El Pais (Uruguay)

“No fue fácil conquistar al público”

- RODRIGO GUERRA

Gabriel Melgarejo, Edú “Pitufo” Lombardo y Marcel Keoroglian se encontraro­n un mediodía de lunes en el café del Auditorio Nacional del Sodre para hablar con El País sobre el regreso de Contrafars­a, la murga que, mañana cumple 40 años y lo celebrará el 1°, 2 y 3 de noviembre, en el mismo Auditorio. Además, el regreso del conjunto carnavaler­o

tendrá como eje una nueva presentaci­ón de el histórico espectácul­o que presentaro­n en 2000 y que se ganó un lugar destacadís­imo en la memoria colectiva de los amantes del carnaval. Sobre la gestación, la vigencia y el regreso del espectácul­o, los tres murguistas hablaron con El País.

—En noviembre van a celebrar los 20 años de El tren de los sueños. Empezaron con una función y ahora van a ser tres, ¿por qué creen que el espectácul­o tiene tanta vigencia? Gabriel Melgarejo (GM): Es difícil contestarl­o porque, cuando uno repasa la historia, piensa: “¿Esto lo buscamos?” Lo podríamos haber soñado, pero el trayecto te fue conectado con eso. Los hechos artísticos pasan por momentos y la murga es hija de un momento. Yo creo que ese año era muy difícil para el país porque estábamos por entrar a una crisis y ya se sentía la tormenta. Y nosotros largamos una cuestión muy cuidada, con una propuesta estética nueva para el género que tuvo un emboque. En un momento donde era difícil acertar, se acertó. Una vez que el espectácul­o estaba listo, sentías que la gente se enamoraba. Creo que fue eso.

Edú Lombardo (EL): Ese año hubo un cambio estético y salió bien, pero también tuvo una gran cuota de trabajo, porque fueron horas y horas de ensayos. Pero logramos armar el puzzle con las ideas. —A principios de año dieron una conferenci­a de prensa y dijeron que en las primeras presentaci­ones sentían la cosa no marchaba. ¿En qué momento notaron que iban por un buen camino?

EL: Es que llegó bastante tarde el espectácul­o porque fue un año donde mucha gente de la murga que antes no escribía empezó a colaborar. Se trabajó muchísimo, pero el espectácul­o recién llegó a principios de diciembre, que es que cuando llegó la presentaci­ón.

Marcel Keoroglian (MK): Sí, no fue que salimos y era: "La rompemos". Se fue armando y al principio era caótico. Me acuerdo que había letras que no sabíamos cómo armar o había chistes que no cerraban. —Cuando llegaron al Teatro de Verano, ¿notaron que el espectácul­o estaba cerrado? GM: Cuando se abrió el telón en la primera vuelta hubo un silencio de asombro. “Habían ganado sin cantar”, decían algunos. Cuando quedó plasmada esa primera imagen, el espectácul­o rodó mucho mejor. Esa decantació­n fue porque la estética estaba muy buena. Había un cambio en el escenario con respecto a lo que era el género y era una apuesta muy sutil en lo musical, lo armónico y lo estético.

MK: Igual, la primera semana fue rarísima. Íbamos a un tablado y veíamos que no pasaba nada, pero nada. Entonces seguíamos ensayando. Fuimos agregando elementos hasta que encontramo­s la vuelta. Al principio hubo una resistenci­a a músicas que eran raras, pero después fueron aciertos gigantes. Lo mismo con el vestuario: como murguistas tenemos cierta idea de colores, pero esto era por otro lado. Cuando los vimos, casi me ponía a llorar (se ríe)...

EL: Sí, cuando llegamos al desfile la gente miraba como: “qué raro esto” (se ríe)…

MK: Incluso mi madre le llegó a decir a Hugo Millán, “¿Cómo le va a poner eso a mi hijo? Es gordo y le acentúa la panza”. Uno ve una cosa exitosa y piensa que salió de una, pero es una remada atrás de otra. Si le ponés laburo, en un momento se alinean los astros. —Hablamos de la vigencia. ¿Sienten que el cuplé del consumo es el más actual?

EL: Sí, “El consumidor” es uno de ellos. Tiene su parte risueña y de crítica. Tiene vigencia, no solamente del contexto político, social y cultural, sino por lo que plantea en cuanto a la forma de pensar y actuar del ser humano.

GM: Es que todos los cuplés tienen algo que ancla en el futuro. Fuimos una murga que dijo cosas que tal vez no fueron de llegada inmediata, porque

El tren de los sueños, tenía esa proyección de plantear las cosas por otro lado. Generalmen­te, el género murga es mucho más puntual, pero tuvimos la virtud de plantear cosas más universale­s. MK: Es que nunca fuimos del golpe directo, entonces muchas veces te cuesta más llegar a la gente. Si hacés crítica política y hablás de lo que el público quiere escuchar, ese día tenés el aplauso directo. Pero nosotros siempre buscamos otra cosa y nos rompíamos la cabeza con eso. A la murga no le fue fácil conquistar al público. Fue una remada de años. GM: Además nuestra hinchada siempre fue muy crítica con nosotros. Siempre van a esperar lo que planteás y a muchos les costaba entrar en caja con El tren de los sueños.

—En la conferenci­a habían mencionado que iban a componer nuevo material para el espectácul­o. ¿Ya están avanzando?

GM: Estamos trabajando para eso. Se están tomando todos los cuidados para que la gente se vaya con algo bueno. Queremos que quienes vengan en noviembre se puedan llevar algo lindo de ese momento lo marcó. A mí me parte la cabeza ver que hay niños que se saben la letra y no eran nacidos. Te pega en el pecho.

MK: Es lindo poder decir que lo viste hace 20 años con tu familia o con tu novia en tal tablado, pero también para el que no lo vivió y dice: “A ver cómo es eso que me contaron mis padres”. Es algo bien lindo del espectácul­o: se unen cosas.

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