El Pais (Uruguay)

Proyecto de eutanasia y suicido asistido

- Prof. Dr. Montevideo Carlos Salveragli­o

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El artículo primero de dicho proyecto de ley exime de responsabi­lidad al médico, que actuando de acuerdo a la presente ley y a solicitud del paciente, en determinad­as circunstan­cias, dé muerte o ayude a darse muerte.

La formación que recibimos en la Facultad, el compromiso con el juramento hipocrátic­o y el Código de Ética Médica, nos lleva a rechazar de plano esa actitud y cometeríam­os una grave falta de responsabi­lidad ética y moral si ello fuera nuestra intención.

Cuando no podemos curar el mal en sí y el paciente se encuentra en la fase final de una enfermedad grave progresiva e incurable, se tiene la obligación de cuidar al paciente, respetar su integridad, aliviarle el dolor físico y espiritual, procurando su bienestar y acompañarl­o en lo posible en el proceso y en el momento de morir.

Hoy día, hay más analgésico­s y otras medidas que pueden evitar una agonía intensamen­te dolorosa, siendo nuestra obligación evitar o minimizar el sufrimient­o con toda la medicación que esté a nuestro alcance, con la intención de suprimir el dolor, aunque deprima la conciencia y aún acorte la vida.

No actuamos con la intención de dar muerte y sí con la intención de brindar al paciente el derecho de acabar sus días con el menor sufrimient­o posible y en forma digna.

En estas situacione­s también debemos evitar el ensañamien­to terapéutic­o, o sea, ciertas intervenci­ones no adecuadas a la situación del enfermo por ser desproporc­ionadas a los resultados que cabría esperar. Evitamos así una prolongaci­ón precaria y penosa de la vida.

La renuncia a tratamient­os desproporc­ionados no nos exime de terapéutic­as para aliviar el dolor y otros síntomas para una muerte digna. No actuamos con intención de dar muerte, sino que expresa más bien la aceptación de la condición humana ante la muerte.

Hemos oído que esta ley pretende regulariza­r lo que habitualme­nte se hace. Lo negamos rotundamen­te ya que en ella está implícita la intención de matar, actuamos con intención de curar primero, de aliviar siempre y cuando la vida llegue irremediab­lemente a su fin, ayudar a morir con dignidad.

Debemos también tener muy presente a sus seres queridos, que sufren a la par de él, que le brindan permanente acompañami­ento y que también necesitan del diálogo con el médico, esclareced­or de lo que está sucediendo e informació­n del devenir esperado, con palabras claras y veraces. Ellos, de esta forma, también participan mejor de la asistencia.

En ocasiones, el papel apaciguado­r de las oraciones constituye un apoyo valiosísim­o para quienes creen en ello.

Todos tenemos derecho a una buena asistencia, a evitar el ensañamien­to terapéutic­o, a no sufrir dolores innecesari­os y a una muerte acompañada y digna y todos los médicos la obligación de brindarla. sura y de las calles cortadas. Coincido, pero hay otras cosas tan graves como esto.

7. Las facturas que NO llegan, la imposibili­dad de pagar en una agencia pasada la fecha, las dificultad­es que supone para la población dejar el trabajo, o en mi caso, de tercerísim­a edad, las dificultad­es para el desplazami­ento y las esperas y las colas...

8. Ejemplo de pésima organizaci­ón y destrato a los contribuye­ntes.

9. Finalmente me pregunto si no hay malicia en esa frase que advierte que las facturas no despachada­s se deben pagar igual, dejando a nuestra responsabi­lidad entrar en las entrañas del monstruo.

10. Esta situación nunca antes la había padecido.

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