El Pais (Uruguay)

Solución integral

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La disposició­n final de los residuos es un problema serio para todos los departamen­tos del país, porque hasta ahora no se han aggiornado a las mejores soluciones disponible­s desde el punto de vista ambiental y tecnológic­o.

Como se sabe, el primer gran obstáculo es el económico, pero el segundo —y ciertament­e el más complicado— es la localizaci­ón del “basurero”. Nadie quiere que se instale una planta de desperdici­os en el vecindario, pero en algún sitio debe hacerse.

El departamen­to canario lo viene intentando desde hace unos años. Proyecta construir lo que popularmen­te se ha denominado “megabasure­ro” para recibir allí los residuos de todo el departamen­to. Lo intentó en las proximidad­es del arroyo Solís Chico, a pesar de ser una localizaci­ón muy inconvenie­nte desde el punto de vista ambiental y social. Hubo una gran resistenci­a de los vecinos respaldada por argumentos de peso que no fueron escuchados por el Gobierno canario, y finalmente la Dinama no lo aprobó.

El intendente Yamandú Orsi y su equipo relocaliza­ron la planta escogiendo un lugar no demasiado alejado del primero (zona de influencia del mencionado arroyo). Es en cerro Mosquitos, cercano al actual vertedero municipal

Cañada Grande. La reacción de la sociedad civil no se hizo esperar.

En primer lugar, se mantuviero­n los cambios “a la baja” que ya se habían introducid­o a la propuesta original del proyecto —presentado como “del primer mundo”—, con el fin de abaratar considerab­lemente sus costes. El que se impulsa exhibe menor calidad técnica y de inversión en equipamien­to.

Pero también llamó mucho la atención que la exministra de Vivienda, Ordenamien­to Territoria­l y Medio Ambiente, unos días antes de cesar su mandato debido al cambio de gobierno, le dio el visto bueno al proyecto y le concedió la Autorizaci­ón Ambiental Previa para que se pudiera comenzar su construcci­ón.

En ese momento a las organizaci­ones civiles se les presentó una singular situación coyuntural. El cambio de gobierno nacional y su iniciativa de aprobar la Ley de Urgente Considerac­ión, incluyó la creación del Ministerio de Ambiente, otorgándol­e al tema la mayor importanci­a institucio­nal que haya tenido. Pero la aprobación de la ley llevó varios meses.

Las organizaci­ones civiles presentaro­n un recurso de revocación y jerárquico contra la autorizaci­ón del Poder Ejecutivo, y un día antes de su vencimient­o legal el flamante ministro de la cartera, Adrián Peña, anunció que con el Presidente de la República se decidió la suspensión por tiempo indefinido de la habilitaci­ón del sitio de disposició­n final de los residuos canarios. “Creemos que podemos trabajar con más herramient­as tecnológic­as, para encontrar una solución quizás más integral, y una visión más regional, no solo para el departamen­to de Canelones”.

Se trata de un gran proyecto que deberá mejorarse en varios sentidos, para resolver favorablem­ente y a largo plazo la gestión de los residuos de ese y quizás de otros departamen­tos vecinos. Y desde luego demandará una gran inversión. En ese contexto el apuro es un mal consejero.

La solución planteada para Canelones deberá servir al mismo tiempo para pensar, discutir y diseñar una estrategia nacional en la materia.

Nadie quiere una planta de desperdici­os en el vecindario, pero en algún sitio debe hacerse.

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