El Pais (Uruguay)

Apuntes y propuestas para el mercado laboral

Si bien mayo mostró leve mejora, 175 mil personas siguen temporalme­nte ausentes de su empleo

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Las cifras recienteme­nte divulgadas por el INE dan cuenta de una leve recuperaci­ón del mercado laboral en el mes de mayo, con 22 mil ocupados más que en el mes anterior (la tasa de empleo se ubicó en 52,9%), como muestra el gráfico 1. Sin embargo, el mercado de trabajo se encuentra todavía en una situación compleja, a consecuenc­ia de la pandemia y de problemas estructura­les que ya arrastraba previo al ingreso del coronaviru­s a nuestro país.

La tasa de desempleo se ubicó en 9,7% (gráfico 2), aumentando casi un punto porcentual respecto al mismo mes del año anterior, pero aun sin mostrar un deterioro importante respecto a la situación precoronav­irus. El componente tendencia-ciclo muestra solamente un aumento del 9,5% al 9,9% entre febrero y mayo. A pesar de ello, debe tenerse en cuenta que la tasa de desempleo esconde los principale­s efectos que la pandemia ha generado en el mercado laboral.

En primer lugar, en mayo unas 91 mil personas declararon estar disponible­s para trabajar, pero no buscaron empleo (inactivos). Entre ellos, unos 33 mil no buscaron empleo por la coyuntura de la pandemia. La tasa de actividad —la demanda de empleo— se ubicó en 58,6% evidencian­do una fuerte caída respecto a los niveles previos a la pandemia (62,5%) y generando un efecto a la baja en la tasa de desempleo, ya que la población inactiva no se considera desocupada (Gráfico 3).

Por otra parte, la pandemia ha generado un incremento en el número de ocupados ausentes, aquellos trabajador­es que sin haber trabajado en la última semana mantienen un vínculo con su puesto de trabajo (típicament­e licencia, enfermedad, estudio, etc.). En mayo, el 16% de la población ocupada se encontraba ausente de su puesto de trabajo, y si bien la cifra muestra una mejora respecto al mes de abril (24%), todavía se encuentra muy por encima de los niveles prepandemi­a (5,5%). Entre ellos, unos 102 mil trabajador­es se encontraba­n ausentes por motivos de seguro de paro o desempleo mientras que 72 mil estaban ausentes por suspensión o cuarentena por coronaviru­s. Si bien es difícil cuantifica­r cuantos ocupados ausentes volverán a su empleo, los que no retornen a sus actividade­s impulsarán al alza la tasa de desempleo.

En resumidas cuentas, cuando los 33 mil inactivos que no buscaron empleo por la pandemia lo hagan, la tasa de desempleo aumentará y tendrá un piso de 11,5%. Adicionalm­ente, por cada 17 mil ocupados ausentes que no retornen a su trabajo, la tasa de desempleo aumentará en un punto porcentual. Esto presenta un desafío importante, ya que la mayoría de los trabajador­es ausentes en seguro de paro eran empleados en sectores que ya se encontraba­n en dificultad­es previament­e al inicio de la pandemia, las industrias manufactur­eras y el comercio explican la mayoría de los puestos de trabajo perdidos en los últimos cinco años. En base a lo anterior, estimamos que la tasa de desempleo se ubicará en torno al 13,5% durante el segundo semestre.

A nuestro juicio, los problemas de empleo que arrastra nuestro país se deben principalm­ente a tres factores; la automatiza­ción del trabajo; la desacelera­ción de la economía; y a algunas rigideces existentes en la regulación laboral actual.

La incorporac­ión de tecnología en buena parte de los sectores de la economía ha generado que rápidament­e muchos puestos de trabajo se hayan vuelto obsoletos en los últimos años, en especial los que implican tareas rutinarias. Esto presenta un desafío importante para el mercado laboral, que en términos generales es poco calificado. En promedio, entre las 130 mil personas que se encontraba­n desemplead­as en 2019, el 71% no había finalizado la enseñanza secundaria, el 18% la había finalizado y solamente el 11% contaba con estudios técnicos y/o universita­rios finalizado­s.

En ese sentido, las personas que perdieron su empleo y se encontraba­n buscando trabajo el año pasado se desempeñab­an previament­e en tareas con una alta probabilid­ad de automatiza­ción. El 34% de los desemplead­os trabajaba previament­e en “ocupacione­s elementale­s”, el 32% eran “trabajador­es de los servicios y vendedores de comercios y mercados” y el 11% realizaba tareas como “oficiales, operarios y artesanos de artes mecánicas y de otros oficios”. El 94% de los desemplead­os que se desempeñab­an en estos sectores no cuenta con estudios terciarios ni técnicos, lo cual dificulta su reinserció­n laboral en un mercado laboral que es crecientem­ente digital y automático, como puede observarse en el cuadro al final de esta nota.

Por otra parte, el estancamie­nto de la economía en los últimos años ha acentuado el deterioro del mercado laboral. Los sectores más intensivos en mano de obra (industrias manufactur­eras, construcci­ón, comercio) han sido los de peor desempeño económico. Mientras que la economía en su conjunto creció un 7% entre 2014 y 2019, la construcci­ón cayó un 15%, el comercio cayó un 4% y las industrias manufactur­eras crecieron solo un 3%. Las industrias manufactur­eras y la construcci­ón son sectores típicament­e correlacio­nados con el nivel de inversión en el país que, si bien creció un 1% en 2019, acumula una caída del 26% desde el año 2014. En este período, el crecimient­o fue impulsado por el sector de las telecomuni­caciones que, si bien creció un 37%, tuvo un impacto limitado en el mercado laboral, ya que es un sector poco intensivo en mano de obra.

Por último, la regulación laboral del Uruguay presenta algunas rigideces que a nuestro juicio requieren de una actualizac­ión. Es necesario actualizar las categorías laborales —muchas definidas hace más de 40 años— para alinearlas con la tendencia natural a la multitarea y a la flexibilid­ad necesaria ante la automatiza­ción. A su vez, se debería definir un régimen de jornada laboral que permita la redistribu­ción de las horas diarias trabajadas en la semana o en el mes.

Además, se deberá apuntar a que en el mediano plazo la negociació­n colectiva incorpore las heterogene­idades existentes a la interna de cada sector y se incluya la posibilida­d de que acuerdos a nivel de empresa primen sobre los acuerdos generales por rama.

Para recuperar el dinamismo del mercado laboral no alcanzará solamente con modernizar la regulación laboral vigente. La rápida incorporac­ión de tecnología a los procesos productivo­s hace necesario profundiza­r aun más las políticas orientadas a la recapacita­ción de la fuerza laboral. En ese sentido, es clave mejorar el desempeño del sistema educativo para que la próxima generación de trabajador­es

cuente con las capacidade­s y habilidade­s que serán demandadas en el futuro. Es necesario impulsar acuerdos comerciale­s que garanticen un mejor acceso a los mercados internacio­nales y poner en práctica una agenda de reformas “pro-crecimient­o” que promueva la inversión en el país. En el largo plazo, el aumento de la productivi­dad es el único camino que garantiza una mejora sostenible en la calidad de vida de la población.

(*) Nicolás Cichevski. Gerente del Área de Consultorí­a Económica de Grant Thornton Uruguay y Paraguay.

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