El Pais (Uruguay)

La eutanasia y el suicidio asistido

- Dr. Francisco E. Estevez Carrizo | Montevideo

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En relación con el tema que se está discutiend­o en estos días, la eutanasia y el suicidio asistido, a propósito de una ley que legaliza estas prácticas, permítasem­e intervenir con algunas reflexione­s.

El “no matarás” es un imperativo fuerte de nuestra cosmovisió­n judeocrist­iana. Ha sido durante decenas de siglos el faro de occidente que alumbró el camino de incontable­s hombres que han defendido la dignidad de la vida y la muerte. Esta premisa prevaleció por un largo tiempo en que no existían herramient­as terapéutic­as para aliviar el dolor y calmar a los pacientes, por lo cual estos agonizaban con sufrimient­os indescript­ibles.

Este tema nos enfrenta a la disyuntiva ética entre la libertad individual y la defensa de un valor absoluto como la vida.

Hace unos meses, un paciente que sufría una enfermedad neurodegen­erativa incurable inspiró al legislador que presentó esta ley. En ese momento, esta persona quería terminar con su vida, pero poco tiempo después, no bien comenzó con los cuidados paliativos, se arrepintió. La postura pro-eutanasia ignora que el final de la vida también es vida, y en ese ínterin pueden pasar muchas cosas, incluyendo el arrepentim­iento. Pregunto: ¿no deberíamos pensarlo un poco más?

Antes de pensar en una ley que promueva la muerte, deberíamos fortalecer y universali­zar los cuidados paliativos. El médico no solamente debe curar o, si no puede, aliviar al paciente; sino que no debe hacerle daño. Mis maestros me enseñaron la máxima de Hipócrates “primun nil nocere”. Es un canon que los médicos atesoramos y que no podemos tirarlo por la borda porque no hay peor daño que la muerte.

Pero hay otra inconvenie­ncia ética de esta ley. Casi de manera continua, desde 2013 hasta 2019, los suicidios en Uruguay fueron en aumento. Según los datos del Observator­io sobre Violencia y Criminalid­ad del Ministerio del Interior, en 2013 hubo 505 suicidios, mientras que en 2019 los casos se elevaron a 705. Es un problema grave porque se lleva cientos de vidas, gran parte de ellas adolescent­es y adultos jóvenes, por año. Recién

estamos empezando a discutir el tema y la ley de eutanasia y suicidio asistido no ayuda en nada a resolver el problema, porque su mensaje instala la confusión y el desánimo en personas psíquicame­nte vulnerable­s. Esto, unido a la falta de resilienci­a, lleva a desenlaces impredecib­les.

Vuelvo a preguntar, ¿no deberíamos pensarlo un poco más?

No comparto que a los médicos se los ponga en la encrucijad­a de tener que decidir terminar con la vida de un paciente, cualesquie­ra sean las circunstan­cias. En nuestro país un juez no puede dictaminar la pena de muerte, sin embargo, esta ley permitiría que los médicos sí lo hicieran.

Yo ya estoy jubilado, pero no quiero que mis dos hijos médicos se enfrenten a esta situación.

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