Proyecto de eutanasia y suicido asistido
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El artículo primero de dicho proyecto de ley exime de responsabilidad al médico, que actuando de acuerdo a la presente ley y a solicitud del paciente, en determinadas circunstancias, dé muerte o ayude a darse muerte.
La formación que recibimos en la Facultad, el compromiso con el juramento hipocrático y el Código de Ética Médica, nos lleva a rechazar de plano esa actitud y cometeríamos una grave falta de responsabilidad ética y moral si ello fuera nuestra intención.
Cuando no podemos curar el mal en sí y el paciente se encuentra en la fase final de una enfermedad grave progresiva e incurable, se tiene la obligación de cuidar al paciente, respetar su integridad, aliviarle el dolor físico y espiritual, procurando su bienestar y acompañarlo en lo posible en el proceso y en el momento de morir.
Hoy día, hay más analgésicos y otras medidas que pueden evitar una agonía intensamente dolorosa, siendo nuestra obligación evitar o minimizar el sufrimiento con toda la medicación que esté a nuestro alcance, con la intención de suprimir el dolor, aunque deprima la conciencia y aún acorte la vida.
No actuamos con la intención de dar muerte y sí con la intención de brindar al paciente el derecho de acabar sus días con el menor sufrimiento posible y en forma digna.
En estas situaciones también debemos evitar el ensañamiento terapéutico, o sea, ciertas intervenciones no adecuadas a la situación del enfermo por ser desproporcionadas a los resultados que cabría esperar. Evitamos así una prolongación precaria y penosa de la vida.
La renuncia a tratamientos desproporcionados no nos exime de terapéuticas para aliviar el dolor y otros síntomas para una muerte digna. No actuamos con intención de dar muerte, sino que expresa más bien la aceptación de la condición humana ante la muerte.
Hemos oído que esta ley pretende regularizar lo que habitualmente se hace. Lo negamos rotundamente ya que en ella está implícita la intención de matar, actuamos con intención de curar primero, de aliviar siempre y cuando la vida llegue irremediablemente a su fin, ayudar a morir con dignidad.
Debemos también tener muy presente a sus seres queridos, que sufren a la par de él, que le brindan permanente acompañamiento y que también necesitan del diálogo con el médico, esclarecedor de lo que está sucediendo e información del devenir esperado, con palabras claras y veraces. Ellos, de esta forma, también participan mejor de la asistencia.
En ocasiones, el papel apaciguador de las oraciones constituye un apoyo valiosísimo para quienes creen en ello.
Todos tenemos derecho a una buena asistencia, a evitar el ensañamiento terapéutico, a no sufrir dolores innecesarios y a una muerte acompañada y digna y todos los médicos la obligación de brindarla. sura y de las calles cortadas. Coincido, pero hay otras cosas tan graves como esto.
7. Las facturas que NO llegan, la imposibilidad de pagar en una agencia pasada la fecha, las dificultades que supone para la población dejar el trabajo, o en mi caso, de tercerísima edad, las dificultades para el desplazamiento y las esperas y las colas...
8. Ejemplo de pésima organización y destrato a los contribuyentes.
9. Finalmente me pregunto si no hay malicia en esa frase que advierte que las facturas no despachadas se deben pagar igual, dejando a nuestra responsabilidad entrar en las entrañas del monstruo.
10. Esta situación nunca antes la había padecido.