Una conversación pendiente
En este momento, el flamante canciller de nuestro país se encuentra en España, entre otras cosas, teniendo reuniones con altos representantes de la Unión Europea para acelerar los trámites del Tratado de Libre Comercio entre la UE y el Mercosur.
A esta altura hay bastante consenso en los diferentes ámbitos en que este TLC implica una ganancia neta para Uruguay. Haciendo corto un cuento largo, va a permitir a la mayoría de la población tener acceso a productos más baratos. Pero, hay algunos “elefantes en la habitación”, como dicen los americanos, cuando refieren a un problema obvio que nadie quiere discutir.
Porque si hay algo que es seguro, es que con este TLC no todos los sectores van a sobrevivir tal cual están y tenemos que asumir este desafío con la responsabilidad que implica, en especial por los puestos de trabajo que hay en juego.
Usted dirá, “pero si va a demorar entre 15 y 17 años implementar el TLC en su totalidad, ¿cuál es el apuro?”. Por ejemplo, en el caso de la industria manufacturera, las decisiones de inversión que se están tomando hoy definen la estrategia de las empresas en algunos casos a 20-30 años o más. Por ende, hay cierto apuro.
Si hace unos años la entrada al Mercosur representó para muchas industrias pasar de jugar en la cancha de baby football a cancha de fútbol 11, ahora estamos hablando de entrar a jugar en la Champions League. Con la salvedad que estamos con insuficiencia cardíaca y respiratoria. Porque ya es sabido que nuestro país está con serios problemas de competitividad, independientemente del TLC y el COVID.
¿Por qué la industria está preocupada? Porque de la oferta exportable de Uruguay, entre el 20 y el 30% son productos industriales, de los cuales entre el 70 y el 80% van al Mercosur. Y nos encontramos con que los productos europeos van a estar compitiendo en las mismas condiciones que nosotros. De hecho, el tratado prevé que algunos sectores más sensibles se van a tener que “ajustar”, por eso prevé plazos más largos de desgravación y un fondo de apoyo para Pymes. Pero en todo caso, son medidas paliativas.
Está claro que va a haber ganadores y perdedores, oportunidades y amenazas. Esto no está mal, los países que han tenido más crecimiento económico en los últimos 15 años (Irlanda, Singapur, Corea, Nueva Zelanda) todos tienen políticas de industrias focalizadas o “picking winners”. Es decir, hacen foco en determinadas industrias y se especializan. Pero para llegar a ello se requiere de sinceramiento, decirlo y trabajar coordinadamente.
Necesariamente va a haber que reinventarse. La industria nacional tal y como la conocemos, difícilmente pueda sobrevivir. Es imperativo hablar honestamente sobre cuáles son los sectores que van a sufrir y juntos encontrar la reconversión.
Pero hoy, ¿cuál es el plan? Por ahora, parece no haberlo. Tenemos que necesariamente diseñar un plan de trabajo en conjunto que permita recorrer esta transición para llegar bien parados. Empresarios dispuestos a salir de la zona de comodidad y políticos dispuestos a asumir el costo de reconocer cuáles serán los más amenazados y hacer foco en la reconversión de esas industrias. Tomar a los elefantes por las orejas, mirarlos a los ojos y tener esa conversación pendiente.
La industria nacional tal y como la conocemos, difícilmente pueda sobrevivir sin reinventarse.