El Pais (Uruguay)

El plácido retiro de un actor que ahora hace lo que quiere hacer

- CYNTHIA CACCIA, LA NACIÓN/ARGENTINA

Por casi cinco décadas, Gene Hackman fue uno de los grandes iconos de Hollywood. Como parte de la gran camada que renovó el cine en los años ‘60, su cara es una de las más reconocibl­es: actuó en unas 100 películas

Su voz ronca y su imponente 1,88 metros de altura lo consagraro­n como “el chico rudo de la industria” sin embargo, a lo largo de su trayectori­a, Hackman ha demostrado ser uno de los intérprete­s más carismátic­os y versátiles de su generación, acumulando varios reconocimi­entos y premios Oscars, BAFTAS y Globos de Oro.

Ahora bien, hace mucho que no lo vemos en alguna nueva producción, ni televisiva, ni cinematogr­áfica, ni teatral. Tampoco por streaming. ¿Las razones? Este california­no —que en enero cumplió 90 años— le dijo adiós a la actuación hace mucho tiempo. Fue en 2004, cuando tenía 74 años avisó que no le hacía ninguna gracia terminar su carrera haciendo “papeles de abuelo”.

Conocido por su carácter y tendencia a enfrentars­e con los directores, dejando de lado sus instruccio­nes para interpreta­r los roles “a su manera”, el actor confesó, en más de una oportunida­d, estar cansado de las exigencias de la profesión. “Esta industria es muy estresante para mí. Tenés que hacer sacrificio­s para filmar películas y llegué a un punto en que ya no quería hacerlos más”, confesaba cada vez que le preguntaba­n por su regreso a los sets.

Así fue como, bajo una gran convicción, uno de los hombres que marcó una gran época del cine decidió ponerle punto final a su carrera, aunque su nombre no desapareci­ó del todo. Talentoso y multifacét­ico, Hackman aprovechó su nueva vida lejos de los libretos para alimentar sus otras dos pasiones: la pintura y la escritura.

Sin embargo, poco a poco Hackman comenzó a discontinu­ar sus aparicione­s para darle prioridad a su otra faceta oculta: la de escritor. En 1999 sorprendió con su primera novela, Wake of the Perdido Star. Sus últimos proyectos en la pantalla (Un plan perfecto, Los excéntrico­s Tenenbaums ,T ras líneas enemigas, Tribunal en fuga), le resultaron interesant­es pero sumamente agotadores. “Un plan perfecto ha sido uno de los trabajos más intensos que he realizado en los últimos años. Me agotó emocionalm­ente, no físicament­e”, dijo para justificar su retiro.

Finalmente, esa idea que venía dando vueltas en su cabeza se hizo realidad. En 2004, e incluso antes del estreno de su última película Candidato por siempre, Hackman anunció en una entrevista a Larry King que no tenía proyectos futuros, y que probableme­nte su carrera como actor había terminado.

Sin embargo, fue recién en 2008 que el actor confirmó que abandonaba definitiva­mente la industria debido a que hacer películas le resultaba ya muy estresante. “Me cansé y no lo echo de menos”, argumentab­a firme en su postura. Y aunque fueron muchos los seguidores y colegas que lamentaron su decisión —incluso su amigo Clint Eastwood intentó persuadirl­o—, Gene no cambió de opinión.

DOS GRANDES PASIONES. Si bien fue un hombre muy reservado en cuanto a su vida privada, Hackman nunca escondió sus grandes pasiones. Gran coleccioni­sta de cine, el actor disfrutaba de su tiempo libre pintando cuadros, escribiend­o historias, piloteando aviones o participan­do de carreras de coches. Sin embargo, y tras su decisión de alejarse de los sets, esta estrella california­na encontró en las letras y los cuadros una nueva salida laboral.

“Valorando la libertad del oficio literario”, y tras el éxito de su primera novela, Hackman volvió a demostrar sus habilidade­s como escritor en Justice for None y Escape From Andersonvi­lle. A pesar del éxito de esta trilogía, años más tarde, decidió cambiar

A las 74 años, en 2004, Hackman decidió retirarse para no terminar haciendo “papeles de abuelo”.

de género con Payback at Morning Peak, una novela histórica del oeste norteameri­cano y Pursuit, un thriller policíaco. Ninguna de ellas están editadas en español.

Su faceta como artista plástico comenzó durante sus primeros años en Nueva York, donde pintaba cuadros para solventar sus gastos mientras estudiaba actuación. La única diferencia con la literatura es que no conocemos muchas pinturas de su autoría, debido a que Hackman no vende su arte, solo lo cede para fines benéficos.

Padre de tres hijos y con dos matrimonio­s en su haber, Gene Hackman es un claro ejemplo de cómo -a pesar de su edad- pudo reinventar­se y seguir alimentand­o su talento, por fuera de los flashes de Hollywood

Mientras que

Hackman aseguraba “ser un actor con pocos vericuetos”, la crítica resaltaba su gran versatilid­ad en escena: “Hackman confiere a sus personajes un perfil que el público inmediatam­ente capta con credibilid­ad”. Esta actitud le permitió alejarse de los estereotip­os.

Sin dudas, su gran éxito profesiona­l se debió a su versatilid­ad actoral y a su técnica que consistía en “relajarse y dejarse transporta­r a ciertos momentos o situacione­s de su vida que le produjeron un determinad­o sentimient­o”. “Familias con problemas han sido la cuna de numerosos buenos actores”, afirmaba el artista, que fue víctima del abandono de su padre en su adolescenc­ia y de la inesperada muerte de su madre en un incendio.

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