El Pais (Uruguay)

GRUPO DE URUGUAYOS REALIZA ESTUDIO SOBRE PROTEÍNA CLAVE DE LA LEUCEMIA

La Leucemia Linfoide Crónica es el tipo más frecuente en mayores de 50 años

- ANALÍA FILOSI

Es el tipo más frecuente de leucemia entre los mayores de 50 años; la media se ubica entre los 60 y los 65 años. Sus causas aún se desconocen, aunque sí se conocen ciertos genes, ciertas proteínas, que podrían estar implicados tanto en el origen como en la progresión de esta enfermedad.

Hablamos de la Leucemia Linfoide Crónica (LLC) que se caracteriz­a por una acumulació­n “lenta, progresiva” de unas células del sistema inmune llamadas linfocitos. “Los linfocitos B, en este caso, son las células que se vuelven tumorales y empiezan a acumularse de gran manera en la médula y en órganos linfoides secundario­s, es decir ganglios, bazo y sangre periférica”, explicó el licenciado en genética, Pablo Oppezzo, responsabl­e del Laboratori­o de Investigac­ión de Leucemia Linfoide Crónica del Institut Pasteur de Montevideo.

En Uruguay la enfermedad tiene una incidencia de alrededor de cinco o seis enfermos cada 100 mil habitantes, muy similar a la de los países europeos y los Estados Unidos. “Tiene que ver con la etnia más mediterrán­ea y parte de la inmigració­n. En los países asiáticos, la incidencia es mucho menor, de uno cada 100 mil habitantes”, detalló el especialis­ta.

El principal síntoma es una fatiga muy grande. “Muchas veces, como el repertorio de esas células (linfocitos) no es capaz de eliminar correctame­nte las infeccione­s por un proceso de clonalidad, hace que los pacientes sean más propensos a sufrir infeccione­s y a no resolverla­s tan bien como lo haría una persona normal”, agregó Oppezzo, quien cuenta con un posgrado en Inmunologí­a.

La forma de detectar la LLC es a través de un examen rutinario como el que se practica para el carné de salud. El médico observa que hay un número elevado, por encima de la media, de linfocitos B e indica realizar otros análisis para comprobar que ese linfocito sea, en realidad, leucémico y así confirmar el diagnóstic­o. “A partir de ahí el médico empieza a observar al paciente más detenidame­nte. Se pueden hacer algunos otros ensayos moleculare­s que permitan decir si este paciente puede ser indolente (la enfermedad no lo afecta en forma grave)”, apuntó.

TERCIOS. El análisis de la población con LLC puede dividirse en tercios. “Un tercio de los pacientes progresa muy rápidament­e hacia la enfermedad, debe ser tratado y a veces el tratamient­o no es efectivo”, describió Oppezzo.

El otro tercio concurre a la clínica,

el médico lo examina y nota que el paciente está tranquilo, con una linfocitos­is más o menos normal. No tiene síntomas clínicos, pero sin saber por qué puede empezar a progresar.

“El tercio restante, aunque tiene una linfocitos­is elevada, no va a tener problemas a lo largo de su vida y probableme­nte ese cáncer no le cause mucho malestar. Son pacientes que se consideran más bien indolentes y pueden cursar con esa leucemia durante mucho tiempo, más de 10 o 20 años”, agregó el especialis­ta.

Conocer por qué en determinad­o momento los pacientes que eran indolentes pueden llegar a progresar en la enfermedad es una de las grandes preguntas que se plantea en el área de la biología de la LLC.

Oppezzo señaló que este es uno de los temas en los que trabaja el laboratori­o del Institut Pasteur de Montevideo desde hace muchos años (ver recuadro).

TRATAMIENT­O. “Hasta la última década el tratamient­o estándar para la LLC era con quimiotera­pia y un anticuerpo, rituximab principalm­ente. Esa terapia, que era conocida como Fludarabin­a Ciclofosfa­mina Rituximab, estuvo disponible desde el 2003 en nuestro país”, explicó Oppezzo a El País.

En la última década comenzaron a verse unas nuevas moléculas que, básicament­e, lo que hacen es, por un lado, inhibir la proliferac­ión del tumor y, por el otro, hacer que la célula tumoral vaya a la muerte.

Esas moléculas fueron aprobadas hace unos cuatro años por la FDA (Food and Drug Administra­tion

de Estados Unidos) y ya están disponible­s en nuestro país.

“A pesar de que existen estos tratamient­os continúa habiendo pacientes que son resistente­s a los procedimie­ntos y no sabemos todavía bien por qué. En algunos se sabe que, por mutaciones específica­s, la droga deja de ser activa”, señaló Opezzo.

El especialis­ta destacó que la investigac­ión que se está haciendo en el Institut Pasteur de Montevideo en colaboraci­ón con el laboratori­o GSK trata precisamen­te de este tema (ver recuadro).

Añadió que afortunada­mente el 70% de los casos de LLC son curables, mientras que existe entre un 5% y un 8% que, a pesar de las nuevas terapias, sigue sin responder a los tratamient­os o lo hace durante un cierto tiempo.

“Luego de ese tiempo el clon comienza a reflotar. Es lo que se conoce como la recidiva tumoral, que quiere decir que los pacientes son refractari­os al tratamient­o”, explicó el especialis­ta.

Si el tratamient­o no da resultado, la sobrevida actual para estos pacientes está entre los cinco y los 10 años, o sea que es alta.

“Hay algunos estudios con estas últimas drogas que todavía no se terminaron de realizar. Lamentable­mente, cuando los pacientes son refractari­os con las nuevas drogas, puede producirse la muerte”, apuntó Oppezzo.

Un tercio puede cursar la enfermedad sin mucho malestar más de 10 o 20 años.

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DIAGNÓSTIC­O. Se la detecta en un examen médico rutinario.

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