MANUEL QUINTELA: UN ESPÍRITU INQUIETO
▃ “Físico pequeño, cara ovalar, pelo negro con entradas redondeadas, nariz recta y firme bigote negro espeso caído en las comisuras, barba tipo perita, vestido casi siempre de traje con chaleco, camisa de cuello separado alto y blanco, reloj con cadena en el chaleco, zapatos tipo botines altos, andar ligero, lenguaje correcto y rápido, emotivo, enojadizo”, así describió el doctor Milton Rizzi en una de sus biografías más conocidas a Manuel Quintela. Hijo de Julián y Olimpia, Manuel nació el 26 de julio de 1865, en una estancia llamada “El Olimar”, en el departamento de Treinta y Tres, donde vivió con siete hermanos hasta la muerte de su padre. A los 16 años viajó a Montevideo para estudiar en el Colegio Pío y luego en la Sociedad Universitaria, donde se entusiasmó por dos temas: la política y la medicina. En diciembre de 1889 se recibe de médico cirujano. Y allí formó el objetivo de su vida: mejorar la medicina de su país. Fue el primer otorrinolaringólogo uruguayo y primer docente de esa especialidad. Trajo de París los instrumentos y atendía a ricos y pobres sin distinción, de día y de noche. En 1894 se encargó honorariamente de la policlínica otorrinolaringológica en el Hospital Maciel, pero recién en 1897 se le otorgó un servicio con sala de operaciones, enfermería, clínica y un sueldo. Su habilidad era la intubación laríngea. Se estima que en 1901 practicó la primera endoscopía en el país. Fue decano de Medicina durante cuatro períodos: entre 1909 y 1915 y entre 1921 y 1927.