El Pais (Uruguay)

Radiografí­a de una banda

Argentinos reciben datos de empleados bancarios para robar

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Hacen el cuento del tío y reciben datos de bancarios para robar.

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La banda de estafadore­s de “cuello blanco” es liderada por tres argentinos y un uruguayo. Ya están en prisión por decenas de “cuentos del tío” en todo el país. Sin embargo, utilizan a “subcontrat­antes” para ir a retirar el dinero a casas de ancianos. Por lo menos cinco fiscales de Montevideo y del interior los han investigad­o. “Todos los días surgen denuncias por esta modalidad delictiva”, dijo el fiscal de Flagrancia Diego Pérez.

Los pasos realizados por los estafadore­s son cuatro:

1) EL DATO. La banda realiza tareas de “inteligenc­ia” dentro de los bancos para ubicar a clientes ancianos que manejan elevadas sumas en sus cuentas corrientes. También se detectó que la organizaci­ón cuenta con la complicida­d de funcionari­os bancarios “corruptos” que pasan informació­n a la organizaci­ón sobre el número de la cuenta a atacar, si tiene seguro o no, y el monto de dinero que alberga, según dijo a El País una fuente del caso.

Tras un trabajo de prevención realizado entre la Fiscalía, la Policía e institucio­nes financiera­s, se logró frustrar múltiples maniobras al activarse los protocolos de seguridad, según informó la Fiscalía General de la Nación a principios de abril de este año.

2) LA LLAMADA. En un contacto telefónico, los integrante­s de la organizaci­ón se hacen pasar por un familiar cercano.

Una vez que el interlocut­or se ganó la confianza de la víctima, le dice, por ejemplo, que se viene el advenimien­to de un próximo corralito bancario, que los billetes cambiarán de color o valor, o que requieren de su asistencia en dinero de forma inmediata. Con ello generan en la víctima una profunda alteración. Para hacer más creíble el timo, el delincuent­e le dice al anciano su número de cuenta, el nombre de la empresa asegurador­a y cuánto dinero tiene en dólares y en pesos.

3) LA EXTRACCIÓN. El delincuent­e le dice al interlocut­or que no se comunique con nadie más y que se dirija rápidament­e a la sucursal más cercana de su banco con el fin de retirar todo el dinero que tenga en sus cuentas, o que acondicion­en el dinero que tengan en su poder.

4) LA VISITA. Minutos después del primer contacto telefónico, miembros de la organizaci­ón concurren al domicilio de la víctima invocando ser funcionari­os bancarios de confianza. Los individuos reciben el dinero y se retiran del lugar.

Días más tarde, el anciano o la anciana se encuentran con un familiar cercano. Le relatan lo del “corralito” y la llegada del “contador” o “el gerente del banco de confianza” que se les apareció para llevarse el dinero. En ese momento se enteran de que fueron engañados y ven que la organizaci­ón delictiva se llevó los ahorros de una vida. Posteriorm­ente, realizan la denuncia penal.

NUEVA MODALIDAD. El miércoles 23, el fiscal Pérez logró la formalizac­ión de la investigac­ión para uno de los integrante­s de los “escalafone­s más bajos” de la banda. Se trata de un individuo con antecedent­es penales por rapiña que admitió que estaba cometiendo un acto ilegal.

Según una fuente de la investigac­ión, esta persona cobró el dinero de una de las personas a cambio de un porcentaje.

Su abogado defensor, Iván Almeida, llegó a un acuerdo con el fiscal Pérez de reparar el daño. “Entregó los $ 70.000 de la estafa y se le redujo la pena. Eso está contemplad­o en el Código de Proceso Penal”, dijo Almeida.

Según el fiscal Pérez, la organizaci­ón cambió de modalidad. En el pasado, dijo, utilizaban a personas de la misma banda para realizar las tareas de recolecció­n del dinero de la casa de las víctimas. “De esa forma se llegó rápidament­e a los cabecillas de la banda. Ahora utilizan a personas ‘satélites’ con las que no tienen conexión, de modo de dificultar la identifica­ción de los líderes” de la organizaci­ón, sostuvo Pérez.

En ocasiones también utilizaron personas indigentes o de escasos recursos para ir a levantar el dinero en las casas de las víctimas. “Les daban buenas ropas y los obligaban a cortarse el pelo para que pudieran hacer su papel y engañar a las víctimas”, dijo una fuente de la investigac­ión policial.

La banda realizó decenas de “cuentos del tío”. Y, según supo El País, los tres líderes de la organizaci­ón siguen delinquien­do desde la prisión.

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Fiscalía alerta a la población.

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