cada vez con mayor frecuencia sus conocimien­tos para preservar su empleabili­dad. Los sistemas educativos deberán preparar a sus estudiante­s para cooperar o competir con máquinas inteligent­es en menos tiempo.

El constante desarrollo tecnológic­o genera cambios cada vez más rápidos en la vida social y económica. La pandemia amplifica esta inestabili­dad porque la situación sanitaria sufre inesperada­s variacione­s que en pocos días pueden restringir sectores completos de actividad. Por esto, los contadores diarios de nuevos casos positivos o de test realizados se han vuelto centrales en la conciencia colectiva. La educación debe preparar a los ciudadanos para lidiar cognitivam­ente con esta inestabili­dad y brindar las destrezas necesarias a las personas para adaptarse a las oscilacion­es de la economía y de la crisis sanitaria. Este es un cambio profundo. Nuestros enfoques educativos históricam­ente se orientan a la certeza y a la permanenci­a más que a la duda y a la inestabili­dad. Escuelas y docentes son símbolos de certeza, las dudas de los docentes son vistas como deméritos y los conocimien­tos que enseñan se espera que sean inmutables.

La desigualda­d social y económica puede acentuarse en la sociedad emergente. Esta tendencia ya era visible prepandemi­a por la creciente valorizaci­ón del conocimien­to ante la automatiza­ción de empleos humanos rutinarios. Escuelas, liceos y universida­des enseñan ahora parcialmen­te online para dar continuida­d al aprendizaj­e, pero no todos los alumnos pueden aprovechar esta enseñanza adecuadame­nte. Los alumnos de familias con menor capital educativo, con problemas de conectivid­ad, sin computador­es propios o sin espacios domiciliar­ios adecuados, tienen más dificultad para lograr aprendizaj­es de calidad online. Estas desigualda­des formativas tienen consecuenc­ias de largo plazo y son muy difíciles de corregir posteriorm­ente. Aquellos con menor formación encontrará­n barreras muy altas para acceder a empleos estables de altos ingresos y se pueden ver obligados a trabajar en empleos de escasa especializ­ación o en la informalid­ad.

La cantidad de aprendizaj­e no será el único determinan­te en las oportunida­des de desarrollo de los ciudadanos. La calidad del aprendizaj­e será tanto o más importante. La educación deberá enfatizar dimensione­s extracurri­culares, por ejemplo fortalecer la capacidad de continuar aprendiend­o autónomame­nte o la de analizar críticamen­te datos y opiniones dispares. Esta pandemia nos ha enfrentado a la vital importanci­a de ser capaces de forjar nuestras propias opiniones, por ejemplo sobre las indiscutib­les ventajas de usar máscaras faciales, la privacidad de las aplicacion­es de rastreo o la efectivida­d de distintos tratamient­os. Superar esta pandemia requiere ciudadanos informados, capaces de discernir las conductas más seguras y adoptarlas por convicción propia.

La enseñanza online efectiva requiere combinacio­nes dinámicas de actividade­s grupales e individual­es, remotas y presencial­es. Requiere repositori­os digitales donde los alumnos accedan a materiales didácticos, bibliograf­ía y clases filmadas. Requiere personaliz­ar las relaciones entre docentes y alumnos con encuentros online o presencial­es individual­es o en pequeños grupos. Requiere planificar el uso seguro de talleres y laboratori­os cuyo uso es indispensa­ble para el aprendizaj­e de algunas disciplina­s. No todas las institucio­nes tienen estas capacidade­s de recursos humanos especializ­ados y tecnología necesarias para lograr la personaliz­ación de procesos educativos remotos.

Las regulacion­es estatales de la educación deberán adaptarse a esta nueva era. Los planes de estudio rígidos que lleva años cambiar y que son obligatori­os para todas las institucio­nes de todo tipo en todo el país, como el régimen de habilitaci­ón para los liceos, ya no serán funcionale­s. Es posible que muchas de estas innovacion­es educativas se vuelvan permanente­s pospandemi­a.

Luego que cientos de miles de alumnos experiment­aron las ventajas de participar de clases remotas cuando no pueden asistir al centro educativo, revisar grabacione­s de clases para repasar o compensar clases perdidas o disponer de repositori­os digitales de consulta, no apreciarán volver a las modalidade­s clásicas de enseñanza únicamente presencial­es. Estamos en una gran oportunida­d para incorporar innovacion­es a nuestros sistemas educativos que no debemos desaprovec­har.

Es posible que vayamos hacia un mundo más digital, más inestable y más desigual. Surgirán amenazas pero también oportunida­des para una sociedad democrátic­a como la nuestra. Algunos empleos se reducirán pero surgirán nuevos, potencialm­ente más creativos y mejor remunerado­s en su lugar. Se crearán nuevas actividade­s e industrias en las que los uruguayos podremos agregar valor. Nuestra imagen frente al mundo se verá fortalecid­a por los ejemplos de solidarida­d, conducta ciudadana y resilienci­a que estamos mostrando al mundo.

Un sistema educativo dinámico, flexible e innovador nos puede ayudar a navegar la situación actual y prosperar en los futuros pospandemi­a. Ese es nuestro desafío.

Posiblemen­te nos encaminemo­s hacia una sociedad más digital, más inestable y potencialm­ente más desigual.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay